El museo está desnudo
La nueva exposición temporal del Museo Nacional de Arte es un despropósito, uno más. La muestra “Mujeres valerosas” de la cochabambina Escarlet Salvatierra Rocha -hija del artista Ruperto Salvatierra Lazarte- ocupa tres salas del “Emeneá” con un total de 60 cuadros, la gran mayoría autorretratos y desnudos repetitivos. También hay bocetos que quieren pasar por cuadros de la época de estudios de la artista en Barcelona.
El desnudo artístico nació en la Antigüedad clásica y causó polémica durante el Renacimiento. Los debates sobre belleza, obscenidad y vulnerabilidad ocuparon siglos. No obstante, en este segundo milenio las preguntas son otras: ¿se puede jugar a lo grotesco sin tener intenciones grotescas? ¿se pueden cometer fallos en las proporciones del cuerpo -trabajadas antaño por Rafael y Da Vinci- sin tener intenciones artísticas “ad hoc”? ¿tiene sentido copiar cuadros famosos como las “Señoritas de Avignon” de Picasso o las “Majas” de Goya? (solo extrañé una versión local/cochala de “El origen del mundo”).
¿El abuso de obras costumbristas con la propia artista como modelo -casi una cincuentena- es un reflejo de esta época marcada por un narcisismo exagerado? ¿Es la muestra en realidad una “selfie” o la artista quedó atrapada en el espejo del ayer? ¿Es “provocador” -como dice el texto de presentación- un desnudo en el teleférico o una china supay en “toples”? ¿Para hacer “arte boliviano” es preciso pintar escenas y personajes de nuestro folklore?
El Museo Nacional de Arte ha optado en la actual gestión por la “democratización”, término que viene a significar supuestamente que todos y todas las artistas pueden exponer en el mayor repositorio público del país. La pregunta sigue siendo la misma: ¿Y los requisitos de calidad, subjetivos donde los haya, dónde quedan? ¿No hay un “mínimum”?
El “quid” de la cuestión radica -otra vez como en la fallida exposición permanente bienal- en la falta de una (adecuada) curaduría. Mientras ésta no exista, el MNA (ahora convertido en una galería comercial más), como el emperador, seguirá desnudo aunque algunos sigan alabando los “trajes nuevos”.