Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 29 de marzo de 2023
  • Actualizado 18:58

La Ilustración: una revista entre el arte y la caricatura política (parte I)

La publicación nació en respuesta al régimen de Bautista Saavedra, a inicios de los años 20 del siglo pasado
La Ilustración una revista entre el arte  y la caricatura política (parte I)
La Ilustración: una revista entre el arte y la caricatura política (parte I)
La Ilustración: una revista entre el arte y la caricatura política (parte I)

Aproximarse a las vanguardias de los años 20 del siglo pasado en Bolivia sería insuficiente sin un estudio referente a las revistas y cenáculos literarios que dieron vuelta el enfoque de las letras bolivianas. Se buscaba una nueva forma de reinterpretación del país, a partir de un análisis más detenido en el “zoológico político” del país. Muchos jóvenes atraídos por la literatura y la mofa hacia el gobierno de turno resaltaron su talento en el arte de la crítica, preferentemente burlesca y humorística a las condiciones políticas de nuestro país. 

Combinando el humor y el arte, añadido la bandera de un nacionalismo todavía embrionario, nacía por estos motivos La Ilustración, una revista más allá del humor.

A inicios de esta década, el 12 de julio de 1920, el Partido Republicano llegaba al poder por medio de la “Gloriosa” revolución, eliminando dos décadas de dominio liberal. Llegaba 1921 y Bautista Saavedra, ensayista y sociólogo; destacado por sus simpatizantes como un gran líder y portavoz de los sectores obreros, hasta ese momento, relegados y marginados del interés gubernamental. Saavedra, devorando el poder absoluto, rompiendo, además con miembros de su partido, fagocitaría todo el poder y renombraría a su partido, Partido Republicano Socialista, apoyándose en obreros, además de artesanos y universitarios, quienes veían a Saavedra la coordenada exacta que dirigiría la construcción de la identidad nacional. Meses después, el saavedrismo se haría sentir más aún: un estado de sitio sería su marca de inicio gubernamental. La ingenuidad boliviana volvía a caer. 

A partir de ese momento, la oposición, reunida entre liberales, republicanos genuinos y republicanos disidentes crearían revistas, folletos y crónicas con relación al gobernante y su forma de ejercer el poder estatal. Harían ver a Saavedra un personaje caricaturesco, totalitario y sumiso a las riendas del poder gubernamental. 

Entre las diversas publicaciones opositoras entra en idea La Ilustración. La intención iría más de solo una revista de literatura y crónicas del momento; fue de una lucha contra la opresión del caudillo gobernante y dar a conocer su manía de hacer desaparecer o exiliar, en su mayor medida, a cualquier elemento opositor. Fue un momento clave en la cultura boliviana y su modo de expresión fue más directa. Esta revista tuvo un quiebre en la forma de hacer periodismo, usando técnicas que hasta ese momento no se habían usado. 

Los artífices de este emprendimiento fueron Gustavo Adolfo Otero y Ángel Salas, quienes ya habían tenido lides en otras circunstancias pasadas. Provenían de una generación continuamente formada por los cambios suscitados en el país e influenciados intelectualmente por el espíritu patriótico de Daniel Sánchez Bustamante, a nivel nacional, y por José Enrique Rodó, cuyo movimiento era conocido como el Arielismo Rodoniano, basado en su libro Ariel publicado en 1900. Su objetivo: buscar la conciencia y espíritu nacional, demostrar nuestro intelecto propio, buscar una homogeneidad cultural y, más que todo, desarraigarse de ese espíritu europeo, el cual era ajeno a todo cambio en nuestro medio, y solo creaba subjetividades en torno a nuestro propósito como nación.

Otero, un claro talento emergente del periodismo, destacó en ese momento por haber participado de eventos anteriormente. Había sido secretario del presidente José Gutiérrez Guerra, cronista en periódicos como El Diario y El Fígaro y autor de un polémico libro de semblanzas conocido como Cabezas, haciendo retratos de varios personajes políticos, literatos y militares del país. Todo eso solo a sus 25 años. En cambio, Salas, fue un periodista experto en hacer crónica y estaba en la cumbre del nuevo teatro boliviano del siglo XX. Sus obras fueron ovacionadas por el público y poco a poco su nombre sería conocido en nuestro medio.

El joven Otero viendo todo el desfase del gobierno, se convertiría en un acérrimo opositor del gobierno. Sin ningún partido opositor que lo financie busca colaboraciones para la elaboración del nuevo proyecto literario. Esteban Riccio, italiano, hombre de negocios y dueño de una casa comercial, se interesaría por las inquietudes del joven escritor, logrando aceptar el trato. Riccio era un hombre honesto, sincero y desinteresado de cosas actuales del país sudamericano donde vivía. Su amable colaboración para dar a luz a una revista fue de gran validez para expandir más la publicidad de su casa comercial a otros lugares del país. Bajo el nombre de La Ilustración, la revista nacía como una esperanza prometedora hacia el público. 

El primer número de la revista salió el primer domingo de febrero de 1921. Llevaba el nombre de “La Ilustración. Revista Semanal de actualidades, información gráfica y literatura”. Con un precio regular de 0.30 Bs. podía ser adquirido en sus oficinas de la calle Yanacocha, así como en el interior y exterior del país. Además, tuvo una alianza estratégica con la casa editora González y Medina para la publicación en su librería El Siglo Ilustrado. La revista, a los meses, tuvo difusión en algunos países como Perú y Chile, esta acción fue gracias a los contactos de Riccio, quien tenía una amplia red de colegas alrededor de países limítrofes con Bolivia.

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