Habitar poético e identidad narrativa

En “Arquitectura y Narratividad”, Paul Ricoeur intenta asociar, por analogía, todo el entramado de su teoría narrativa al ámbito de la arquitectura. La finalidad es clara: meditar si la “memoria de los piedras” habla con la misma claridad que la “memoria de los textos”. El registro de la arquitectura es eminentemente espacial; en este sentido, para realizar la relación antes mencionada, Ricoeur utiliza las reflexiones heideggerianas sobre el habitar [Bauen-Wohnen]. La triple mímesis ricoeuriana es aplicada a la “textualidad de las piedras” y su origen de dotación de sentido temporal es, de cierta manera, “espacializado”. Ahora bien, esta labor, y su foco en la temporalidad, es desarrollada por Ricoeur, sin prestarle tanta atención al específico sentido de espacialidad desarrollado por Heidegger en Construir Habitar Pensar. A la vez, Heidegger, en la conferencia antes aludida, parece no prestarle atención a la temporalidad constitutiva de todo habitar. Sin pretender homologar a la perfección las reflexiones de ambos pensadores, mi intención es generar un juego dialéctico entre el habitar poético heideggeriano y la identidad narrativa ricoeuriana, con la finalidad de develar su mutua correspondencia y co-potenciación.
A diferencia de Heidegger, Ricoeur habla de un “doble arraigo” espacio-temporal. Por un lado, el tiempo del relato “se despliega en el punto de ruptura y sutura entre el tiempo físico y el tiempo psíquico”. Por el otro, el espacio construido es “una especie de mezcla entre lugares de vida, que envuelven al cuerpo viviente, y un espacio geométrico en tres dimensiones en el que todos los puntos pueden pertenecer a cualquier lugar”. Ahora bien, la espacialidad en Heidegger tiene un sentido muy particular. Para Heidegger un espacio construido debe ser antes espaciado por un lugar [Ort]. Heidegger afirma: “el construir erige lugares, que espacian un paraje a lo cuadrante”. Aquí el espacio no se comprende como extensio o spatium, sino como el ámbito del habitar esencialmente pensado. Al respecto Heidegger nos dice: “El vínculo del hombre con lugares y, por medio de lugares, con espacios, estriba en el habitar. La relación de hombre y espacio no es otra cosa que el habitar esencialmente pensado”. De esta manera, vemos que en Heidegger existe un “arraigo espacial” desde el mismo habitar entendido en sentido esencial. A diferencia del doble arraigo ricoeuriano, el “tiempo físico” y el spatium están ausentes de la modalidad de arraigo heideggeriana.
Ahora bien, con el fin de desarrollar ese doble arraigo, Ricoeur aplica las categorías de su teoría narrativa al ámbito de la arquitectura. De esta forma, “la arquitectura sería para el espacio lo que el relato es para el tiempo, es decir, una operación «configuradora»; un paralelismo entre, por un lado, el acto de construir, es decir, edificar en el espacio, y, por otro lado, el acto de narrar, disponer la trama en el tiempo”. Para ello aplica su triple teoría de la mímesis al acto de construir como operación configuradora.
En la «prefiguración», que como vimos es un ámbito de “precomprensión”, el lazo entre tiempo y espacio se da desde la misma relación del habitar y construir. Es decir, que en esta etapa, tal como lo hace Heidegger, se debe pensar el construir como habitar. Si, por un lado, el mundo de la vida [Lebenswelt] nos demarca una precomprensión espacial para construir-habitar, la prefiguración narrativa siempre se desarrolla en algún “espacio de vida”. En un relato existen desplazamientos, espacios donde se demarcan los acontecimientos, etc. En la «configuración», por otro lado, ya es visible el despliegue del construir en sí mismo. En la configuración narrativa “el acto de narrar se libera del contexto de la vida cotidiana y penetra en el campo de la literatura”. De la misma forma, las etapas del acto configurador narrativo, es decir, la puesta-en-intriga, la inteligibilidad y la intertextualidad, pueden aplicarse al ámbito espacial de la arquitectura. En palabras de Ricoeur, se puede decir que “esta «configuración» del tiempo por parte del relato literario es una buena guía para interpretar la «configuración» del espacio por el proyecto arquitectural”. Finalmente, en la «re-figuración» se llega a la primacía del habitar en sentido más propio, donde el lector se asocia al habitante. En este punto, es donde se puede observar la máxima fusión entre la idea de tiempo narrado y espacio construido. En el acto de leer –nos dice Ricoeur– “el texto despliega su capacidad de alumbrar o aclarar la vida del lector”; tiene el poder no sólo de descubrir, revelar lo oculto, sino también de transformar el sentido que el texto lleva más allá de sí mismo. Aquí, propiamente se habita en su sentido más fundamental.
En Ricoeur, la fusión espacio-temporal se da a partir de la siguiente secuencia: 1º Habitar-construir, 2º Construir, 3º Habitar. En Heidegger vemos, que el “espaciar” se funda desde la instauración de un lugar [Ort] y desde ese espacio surge el habitar. Ahora bien, Heidegger nos dice que el habitar en sentido originario implica un construir como erigir [Errichten] y un construir como abrigar y cuidar [hegen und pflegen]. Precisamente, estos elementos pueden complementar al “cuidado” del espacio-tiempo habitable no tematizado por Ricoeur. Ricoeur nos dice que “la fuerza del modelo de lectura es lo bastante grande como para revalorizar el acto de habitar”. Pues bien, el habitar poético heideggeriano, desde el espacio, puede aportar a ese ejercicio de revalorización desde la temporalidad de sentido otorgada por la narración.
En Hölderlin y la esencia de la poesía, Heidegger nos dice que habitar poéticamente significa “estar en la presencia de los dioses y ser tocado por la esencia de las cosas”. El ser humano habita cuando se mantiene junto a las cosas. El término cosa [das Ding] en Heidegger no implica ningún sentido peyorativo, al contrario absorbe en él la esencia del habitar genuino. Un ente adquiere el rango de cosa cuando reúne al ser entendido como lo cuadrante o la cuaternidad [Das Geviert]: Cielo, Tierra, Mortales y Divinos. De esta manera, en este tipo de habitar, las cosas encierran en sí mismas de una manera imbricada y simbiótica los cuatro factores de la cuaternidad. Estar ante una cosa, en este sentido, no es por tanto, un desocultar provocante o dominador; por el contrario, es un estar ante algo abierto en su “serencia”.
Músico y filósofo