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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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Max Nordau y sus lectores en Bolivia (parte II)

En ‘Pueblo enfermo’, Arguedas vio una ola de simuladores intelectuales, quienes se adentraron en la recepción de las ideas que Nordau combatió en su famoso libro ‘Degeneración’
Max Nordau y sus lectores en Bolivia (parte II)

A partir del nuevo siglo y las nuevas corrientes científicas, políticas, económicas y sociales, se tuvo que recurrir a la introducción de pensamientos foráneos, en los cuales marcaba una recepción por parte del lector boliviano. Se imponía también superar “las limitaciones del ambiente intelectual” y la búsqueda en la “orientación de las ideas”, a decir de Salvador Romero Pittari.

A medida que crecía la demanda de obras de varios pensadores, también hubo un auge en la fundación de varias casas editoriales nacionales que acaparen a intelectuales del país para conocer su postura en un determinado tema que se desarrolle con más solvencia y capacidad. A manera de laboratorio intelectual se iban realizando préstamo de libros o traducción de obras, siendo el entorno de la universidad la más importante para este intercambio de ideas y tesis, mediante debates y charlas llenas de propuestas del texto leído.

Nordau fue una fuente de consulta permanente en varios escritores nacionales, especialmente paceños, ya que vieron que el mal del siglo, la simulación literaria y el aprovechamiento partidista estaba en auge; recurriendo a este pensador europeo en sus lecturas. 

Alcides Arguedas

El caso más destacado lo tiene el polémico intelectual Alcides Arguedas, quien, en su obra Pueblo Enfermo (1909), capítulo X: Causas de la esterilidad intelectual, redacta un informe sobre lo estancado y olvidado que está el campo de las letras bolivianas a inicios del siglo XX. A manera de cirujano, disecciona el corpus literario y menciona el estado inquieto de noveles escritores dispuestos a sacrificar y superar obras canónicas del siglo pasado. Arguedas teme por la visión de estos, viendo que adquirirán teorías y visiones fragmentarias de corrientes literarias ya acabadas y, al modo de Max Nordau, cree que son contagiosas por el representante de cada corriente.

Nordau creía que varios fundadores de estas corrientes promovían y promocionaban su delirio, neurosis y locura desenfrenada en sus poesías, novelas, ensayos y filosofía; mas no era evocación de una mente normal. Arguedas hace hincapié en este sentido, creyendo que nuestros escritores nacionales simularán crear obras originales, cuando en realidad solo es “cultivo del yo” y figurar como alguien extraño a la sociedad. Arguedas ve una ola de simuladores intelectuales, quienes se adentraron en la recepción de estas ideas que Nordau combatió en su famoso libro Degeneración.

Siendo difundida su obra por Europa, el mismísimo Max Nordau, mediante una carta, fechada en mayo de 1909, manda varios halagos a Arguedas y da fe de su libro “más que valiente, temerario”. Años después, en el tomo I de Las Danzas de las Sombras (1934), Arguedas relata cómo conoció al médico húngaro en 1919, dando cuenta de su habilidad de ser más un personaje de publicidad de una época que un pensador. Se siente decepcionado por la “falla moral” que le produjo al conocer a uno de sus autores preferidos en su juventud. Para ese momento rompe con las ideas ya extinguidas de Nordau, pero no sería el único.

Rigoberto Paredes

Rigoberto Paredes, uno de los fundadores de literatura tradicionalista en nuestro país, fue también un asiduo lector de las obras de Max Nordau, dando más atención e interés en tomar apuntes sobre el manejo político en las sociedades y como es la adaptación y función en nuestro medio.

En 1908 se publica Política Parlamentaria de Bolivia, donde se realiza un esbozo del comportamiento del homo politicus boliviano dentro de los cargos ministeriales. Este fue el único libro de Paredes que tuvo tres ediciones casi continuas en 1909 y 1911, donde el libro paso a ser fuente de consulta inmediata por todo individuo inmiscuido en el drama gubernamental.

El ensayo, a decir de Carlos Medinaceli, “ha proporcionado ideas, orientaciones y, en cierto sentido, originado el célebre libro de Alcides Arguedas, Pueblo Enfermo (…) compárese con el capítulo III”. En efecto, Arguedas tomó varias ideas de Paredes, pero también las lecturas de este.

Analizando el ensayo, el autor analiza y describe los vicios, enfermedades y deformaciones que causa el parlamentarismo a quien desea entrar a ese corpus; además, demuestra, sin misericordia, los fraudes electorales en cada elección municipal o departamental, hecho común en el gobierno liberal de ese momento. Además, describe la psicología parlamentaria y a cada uno de sus miembros de acuerdo a su departamento de origen.

Paredes, para sacar su tesis, en el cap. II Los representantes y cap. III Las sesiones, demuestra el interés de cada parlamentario y la forma en cómo se ejerce su función adoctrinada a un jefe de partido. Rescata del ensayo de Nordau, Las mentiras convencionales de nuestra civilización, frases y ejemplos en como el parlamentarismo es un refugio para “satisfacer la vanidad y ambición de los diputados”, siendo “coristas y figurantes”. Da razón a Nordau con su término de “mentira política” y ve poca diferencia entre el parlamentarismo boliviano con otros. 

Fue su primer y único trabajo de ensayo político. Posteriormente se dedicaría más a indagar las costumbres y tradiciones de las comunidades andinas. 

Consultor educativo y cultural