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Nietzsche, dietética y política

El pensamiento de Nietzsche ha recibido muchos nombres: algunos piensan que se trata de un poeta, literato o filósofo; otros, en cambio, se refieren a él como crítico de la moral y la vida cristiana, indiferente hacia la política y quien afirma que la democracia es la más catastrófica de los sistemas políticos. ¿Qué hay de cierto en dichas afirmaciones? ¿Negó totalmente la política? Estas preguntas se las formulamos a Tobias Brücker, doctor en filosofía por la universidad de Zúrich. Él es autor del libro Auf dem Weg zur Philosophie: Friedrich Nietzsche schreibt „Der Wanderer und sein Schatten” [En camino a la filosofía: Friedrich Nietzsche escribe: “El caminante y su sombra”], la primera monografía que se ocupa exclusivamente del libro El Caminante y su sombra.
Osman Choque [OC]: Sr. Brücker, bienvenido ante los lectores en Bolivia.
Tobias Brücker [TB]: Muchas gracias por la invitación.
OC: A partir de las interpretaciones sobre la filosofía de Nietzsche muy poco se podría mencionar sobre un interés por la democracia. En cambio, su libro afirma que Nietzsche se acerca a la democracia ¿Fue Nietzsche un pensador demócrata? ¿Qué opinión tenía él al respecto y es posible señalar una posición política?
TB: Las opiniones de Nietzsche sobre la democracia, la guerra, la ilustración y la revolución no fueron desarrolladas sistemáticamente. Visto así, no es un filósofo político en el sentido clásico, pero no es en absoluto apolítico. Más bien, es un filósofo que ha expresado sus puntos de vista sobre la democracia en diversos contextos y que demuestra que la política también puede encontrarse en aspectos poco visibles, v. g., en la vida cotidiana o en la escritura.
Nietzsche es probablemente un pensador político-cultural que considera que una cultura floreciente en las artes, las ciencias y la filosofía es el objetivo más elevado de la humanidad. Nietzsche consideraba, en muchas de sus obras, que la democracia obstaculizaba este objetivo porque, en su opinión, nivela a las personas y promueve la mediocridad. En mi libro, sin embargo, intento mostrar que esta actitud era dinámica. Así, en 1879, él recurre a algunos principios democráticos de forma sorprendente: Dado que la democratización era un proceso imparable para Nietzsche, reflexiona sobre las ventajas del desarrollo pacífico asociadas a la democracia para él, a saber, la auto-ilustración de los ciudadanos individuales, la seguridad, la salud, los derechos humanos de libertad mental y física, además de permitir la planificación a largo plazo al evitar la destrucción. Sin embargo, el planteamiento de Nietzsche sobre la democracia en 1879 no es una aprobación incondicional de la misma: la democracia directa también alberga peligros, como la democracia de partidos, la mediocridad o la adicción progresiva a la innovación.
OC: Su libro menciona que Nietzsche sugiere dejar de lado la política e invita a centrarse en la vida cotidiana, en cuestiones sencillas que ocupan la atención de las personas como, por ejemplo, qué comer, qué ropa vestir, etc. ¿Cómo entiende Nietzsche el concepto de política?
TB: En realidad, Nietzsche reclama una intensa preocupación por las cosas cotidianas, como comer, vivir, abrigarse o vestirse. Él escribe: “Debemos volver a convertirnos en buenos vecinos de las cosas más próximas [...]” (El caminante § 16). Dado que la salud y el bienestar son, en última instancia, individuales, no podemos evitar adquirir conocimientos apropiados para nosotros mismos. Por muy apolítico que suene esto, sin embargo, hay un objetivo asociado a la época de la Ilustración detrás: solo quien conoce las cosas pequeñas puede, como un ser autodeterminado en el sentido de dicha Ilustración, tomar decisiones soberanas y, por tanto, políticamente informadas. Quien no conoce su propia vida cotidiana y su entorno se equivoca y no tiene un buen fundamento: “Los dos principios de la nueva vida. – Primer principio: hay que asentar la vida en lo más seguro, en lo más demostrable: no, como hasta ahora, en lo más lejano, en lo más indeterminable, en lo más nebuloso del horizonte. Segundo principio: hay que establecer la sucesión de lo más próximo y de lo próximo, de lo seguro y de lo menos seguro, antes de organizar uno su vida y darle un rumbo definitivo” (El caminante § 310). La capacidad de pensar y actuar por uno mismo son cualidades fundamentales que deben adquirirse y cultivarse. La política, desde este punto de vista, también está en los detalles de la propia forma de vida.
OC: Un elemento importante del pensamiento de Nietzsche es el énfasis en la cuidadosa alimentación y en la forma de vida que el filósofo debe tener. ¿Es posible hacer filosofía en la ciudad, entre el caos, el bullicio y sobre todo bajo la influencia de las grandes empresas de comida procesada?
TB: Esa es una muy buena pregunta: la enseñanza de las cosas cercanas es siempre individual. Para Nietzsche, la naturaleza, el clima, la comida y el retiro eran condiciones indispensables para filosofar. Para otras filósofas y filósofos la situación fue muy diferente: Kant, por ejemplo, era muy productivo en Königsberg, con un domicilio fijo y trabajos de oficina. Walter Benjamín, por su parte, obtuvo innumerables inspiraciones como Flaneur, es decir, paseante, precisamente en entornos urbanos. Los enemigos de Nietzsche eran sobre todo los eruditos de habitación que filosofaban simplemente leyendo libros. Sin embargo, esto es ambivalente, ya que él mismo era un lector frecuente. No obstante, en última instancia, Nietzsche nos muestra que los métodos de pensamiento predeterminados pueden limitarnos y cómo una manera de trabajar adaptada a nuestras peculiaridades puede ser beneficioso para el pensamiento y la salud. De hecho, si observamos la propia vida cotidiana de Nietzsche, él reunió sus conocimientos sobre sí mismo no tanto para una vida larga y saludable, sino para su productividad creativa. Así, incluso en los balnearios, programaba conscientemente las rutinas diarias, las comidas, los contactos sociales o los momentos de paseo para filosofar y escribir libros. En la filosofía, siempre se habla inmediatamente del “contenido” o la “esencia” de un pensamiento, como si los pensamientos cayeran del cielo. Nietzsche en su obra nos llama la atención, una y otra vez, que los pensamientos puros no existen y que la filosofía está siempre entrelazada con sus circunstancias. En la actualidad, estas opiniones se han incorporado a muchos ámbitos del desarrollo de los recursos humanos y del diseño del lugar de trabajo, donde a menudo se reducen al aumento de la productividad. Hoy se diría “Design your Life” a esto.
OC: Uno de los grandes problemas de la sociedad, al menos en Bolivia, es la obesidad. ¿Cuál es la importancia de la dietética en este sentido? ¿Por qué es tan importante el cuidado de la salud y la nutrición para el filósofo o para el trabajo filosófico?
Todos conocen la sentencia: “Somos lo que comemos”. En el siglo XIX, floreció la dietética. La creencia de que una buena nutrición mejoraría el riego sanguíneo del cerebro y, por tanto, se pensaría mejor, es común en los libros de consejos dietéticos debido a la aparición de investigaciones sobre el cerebro desde el siglo XVIII. Ya desde la antigüedad la cuestión de la nutrición se plantea una y otra vez para la filosofía. Sin embargo, yo no interpretaría esta relación de forma demasiado estrecha. Me parece más central que la nutrición consciente sea una técnica de atención. Quien presta atención a su alimentación no solo piensa en las cantidades de calorías, el procesamiento de los alimentos o la salud física, sino también en su estructura personal diaria y semanal, en el deleite y el disgusto, en los entornos y las personas que están relacionados con la comida. En este sentido, la nutrición es una clave para hacer visibles muchos otros ámbitos de la vida cotidiana y hacerlos respectivamente útiles. En el siglo XIX también era popular un concepto amplio de dieta, que abarcaba no solo la nutrición, sino todos los aspectos de la vida cotidiana.
Personalmente, disfruto del fuerte enfoque de Nietzsche en la nutrición con precaución: en vista de la actual locura dietética en Europa Occidental, me doy cuenta de que también puede exagerar. Así, cada vez más personas se “prescriben” a sí mismas una dieta. Las dietas se han convertido en parte del estilo de vida. Las declaraciones de Nietzsche pueden haber sido apropiadas para él como persona enferma y altamente sensible. Su enfermedad le obligó a una precaución hipocondríaca: basta pensar en su fobia a las nubes. Sin embargo, en general, me parece más bien una señal de bienestar que las personas físicamente sanas no piensen constantemente en su nutrición. O dicho de otro modo: en cuanto nos vemos limitados en nuestros objetivos de acción – y la obesidad limita –, tiene sentido tomar conciencia de las razones físicas de ello y reaccionar con dietas. Las dietas necesitan una moderación. No se debe subestimar ni exagerar. Las dietas también pueden agotar a las personas y uno de los aspectos más importantes de la planificación de las dietas es calcular la fuerza y el tiempo necesarios para ello.