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  • Diario Digital | domingo, 01 de octubre de 2023
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Sobre ‘Historias de ciclovía’

Sobre ‘Historias de ciclovía’

Historias de Ciclovía son cuatro historias. O quizá diez o cien. Historias de Ciclovía pretende ser eso, todas las historias de todas las rutas y de todas las venas de uno y de ninguno a la vez.

Historias de Ciclovía es Mercedes & Estela, es Esteban, así como Veruca & Santi y para finalizar también es Silvia, pero después del final, después del último sueño, de la última lágrima, de la última risa, estamos nosotros, todas las demás historias. Porque todos tenemos una historia de ciclovía, ¿no?

6:00 a.m.

La ruta, la rodada o el camino, empieza por dos barrenderas, Mercedes & Estela, ¿te puedo decir Mechi? dice la Estelita a lo que Mercedes responde un seco No, Mercedes me llamo.  

Una carismática y la otra amargada. Hablan de su forma opuesta de ver el mundo, sus amores, sus odios, las realidades del espacio, su peligrosidad. Sobre ser mujer, sobre el peligro y las diferencias que trae ser mujer. Ser madre, luchar por no ser pobre. Salir de la pobreza. Estela tiene una hija. Mercedes tenía un hijo, lo mataron en un asalto. En su segundo día de trabajo. 

En una ciudad controlada por la basura, los que no se ven son héroes y heroínas. Los que no se ven, hacen que la ciudad se vea (limpia, linda, sana. No herida. No desfragmentada). ¿Y cuando bloquean el botadero? Pregunta uno sin imaginarse respuesta, nada, esperaría. ¿Qué van a hacer? Aquí un poquito lo traemos y lo demás se tiene que quedar nomás. Se tiene que quedar nomás pues, porque se sigue controlando la ciudad como cada basura que generamos, en un día, en una semana, en un corazón. A un corazón. Con el afán de el reciclaje se vende la obra, se vende así, promesita. Pero la obra no agradece ni promueve el reciclaje, no necesariamente, no directamente, porque el subtexto va más allá. El subtexto siempre va más allá. 

Que mujeres poderosas que son. Las barrenderas han sido parteras, detectives, cocineras, amigas, madres, familias enteras amando su ciudad. Porque cada basurita cuenta Mechi dice la Estelita, continuando la jornada de madrugada en el trabajo. Así nomás Estelita, así nomás.

La Estelita y la Mechicita bien grave se han querido, se han aguantado, se han gritado, se lloran y se bailan. Y lo bueno, después de todo es que a la una le falta tanto que aprender de la otra, que les queda tiempo de aguantarse todavía. Ceder ante el amor que alguien nos da también es un acto de amor propio.

13:30 p.m. 

El camino azul continúa con Esteban, sobreexplotado por el trabajo, va a la ciclovía todos los medios días, se salta el almuerzo, come ahí porque necesita despejarse. Es guapo, alto. Perdido. Va a respirar y a sentirse encontrado. Encuentra un perro, ojalá yo fuera un perro, piensa. Pero no un perro de ciudad, no rogar por comida, no hurgar en la basura, quisiera ser un perro de campo, se dice; lleno de amor, correr libre, reencarnar en perros para seguir con esa familia, querer reencarnan para seguir con esa familia. No querer huir. No querer encontrarse todos los días, porque no se está perdido todos los días, a cada hora, a cada minuto. Menos media hora en la ciclovía en la que puede encontrarse y ser. Es difícil ser un perro piensa. También no serlo. 

18:30 p.m. 

El día continúa y viene el sol, la llama. También vienen Veruca y Santi. Ella rompe en llanto porque Silvia, su mejor amiga ya no está. Hace seis meses fue asesinada cerca de su casa. La primera vez que Verónica que vuelve a aquel punto, a dejarle flores, enterrarla con flores y plantar la semilla que Silvia es ahora. Entender que es semilla ahora. Querer incendiar todo. Ya no saber que significa ser mujer, ser amiga de una mujer violada y asesinada. Porque una ya no sabe que es, pero se siente. Uno se convierte en su lucha, todo el tiempo, todo el Tiempo. Santi sonríe, siempre que la ve, siempre que ella no ve. Santi la escucha, la abraza. Santi está. A veces uno no sabe lo mucho que hace solo estando. 

00:00 a.m.

Otro día, las historias finalizan con Silvia. A veces las historias finalizan. Pero es difícil, soltar. Porque es difícil soltar cuando la decisión la ha tomado otro. Mierda que pasa con los vivos cuando te arrebatan así a un ser querido, a tu maldita hija menor. Ella decide volver después de seis meses, contar sus sueños, sentarse en la ciclovía, caminar sobre las barandas. Concientizar el peligro, ya no sentir miedo. Qué injusto es sentir miedo, en tu propia calle, en tu propia puerta, en tu propio cuerpo. Contar que quería ser escritora, bailarina. Y sobre todo, funambulista. Ella decide contar sobre Veruca. Que es hermosa. Que está herida, que era su mejor amiga. ¿Qué pasa con ella? Qué pasa con quien se queda, los que siguen gritando por ella, por todas las que ya no están más que en el recuerdo y el corazón. Por todas las que se convirtieron en semilla y cometa, que decidieron poder soltar. Para volar. 

El equipo detrás de la producción de Historias de Ciclovía es Racconto Artes Escénicas. María José Borda en dramaturgia y dirección, Aleyda Kattya en dirección de arte; Andrea Birhuett, Shirley Pinto, Camilo Robles, Andrea Andrade, Gary Yugar y Sandra Camacho como intérpretes y Alejandra García como gestora cultural.

Somos Racconto, solemos mencionar en nuestras redes para visibilizarnos. Para nuestra identidad, nuestra marca, desde el punto marketero contemporáneo, creo. Pero en realidad Racconto en italiano es historias, somos cuento, puro cuento.  Cuentos que nos sostienen el hoy, y nos preparan para mañana. Y Racconto en teatro es recuerdo, flashback, escena retrospectiva. Una escena que sostiene el hoy y prepara al personaje para mañana. 

Nos venimos preparando con una historia compartida como equipo. Este año celebramos nuestros dos añitos y esperamos poder cumplir cuarenta y cinco. Nos terminamos de animar y saltar al éxito en la pandemia, cuando aparentemente nadie tenía éxito. Aprovechamos, creo yo, la virtualidad. Monólogos, no necesitábamos más. Solo un público por más impersonal que haya sido, ahí continuamos. 

El teatro como exposición de nuestros monstruos, pero también exponiéndonos a nosotros mismos como medicina. Medicina para uno, medicina para el otro, medicina para una sociedad desfragmentada que necesita sanar la herida, reír para sanar la herida, llorar para hacerlo. Escuchar, ver. Nosotros mostramos, decimos, contamos. Nada más. Y poco a poco vamos sanando cada uno y entre todos, como puede.

También vamos proponiendo llenar la ciudad de narración oral, de cuentos, nos encantan los cuentos. Para niños y grandes. Para casas, para causas. Conservar la vida por medio de cuentos, cuidar la mente, sanar la muerte. 

Samos Racconto y aún estamos creciendo, tropezando y aprendiendo. Pero respetando el proceso y ofreciendo nuestro arte a un público. Recordemos que un teatrero, siempre, siempre está dispuesto a entregar su cabeza a su público. 

Ingeniera Ambiental, directora y actriz

[email protected]  @racconto_teatro