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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El letargo del salón 14 de Septiembre

Análisis sobre el estado del concurso municipal de artes plásticas de Cochabamba. 
Poder, de Vidal Cussi.
Poder, de Vidal Cussi.
El letargo del salón 14 de Septiembre

Entre los cambios que trajo la Revolución Nacional de 1952, está un inédito incentivo hasta el momento de promover el arte y la cultura desde el Estado, principalmente a aquellas expresiones que reflejen el momento ideológico que se vivía. A través del Ministerio de Educación se convocó a los salones municipales de arte que, en su mayoría, perduran hasta el día de hoy.

Se le atribuye al salón Pedro Domingo Murillo de La Paz, convocado por primera vez en 1953, como el primero y constante; no obstante, un registro de la Casa de la Cultura indica que la primera versión del salón cochabambino 14 de Septiembre ocurrió en 1938, teniendo como ganadora la obra El valle de Cochabamba, del paisajista Víctor Arze Góngora. Sin embargo, es cierto que aquella edición “inaugural” fue una iniciativa de la sociedad de Los Amigos del Libro y recién empezó a adquirir regularidad (la segunda versión se llevó a cabo siete años después) en 1964, cuando empezó a ser congregado por la Alcaldía.

En anteriores artículos ya había mencionado el sentido de espacio de consagración que se le dota al 14 de Septiembre, en el que entre en juego capital económico, simbólico y social. La historia y transformación de la plástica nacional a lo largo del tiempo se puede evidenciar en los ganadores, inscribiéndose grandes exponentes de la tendencia de producción de las diferentes épocas. Se puede mencionar a la primeriza escuela de paisajistas que dejó el potosino Avelino Nogales en la ciudad durante las cuatro primeras décadas del siglo pasado, como Víctor Arze Góngora y Raúl G. Prada.

Dentro de la fructífera etapa de la generación del 52, que abarca aproximadamente el periodo 1952-1975, se encuentran piezas dentro del catálogo del 14 de Septiembre de Gíldaro Antezana, Gonzalo Ribero, Luis Zilvetti, Humberto Jaimes, Fernando Prado, Fernando Rodríguez Casas, Raúl Lara o Erasmo Zarzuela, con predominancia de los pintores sociales y de la tendencia nacional, sintiendo la ausencia de los abstractos. La generación posterior al 75, con Vladimir Rojas o Germán Patiño, y aquellos que llevan pintando más de 40 años, pero han logrado una consagración en tiempos actuales, sirviendo como ejemplo Darío Antezana, Remy Daza, José Rodríguez Sánchez y Zenón Sansuste.

La polémica surge quizá en los comienzos de este siglo. Como indica el historiador de arte Pedro Querejazu, pareciera que los concursos municipales están reglamentados de alguna manera por un grupo de artistas “feligreses”  que componen el jurado año tras año y se van rotando los nombres ganadores. Esto sumado a la negativa de los organizadores de abrir categorías que proyecten los nuevos métodos de producción (ello ha quedado a manos de iniciativas privadas),  ha producido una especie de estancamiento en el que no siempre se premia a los trabajos que reflejen la producción actual y contemporánea.

No se desmerece las obras ganadoras de esta versión. La edición número 52 del Concurso Municipal de Artes Plásticas 14 de Septiembre tiene como merecedor del Gran Premio a Vidal Cussi Tiñini con su obra Poder. El pintor paceño ya triunfó el año pasado en el mismo concurso en la categoría de Pintura y fue vencedor en los salones municipales de Oruro y La Paz. Ha dejado de lado aquel peculiar estilo de formas en red para ofrecer una figura casi espectral sentada en un trono (haciendo referencia a la coyuntura electoral) con un trazo y una línea más abierta.

Cussi también ha obtenido una Mención de Honor en la categoría de Pintura, pieza con formas sin estar claramente definidas en un entorno onírico. Por otro lado, el ganador de esta última sección es Protagonista del tiempo de Juan Mayta (repitiendo premio en Escultura), quien dispone seis piezas en un cuadro con imágenes evocativas y sugerentes que tienen como nexo la violencia de género.

Predomina la obra con temática social casi impuesta para seducir al jurado. La pobreza, marginación, injusticia y ahora el biocidio, siendo ejemplo de este último Quiero un mundo diferente de Luis Alberto Quispe, ganador en Dibujo. No se cuestiona lo sofisticado de la ejecución de estas piezas, pero tampoco se puede quitar la idea de la cabeza que estas obran pudieron haber sido hechas hace 50 años.

Como se mencionó anteriormente, ha habido una resistencia por parte del mismo concurso de abrir categorías a diferentes modos de producción, teniendo un caso aislado la sección Proyectos Especiales que se dio de manera especial el año 2000, premiando a Tus amores perros, de Alejandra Dorado. En esta edición se ha decidido tomar una iniciativa similar con la categoría Otros Medios premiando a Andes (un paisaje realizado con arte textil) de Olga Mireya, quien también ganó la sección Dibujo en la versión pasada.

En las obras seleccionadas para exposición en Otros Medios, escogiéndose pintores como Hans Hoffmann y Fernando Antezana, nos encontramos con un cambio que se reduce a los materiales. Obras figurativas de hombres y mujeres del campo cambiando el óleo por alambras y material de desecho en general. Mención aparte merece Código textil de la gran Sandra Berduccy, artista que ha revivido el arte textil con procedimientos tecnológicos, recreando, con esta pieza, un código QR elaborado en base a una técnica prehispánica de telas e hilos. Respuesta a esta iniciativa de incluir una nueva sección se puede encontrar en la decisión de elegir a parte del jurado a José Bedoya y Agapito Céspedes.

Algunas de las propuestas más interesantes es la de Ramiro Baptista, logrando encontrar una firma propia con paisajes surrealistas, un trazo suelto que cede protagonismo al color.

A manera de conclusión, no se puede quitar la idea que el 14 de Septiembre está conformado por un círculo de artistas que año tras año se van repitiendo, produciendo una especie de muestra itinerante, con atisbos de incursiones de artistas con propuestas diferentes que no son visibilizadas. No se sugiere suprimir la pintura de caballete que ha perdurado de manera universal hace más de mil años, sino nuevas formas de mirar el fenómeno con la forma y el fondo.

Las obras de los ganadores se encuentran en exposición en el Museo Casona Santivañez (C. Santivañez entre Ayacucho y Junín), en Cochabamba, durante todo el mes de septiembre.

Periodista - [email protected]