Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 18:38

Juan Pablo Richter: “Me gusta mucho escribir sobre la adolescencia porque la mía ha sido también confusa”

Entrevista al director beniano que acaba de estrenar en salas del país 98 segundos sin sombra, película con la que adapta la novela de Giovanna Rivero 
El director beniano Juan Pablo Richter. IMDB
El director beniano Juan Pablo Richter. IMDB
Juan Pablo Richter: “Me gusta mucho escribir sobre la adolescencia porque la mía ha sido también confusa”

Finalmente se ha estrenado en salas del país 98 segundos sin sombra de Juan Pablo Richter que había causado expectativa, no solo porque ya estaba lista para exhibirse desde hace casi un año o por la buena vena cinematográfica que había mostrado su director, sino por adaptar una de las novelas de Giovanna Rivero, una de las figuras más importantes de las letras bolivianas actuales. 

En 98 segundos sin sombra, Genoveva (interpretada por una sensible Iran Zeitun) nos cuenta cómo es la vida de una joven de 17 años en una provincia de Santa Cruz en los 80, en “El Culo del Mundo”, mientras tiene que lidiar con una educación escolar de monjas o un narcotráfico campándose a sus anchas. Un lugar al que se siente muy ajena y del que decide, por momentos, desprenderse de su realidad. 

Se trata de un coming of age en toda la regla, donde ya había navegado Richter con su anterior largo, El Río (2018), pero con un protagonista hombre, también adolescente, y con ciertos códigos sociales ya insertados de los que reniega Genoveva en 98 segundos…. Es un género cinematográfico que nos ha relegado cintas como Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950), El Club de los Cinco (John Hughes, 1985), Los 400 golpes (François Truffaut, 1959) o Stand by me (Rob Reiner, 1986), está última la menciona el director en la charla. Películas que pueden ser tan dispares entre sí pero que al final cuentan la búsqueda de la identidad en la adolescencia, la creación de las nociones moralistas del bien y del mal con un entorno particularmente violento. 

Justamente creo que ese es el mayor acierto de 98 segundos…: contar una historia sobre el despertar de la adolescencia, que se siente ligera, con alicientes cómicos, pero que al mismo tiempo nos retrata asuntos serios, reales y que se sienten cercanos. Tal vez la voz en off con la que la protagonista nos narra su mundo se sienta a un principio muy literario o sesudo, pero a medida que avanza la película se percibe que es un recurso más para sumergirnos en el universo de Genoveva, porque es su relato, le habla directamente al espectador para comprobárselo. 

También quería mencionar las escenas surrealistas/fantásticas en las que Richter muestra su faceta más arriesgada, con colores saturados y con homenaje a algunos cineastas como menciona en la entrevista. 

Pregunta. Tras las premiers en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, ¿cómo estás sintiendo la acogida de 98 segundos sin sombra?

Respuesta. La recepción, en general, está siendo buena. No es que desconfíe, pero las premiers suelen ser espacios muy seguros y está bueno porque haces premiers para que tu equipo vea la peli, ese es el motivo principal, que las personas que te ayudaron en el camino vean la peli; no deja de ser un lugar “seguro”. Ahora bien, en general la recepción en Bolivia hasta ahora ha sido súper buena. La gente que no formaba parte del equipo, espectadores que no tiene relación con la peli reaccionaron muy bien, creo que el personaje de Genoveva cae muy bien al público y genera acercamiento. Escuchas comentarios positivos y alentadores y eso me alegra un montón. Con El Rio tuvimos también una buena recepción, pero el comentario era un poco menos claro, digamos, menos absoluto. Lo que más me sorprendió fue el recibimiento de la gente en el Festival de Tallin (Estonia), porque las diferencias culturales siempre son una interrogante. Si bien es una historia universal, el conflicto de esta adolescente también tiene muchos componentes culturales nacionales. Sin embargo, me encantó como el público estonio pudo conectar con el conflicto de la historia, con la urgencia del personaje. Ahí sí sentí una conexión muy interesante, una lectura bastante cercana a pesar de que haya continentes de diferencia. Me emocionó porque habla de una universalidad de la película.

P. Claramente 98 segundos… es un drama, pero hay escenas cómicas y otras muy reales e importantes como el embarazo en adolescentes, la convivencia de un pueblo con el narcotráfico. ¿Fue una decisión intencional esta combinación de géneros?

R. Había una intención. Obviamente en la novela de Giovanna está ésta cosa maravillosa que es el diario de Genoveva, la narración de su pensamiento y era lo que más me emociono del libro y quería contar la película desde ahí, desde su imaginación, pensamiento, sueños; meterme en su cabeza. Eso te permite jugar un poco con los géneros, porque hay varios elementos: está el narcotráfico, la violencia masculina, pero al mismo tiempo hay otros espacios, no deja de ser una adolescente, está la música pop, la primera aproximación a la presencia de un hombre, como es el Maestro, que le llama la atención y no sabe muy bien qué hacer, se maquilla para verlo, se maquilla mal; son elementos que forman parte de la personalidad de Genoveva. Tiene posturas (la protagonista) muy claras, pero va descubriendo nuevas cosas. 

Quería mezclar géneros desde el principio. Soy fan del terror y ahora estoy escribiendo una película que combina el horror con la fantasía, quería experimentar esas cosas en 98 segundos. El Río fue una peli muy racional, realista en su forma, en su guion, es una cinta muy cruda y con 98… quería arriesgarme con los elementos de géneros que me gustan mucho. Siempre uno dice que puede hacer más en una escena o tal después de ver la película, pero creo que está mezcla de géneros está en su cantidad perfecta. Contar desde la imaginación, desde el pensamiento te da la oportunidad de eso. Yo soy un poco así, parte de mi conexión con el personaje es que veía mucho de ella en mí, a esa edad siempre he sido una persona solitaria que dependía de mi relación con el cine de terror, fantástico y como empiezas a combinar tu entorno con esas cosas. 

P. ¿Qué partes de libro que querías meter en la película tuvieron que quedar fuera por diferentes motivos?

R. La novela tiene muchísimos elementos y eso que es una novela de 150 páginas. El mundo de Giovanna es enorme y era imposible meterlo todo. El proceso de adaptación tiene que ver con eso, de apropiarse de ese lenguaje principal, fuente, que es la literatura y convertirlo en uno personal. Escribí una primera versión de guion que era básicamente una trasformación del lenguaje literario al cinematográfico. Ya más adelante me animé a escribir el guion como si fuera original. Después de hacer una disección de la novela, darle un orden personal, hice un trabajo de rescatar los elementos que quería. En ese camino no te das mucha cuenta qué está en la peli que era de la novela y me gusta mucho ese diálogo. Volví muchas veces al libro cuando estaba cerca del rodaje, cuando estaba junto a las actrices e iba jugando con los elementos. Hay algunos detalles de la novela que sí extraño, pero creo que funcionan muy bien en lo literario, pero en el momento que quise convertirlo en el audiovisual no funcionaban y el mismo guion las iba sacando. Hay unas escenas muy lindas en la novela cuando Geno va a buscar el bus en el colegio y tiene algunas reflexiones, esas escenas me gustan arto, pero creo que el guion no las necesitaba. 

P. Hay un elemento nuevo que es la voz en off que te sirve para entrar a la cabeza de Genoveva ¿Cómo te sentiste utilizando el recurso? ¿Fue un reto en la edición?

R. Definitivamente es un reto, es complicado. La voz en off estaba desde el principio. Soy como muy obsesivo con la idea del narrador o narradora, de tener clara una posición. En El Río era Sebastián que era más observador, más parco, y en 98 está claro que Geo es la narradora. Algo que me impresionó de la novela era la potencia de los diálogos, la claridad de la escritura de Giovanna. Quería respetar ese camino, esa forma de comunicación. Escribí una voz en off muy cercana a los textos de la novela donde no me animaba a intervenir demasiado, pero en el arco de la escritura te animas a intervenir, a darle otra forma, me di cuenta que la Genoveva en la pantalla era mi Genoveva, también tenía que apropiármela de alguna manera. Lo que terminó de darle vuelta a la voz en off fue el trabajo con la protagonista Iran Zeitun, con la que grabamos una voz en off provisional en el rodaje para que justamente la editora tenga la marca de los tiempos. En la post de sonido le pedí a Iran que vuelva a grabar la voz en off, empezamos a charlar y definir por el lado que tenía que ir. La voz en off de la peli es un producto de la conversación con Iran, y el proceso de trabajo con ella siempre ha sido así. Cuando la casteamos yo le dije este es el guion, estas son mis ideas, de ahora en adelante has de este personaje tuyo y ella es muy inteligente y talentosa por lo que fue un proceso distinto con El Río. Con Santiago que hizo el papel de Sebas fui muy hermético, no le di mucho margen de participación porque tenía una idea muy específica.

La voz en off me gusta amucho, es difícil. Ahora estoy escribiendo la historia de un escritor y de nuevo hay la presencia de un narrador que le está hablando a quien le escucha, al espectador. 

P. Al igual que en tu anterior largo, El Río, en 98 segundos… se habla en el fondo de un camino hacia la adolescencia, con el acercamiento al otro género, la búsqueda de la identidad o el despertar de la sexualidad. ¿Es una decisión tuya abordar historias con estos temas y por qué la adolescencia es una fase tan importante y decisiva?

R. Todos los coming of age, los ritos del pasaje, son las películas que más me gustan en sus diversidades de género por eso creo que me gusta tanto el slasher y esta cosa medio tonta de la adolescencia y la juventud, en forma y contenido. Me gusta mucho escribir sobre esta etapa porque mi adolescencia ha sido así también, bastante confusa, creo que es un momento confuso para todos nosotros, pero en mi caso era muy particular por el problema de mi vista, cuando decidí ser cineasta, por las relaciones con las chicas, el colegio, todos estos componentes propios de la adolescencia. Se me vuelven siempre atractivos en lo emocional y estético, pero, sobre todo, lo que tiene la infancia hacia la preadolescencia y esta hacia la juventud, es que son momentos bisagras en nuestras vidas, porque empezamos a hacernos preguntas sobre quiénes somos, empezamos a crear nuestras propias ideas del bien y del mal, sobre lo que queremos creer y no, entonces empezamos a dudar. Eso se me hace muy atractivo porque las familias suelen estar sometidas a rupturas comunicacionales no naturales, ejercicios de poder, etcétera. Tampoco, ojo, quiero decir que las familias son escenarios peligrosos, pero las construcciones sociales sobre la familia y la posición de cada uno de los miembros puede terminar en eso en exceso de ejercicios de poder, en exceso de falta de comunicación, de abusos emocionales, sin ir a la parte de los delitos. Hay un silencio, una incomunicación. Cuando eres adolescente la incomunicación puede ser súper peligrosa porque es la etapa donde más diálogo necesitas, cuando eres niño y metes tus dedos en el enchufe y te sacas la mierda no lo vuelves a hacer porque es un razonamiento básico, pero cuando ya eres adolescente empiezas a preguntarte otras cosas, cuestionar mucho, desde el propio cambio del cuerpo, las relaciones con otras personas. Esas trasformaciones me llaman mucho la atención como contenido, como caminos para escribir guiones. Stand by Me es una de mis películas favoritas porque son cuatro changos completamente solos, tratando de entender qué onda con sus vidas. 

Creo que eso es lo que más me atrae de estos ritos de pasaje. Te permiten jugar con los géneros mucho, a veces te ríes, pero estás viendo, al mismo tiempo, cosas oscuras.

P. Hace unos días vi Gaspar donde ejerces como editor y pude notar el mismo recurso en 98 segundos… de presentar posibles futuros en base a decisiones que se logran con la edición, que se puede ver principalmente en el final. ¿Me puedes hablar un poco de él y como es tu trabajo de edición?

R. En 98 lo que yo quería era proponerle a Genoveva todas las opciones. En la novela ella se va con el Maestro. Me acuerdo que de toda la novela lo que más ruido me causó era esa decisión. Hablé con Giovanna y le pregunté, y le dije que iba a cambiar el final de la peli o que por lo menos le iba a ofrecer otro final y quería que Geno vea un atisbo del final con el Maestro. Todo este juego de la realidad con la imaginación es un preámbulo para este momento final para ver si se va materializar.

En la escritura de guion yo tenía como cuatro finales distintos y uno de esos era el final de la novela, pero empecé a ir por otros lados. Cuando menos presión ejerzo sobre el guion, los finales se materializaron ante mí, me pasó lo mismo con El Río. En 98 me acuerdo que escribía una nueva versión y ¡puck! de pronto esto se materializa. Quería ofrecer a Geno la oportunidad de ver las posibilidades y que ella decida 

En el caso de Gaspar, lo que quería Diego (Pino, el director) era mostrarle al personaje de Martín como sería su vida sin su hijo, al nivel de apuesta al que se estaba metiendo y el precio de la apuesta era muy grande. Tiene que ver con esto de proyectar imágenes del futuro. Diego es un gran amigo mío, tiene una sensibilidad muy buena y me gustó mucho editar su película. Antes había editado Santa Clara, Bárbara y Blood Red Ox, películas completamente distintas entre sí. 

P. Me llamó mucho la atención las imágenes surrealistas, de fantasía de la protagonista que interrumpen el relato. ¿Cómo se logró introducir estas escenas sin que desentonen tanto porque son una irrupción a un relato realista?

R. Podía haber salido muy mal, porque como dices estás rompiendo un poco la forma, pero por otro lado estas escenas me emocionan mucho porque hablan de la libertad del personaje. Esta escena cuando Geo se duerme y le salta la sangre y cambia el color de la escena es algo que quería hacer hace mucho tiempo atrás. Me encanta el cine de Dario Argento, efectista, colores súper saturados, una música histriónica. No quiero sonar pretenciosos, pero la escena de los muertos en el piso es un homenaje personal al cine de Argento, de amor hacia ese director y esa cierta falsedad. En ningún momento quería que parecieran escenas impecables, quería darles cierta teatralidad, como los arneses que se ven, que todo es falso. Eso me gusta del cine clase B, me ha formado cuando era chango y todo esto como espectador me encantaba ver el truco y la forma en ese tipo de cine.

Creo que sí funciono porque el tono de la peli y la mirada del personaje nos permitía tomar esos riesgos. Han quedado fuera de la peli dos escenas que sobre todo quedaron fuera de la peli porque eran un poco redundantes y tenían que ver con una suerte de imaginación, quería darme el gusto de hacer estas cosas que siempre me han gustado como cántico del género y rendir un poco de homenajes me han hecho muy feliz. 

P. ¿Qué sigue para vos? Me contabas que tus proyectos futuros tienen recursos como el de 98 segundos… 

R. Ahora estoy escribiendo dos proyectos. uno es la adaptación del cuento Proteo, cazador que va mucho en la línea de El Rio, familias mal comunicadas, ejercicios de poder. Es la historia de un niño que va a cazar venados con su papá, otra adaptación, pero en esta ocasión de un cuento de Sebastián Antezana. Es un proceso que está en una fase de maduración todavía. El otro es un proyecto que llevo buscándole el camino hace unos 15 años, una peli sobre la epidemia de fiebre hemorrágica que hubo en 1960 San Joaquín, Beni, donde nació mi papá. Prácticamente es la historia de Valdemar, un escritor al que se le aparece la muerte y le dice que será el narrador de todo el desastre que está por venir. La película es básicamente eso, como Valdemar es testigo y va narrando todos los sucesos durante este periodo. Es un proyecto más ambicioso porque es una película de época, que tiene efectos especiales, hay fantasmas, brujas, mujeres que se convierten en pájaro; una especie de juego con el fantástico/terror que estoy intentado darle forma. Con él empezaré un laboratorio en Ventana Sur en Argentina, en una sección para películas de género. Se llama Los Gatos.