Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Nombrando el silencio y la memoria

Sobre la novela ‘El ultimo ninja’, de Iván Gutiérrez, editada por Electrodependiente
El escritor Iván Gutiérrez con la maqueta de ‘El último ninja’ (i) y la portada de ‘El último ninja’ de SarahíTorrez (d).         ELECTRODEPENDIENTE
El escritor Iván Gutiérrez con la maqueta de ‘El último ninja’ (i) y la portada de ‘El último ninja’ de SarahíTorrez (d). ELECTRODEPENDIENTE
Nombrando el silencio y la memoria

En la historia de Japón, los ninjas o shinobi eran un grupo militar de mercenarios entrenados especialmente en formas no ortodoxas de hacer la guerra, en las que se incluía asesinato, espionaje, sabotaje, reconocimiento de campo y guerra de guerrillas, con el afán de desestabilizar al enemigo. 

Es así, con esas palabras, que Iván Gutiérrez nos introduce por la novela “El último ninja” de una manera ágil, fluida y  reflexiva. Esta novela editada por Electrodependiente, tiene la capacidad de generar una lectura que nos entrega personajes afectados por el pasado, el amor, la disciplina del combate, las vicisitudes de la nostalgia y el olvido en clave distópica, con escenarios centrados en tierras orientales y los andes, la ficción cobra sentido con escenarios donde la montaña es el enclave para entender la guarida y la dulce condena de sus protagonistas, que nos transportan por el camino de la ficción como señala James Woods “el  vínculo al interior de la novela, como una realidad misma, realidad que aprendemos a leer con ayuda del escritor (…) donde la verosimilitud, mímesis, realidad, referencialidad, representación tienen una dimensión ‘propia’. La dimensión que recrea Gutiérrez es un escenario donde parece existir una conjunción de las películas de clase b dedicadas a las artes marciales, la agilidad del relato urbano, el género del steampunk (retro-futurismo) y por supuesto recrear escenarios verosímiles donde existe “nativas luchadoras”, “discípulos ninjas sobrevivientes de la crisis económica y mercenarios entrenados por el último ninja”. 

¿Cuál es el aporte de todos estos escenarios en la creación narrativa? El generar una atmósfera verosímil y lúdica del combate, más allá de sagas familiares o novelas políticas realistas que marcan una tradición en la literatura boliviana, Iván Gutiérrez logra generar un efecto refrescante, pero a la vez con una carga filosófica cuando nos presenta personajes como el Dr. Kingston, quien reordena la casa con artefactos e innovaciones, mientras el viejo prefiere practicar la contemplación y refugiarse en el cuarto del silencio. También tenemos a “Samu” y “Gorobei” dos discípulos y aprendizajes aventajados que lucharán con todas sus fuerzas para que exista una continuidad de los aprendizajes del “último ninja”, que serán devorados por el espíritu competitivo y la codicia al ser enfrentados frente al fuego de las artes de la guerra.

Con pasajes narrativos muy bien logrados “Abajo se encontraban los sueños, arriba se hallaba la realidad. Moteles improvisados en cabinas de antiguos teleféricos, ruinas de aviones abandonados como cuerpos de ballenas al borde de una playa, estructuras gigantes cubiertas de polvo y nieve extendidas a lo largo de kilómetros de caminos dibujando el paisaje altiplánico. (p 40), acompañada con ilustraciones impecables realizadas por Sarahí Torrez, varios fragmentos de esta novela contienen una historia dentro de la historia, el recuerdo del amor a una mujer, la traición y la nostalgia en un escenario distópico. El último ninja vive en la desesperanza y la nostalgia, el pasado y el presente, no sólo como un eslabón en la cadena conformada por la desaparición de su oficio en el humo de la modernidad, sino también constatar que “olvidar es la mejor memoria”.