Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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[NIDO DEL CUERVO]

Leche derramada

Reseña de ‘Tierra Fresca de su tumba’, la más reciente obra de cuentos de la escritora Giovanna Rivero. El libro está disponible a través de la Editorial El cuervo.
Portada del libro ‘Tierra fresca de su tumba’, de la escritora Giovanna Rivero (derecha).
Portada del libro ‘Tierra fresca de su tumba’, de la escritora Giovanna Rivero (derecha).
Leche derramada

El nuevo libro de cuentos de Giovanna nos lleva, de nuevo, a lugares inesperados, no porque resulten extraños, más bien porque los reconocemos como familiares, pero revestidos de extrañeza. Esta vez ese lugar es la tierra, una tierra húmeda y, por lo tanto, fresca, recién empapada de secretos familiares, antiguas venganzas y cuerpos sacrificados. El mismo impulso telúrico que absorbe la lluvia y todo lo que contribuye a nutrirla, para dar como fruto flores carnívoras, atraviesa la reciente colección de cuentos de la escritora boliviana. 

Tierra fresca de su tumba presenta seis relatos, cada uno de ellos más inquietante y asombroso que el anterior. Entre ellos reluce como una joya Socorro cuento por partes iguales estremecedor y vital. Es el reencuentro con una madre desquiciada, cuya leche enferma es, paradójicamente, capaz de sanar. Cuando pensamos en leche, pensamos en la niñez y en una vaga inocencia. La autora nos muestra que aquella leche impoluta también puede transformarse en el plasma que supura de una herida.  

Un cuento que inicia y termina con la leche de la infancia: la seducción de Socorro es irresistible. Un viaje de retorno a la patria que es más bien un retorno a lo materno. La protagonista se mueve en un mundo especular, donde todo tiene su doble perfecto su copia fiel. Llega a su antiguo hogar en Santa Cruz con sus niños gemelos, a la casa materna, donde la esperan su madre biológica y también su desquiciada y maternal tía, Socorro. La casa también se nos presenta desdoblada, la de la infancia de la que todo rastro ha sido borrado y otra, la actual, que es revisitada con extrañeza y dificultad. El hogar que en pasado crujía con los sonidos de una lluvia persistente y menuda, un chilchi que ocultó secretos vociferados. Años después, las paredes aún resuenan en los oídos de nuestra protagonista, tienen confidencias frescas que desean derramar en la noche. 

Vos eras para él y él era para vos. ¿Quién dijo que alguien no es para alguien? Pregunta la tía Socorro, mientras sus pechos doloridos rezuman una leche enferma que invita a hacer las cuentas con el pasado. Con esas palabras funda un espacio que excluye la evasión, ya no son válidos los códigos artificiales que pueden abrir una línea de fuga. Las pastillas médicas están en la basura y los aviones que alejan de casa desparecen en la vastedad de esa noche.

Si me preguntan a mí, diría que terapia significa en este y todos los idiomas: “sacar la mierda”, “comer excremento”, “ordeñar la putrefacción”