Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:37

La historia, la errancia y el encuentro del Yo (II)

Segunda parte del texto que el autor leyó en la presentación de la novela ‘Yo’, del escritor boliviano Gonzalo Lema, publicada por Editorial Kipus y disponible en librerías
Segunda parte del texto que el autor leyó en la presentación de la novela ‘Yo’, del escritor boliviano Gonzalo Lema.
Segunda parte del texto que el autor leyó en la presentación de la novela ‘Yo’, del escritor boliviano Gonzalo Lema.
La historia, la errancia y el encuentro del Yo (II)

4. Modesto Poma, el Kallahuaya

En la historia, parece que la divinidad empieza a vislumbrarse, en la presencia del Kallahuaya Modesto Poma, depositario de una sabiduría y una autentica espiritualidad, marginada por una sociedad excluyente de las poblaciones americanas autóctonas. En los primeros tiempos, lo sagrado, desde la cual se manifestó el brillo de lo divino, tal vez se empezó a manifestar en la claridad del cielo de las noches pobladas de estrellas, en que los pastores de los tiempos primitivos, descubren señales que podrían representar algún amparo, protección y cuidado a su menesterosa existencia, abrumada por las incertidumbres  del clima, la presencia de enfermedades, las amenazas de fieras y la hostilidad de tribus rivales. El vulnerable cuerpo, pequeño y opaco de ese pastor, contemplando la vastedad de la noche en la tierra entre penumbras, que despliega el cielo maravilloso de la luz de las estrellas, se siente acogido por una presencia diferente y superior que parece ofrecerle protección, erigiendo una defensa ante su soledad, sus miedos y las amenazas que lo asechan con el rostro misterioso de la muerte, o la implacable fuerza destructora de las sequías, las enfermedades, las inundaciones, las sequías, los temblores de tierra….Pero ese Dios que alguna vez estuvo ya no está más y, ahora, la existencia humana experimenta la ausencia y la lejanía de la divinidad y los dioses, marcando la época de penuria e indigencia en que vivimos en las palabras del poeta Holderlin y recogidas y pensadas intensamente por Heidegger. Esta época de penuria está históricamente señalada por la desaparición de la faz de la tierra de Heracles, Dionisos y Cristo. Esto no significa que no existan señales de la experiencia de lo divino en Iglesias y templos o en seres humanos que acojen misteriosamente a Dios, desde sus vidas templadas en la meditación y la oración y consagradas a la asistencia a sus semejantes. Los tiempos de penuria o de indigencia, no son ni decadencia ni declive. Son destino, que reside en el ser y reclama al hombre.

En la novela, la presencia y las acciones sanadoras de Modesto Poma apuntan en el sentido de la visión de Holderlin, al indicar que el poeta en tiempos de penuria debe señalar las “huellas del ya no de los dioses que han huido o del aún no de los dioses venideros”. Esa huella guarda relación con lo sagrado y, la poesía entonces debe darse desde la esencia de la poesía y Rilke, Vallejo, Char, Montale, Celan, Mitre, Rosso, andan y desandan por esos caminos, pues como dice Holderlin, los poetas acogen ese destino del ser, también errantes, en la noche sagrada, como los sacerdotes sagrados del Dios del Vino. El gran poeta Antonio Terán Cavero, maestro del difícil arte del soneto, dice esto mismo: “Si no nos joden unos nos joden estos otros/claman entonces los poetas/ y vuelve Holderlin a pendular su para qué/en tiempos de penuria”.p00ol.

La figura de Modesto Poma roza la magia desbordante de los libros de Castañeda sobre las enseñanzas del Chamán Don Juan, desde las culturas del peyote en los pueblos de las sierras mexicanas, y las visiones y la extraordinaria magia y espiritualidad del fuerte psicotrópico que contiene ese vegetal sagrado. Algunas versiones de antropólogos conocedores de de estas culturas o afines a sus prácticas del peyote y otras semejantes, consideran que los Dioses se refugiaron en el mundo vegetal, al huir del mundo caído en ruinas y oscuridad y que, por eso, como hacía el chamán Don Juan, cuando se ha ingerido el peyote, uno debe hablarle con una clara voz a esa entidad que es una presencia individual que se despierta en el alma.

Modesto Poma, repite en una de sus curaciones, que la religión cristiana se ha alejado de la sanación y resulta evidente la verdad de esa afirmación, desde la lectura de los Evangelios, pues encontramos que Cristo, no solo predicaba acerca de la Ley de Dios y los caminos para cumplir con la voluntad divina, sino que sanaba de enfermedades, mediante sorprendentes milagros. Esa idea coincide con aquel pensar que considera que se debe asumir de otras maneras la experiencia de vivir el espíritu, o Dios, la naturaleza, la historia, el mundo, matizando la idea platónica de una dicotomía entre el mundo del intelecto o de las ideas, entidades eternas e inmóviles, y el mundo de las sensaciones o cosas perecederas y móviles. 

Indagando en el pensar ontoteológico, podemos encontrar vías para introducirnos en estas dimensiones de lo sagrado que guardan relación con la sanación. Lo Sagrado es Das Heilige, cuyo sentido se comprende desde la raíz germánica heil, que se traduce por sano, íntegro, entero, desde la cual deriva el verbo heilen que significa sanar, curar, es decir ese sentido primigenio desde el cual se puede pensar en algo ileso y sano y omnipresente que, en cuanto anterior a todo ente o entidad, ya sea Dios o un hombre, puede donar la salud, la salvación (das Heil). En el pensar filosófico occidental, tal vez podamos encontrar una convergencia con un pensar esencial acerca de las verdades últimas de la presencia espiritual y profética de Modesto Poma, sin pretender rozar siquiera las honduras de la sabiduría y el quehacer sanador de la cultura kallahuaya. Para el pensar de Heidegger, a partir de la poesía de Holderlin, como ya dijimos, el hombre en occidente vive un tiempo de indigencia, de penuria, de abandono o de lejanía de Dios. Como una manera de experimentar ese pensar, podríamos decir que el divorcio entre lo sagrado y la sanación, está en el origen de estas travesías desventuradas del cuerpo enfermo en el contexto universal de la devastación de la naturaleza. Es indudable que el cuerpo humano está entregado a prácticas médicas desoladas y desprovistas de espiritualidad, y muchas actitudes de los llamados a ejercer la sanación, denotan comportamientos con sus pacientes que no están muy alejados de la falta natural de empatía que puede tener un mecánico con el artefacto que debe ser arreglado.

Es memorable el pasaje en que, de la aventura académica de Modesto en Paris, se derive una confluencia sexual con el mito erótico de Briggite Bardot.