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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 10:28

Mbapeé vive en otro mundo

Una crítica sobre la película francesa nominada al Oscar Les Misérables, con un paso breve por la cartelera nacional y que se encuentra disponible en el mercado pirata.
Mbapeé vive en otro mundo

La película arranca con los Campos Elíseos cantando la “Marsellesa”. Juega y gana Francia el Mundial de fútbol de 2018. “Les bleus” son una fábrica de hacer franceses, no importa el color, la etnia, la clase. Los chicos vuelven al barrio, viven en Montfermeil, el incendiario distrito de París que ardió en 2005, la misma “banlieue” de Los miserables de Víctor Hugo. 

La desigualdad y la injusticia ayudaron a brotar las semillas de aquella insurrección popular de 1832. Entramos ahora al barrio de la mano de tres policías (dos “malos” y uno “bueno”): racismo, violencia, ira y fuego. ¿Algo ha cambiado en Francia? Son apenas 48 horas: Issa ha robado el cachorro de león de un circo de gitanos que ha llegado a la zona. Los tres “pacos” salen de cacería: drogas, desempleo, prostitución, contrabando, exyihadistas, hermanos musulmanes, delincuencia y una patota de changos rebeldes y orgullosos. Los “miserables” del siglo XXI se sublevan otra vez: venganza, gasolina y fuego. 

Mbappé es un espejismo, vive en otro mundo. El barrio va a explotar, como en 2005, como en 1832. Francia no ha cambiado nada. Los desheredados de la tierra tienen la rabia en la mirada encapuchada. Otra vez. “No justice, no peace”. La película termina con una cita de Víctor Hugo: “No hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”.

Ladj Ly –activista y cineasta parido con la garra del cine documental- hace recuerdo a esa gran película llamada El odio de Mathieu Kassovitz (1995), otro paseo por el lado salvaje. “Do the right thing”. 

Les Misérables es un thriller policial potente, explosivo y sofocante; es cine social de alto voltaje con cámara al hombro y montaje a la carrera; es una película salvaje y contestataria. Ganó el premio del público en Cannes y se coló en los Oscar para perder ¿injustamente? con Parásitos. Ha estado una semana –para variar- en los cines de Cochabamba y del resto del eje troncal del país en versión subtitulada. ¿Cuándo volveremos a ver otra rebelde película francesa en la sala oscura y grande como debe ser?

Periodista y crítico de cine – Twitter: @RicardoBajo