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El golem de la poesía

Sobre el poemario de Pablo Lacroix, disponible a través de la editorial Electrodependiente.

Portada del poemario ‘Golem’, de Pablo Lacroix. CORTESÍA
Portada del poemario ‘Golem’, de Pablo Lacroix. CORTESÍA
El golem de la poesía

Golem es un poemario de Pablo Lacroix publicado por la editorial Electrodependiente. Un golem es un cuerpo humano totalmente formado, tiene todas las partes humanas en su sitio, pero le falta algo: carece de alma. Según algunas tradiciones, el golem es una creación humana. El hombre, intentando imitar a Dios, crea algo a su imagen y semejanza, aun sabiendo que no está en su poder dar plena vida a sus creaciones. En lugar de crear un ser animado solo crea un ser hueco e inmóvil. Otras tradiciones indican que el golem fue creado por un mago, quien usando palabras mágicas logra dotar de movimiento al golem, pero sin lograr darle libertad. El golem solo sabe seguir las órdenes del mago y basta con usar otras palabras mágicas para que este deje de moverse y vuelva a ser un trozo de arcilla, un remedo humano. Además, el golem no tenía una voz, solo podía escuchar y obedecer. Pablo Lacroix, en su poemario, elabora un golem distinto, le otorga el poder de hablar a través de los poemas. Su golem tiene una vida interior, desea ser escuchado y quiere dejar de ser un esclavo. Es el golem de la poesía.

Es difícil afirmar que los poemas de Golem están divididos por secciones, son citas breves de distintos autores las que parecen separar los poemas. Estos párrafos pertenecen a escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Boris Calderón o Gustave Meyrink, autor de la novela “Golem” publicada en 1915. Estas citas nos van diciendo, o mejor, anunciando cómo el golem va cobrando forma.

Comencemos aceptando que hay distintas maneras de leer este poemario. De entre todas optaremos por la siguiente clave: “Golem” es la historia de una persona que se va convirtiendo en un golem a causa de los sentimientos amargos de su vida, transformación dividida en siete etapas contadas a través de los poemas.

Al comienzo de la primera etapa. El golem empieza a crecer y se va apoderando poco a poco de alguien que ha perdido algo importante. Comienza a habitar en mí como un parásito “por la ausencia de tu nombre”. El golem se asoma como una “liendre de odio / que sofoca mi garganta”. Por este silencio que me has dejado decidió mi cuerpo ir a buscarte, por esta ausencia el golem empieza a adueñarse de mí y hace de mi cuerpo, cuerpo sin alma, “parásito de sí / parásito que te sueña / como una bestia leprosa / o un niño que no duerme / o esa niña preciosa / que no abrirá los ojos”.

En la segunda etapa; empieza a adueñarse de mí y yo simplemente me entrego a él, porque a pesar del amor que te tenía, tú decidiste ser infiel y eso no tiene perdón, “ahora nunca más / lo juro nunca más / no más desde la noche / en que mordiste a otro buitre”. Pero quiero creer que decidiste ser infiel porque el bebé que decidimos tener nunca nació y lo perdimos, ahora “el crío es un fantasma / entre el sarro de tu sombra”, poco más que un “óvulo negro lanzado a la basura”. Pero, aun así, en el proceso de mi transformación, “platico con tu sombra / mientras bebo solo”, pues a pesar de todo lo que me hiciste “te entrego parte de mi carne / sangre de mi sangre y el resto de mis huesos”. Tranquila, “no fue tu culpa / tampoco la mía / pero nos culpamos en silencio”.

En la etapa tercera y cuarta; comienza a completarse la transformación. Pierdo humanidad y el esplendor del golem se abre paso en mí. “Hay un cubo de sangre que no se coagula / hay una voz / que sofoco”, es la voz del golem, “un ser multiforme que se arriesga y no me arriesgo / que me vence y no me venzo / que me humilla y me humillo / un GOLEM mutante”. Un golem se ha apoderado de mí, lo he permitido. Y en este torbellino de emociones amargas mi transformación se completa, “no soy ni hombre ni mujer / solo GOLEM”. Un golem que no tiene principio ni fin, una cadena eterna. 

El golem de las etapas cinco y seis; se despide de su anterior vida. “Aquí yacen los restos / de un muñeco cobarde” que en mí ya no tiene lugar. Ahora que soy un golem, “no volveré a confundir / la locura con el valor”, Golem es mi nombre, soy una “estrella de lodo / que habita entre la niebla”. Golem que es resultado de ausencia, “mutación lírica”. Golem que es “carne de mi carne / sangre de mi sangre / y el resto de mis huesos”.

En el final de mi poemario escribo: “El poema definitivo es el testimonio”. Soy un Golem y tengo el fuerte deseo de ser leído y escuchado, cargo “un deseo inapagable / o como un anhelo obligatorio”. Antes de que yo sea un Golem, “no fui capaz de decir la verdad”, y el silencio me consumió y la culpa me mató, pero ahora escribo. Mi “poesía es un bramido / que te quita el aliento / que te corta la garganta / y te extirpa los ojos / así es como escribo”. Y estoy “implorando más papeles” para escribir “el poema definitivo / el testimonio final”.

Golem es el poemario de una transformación, que va de los sentimientos amargos de la vida hasta el bufido de un toro. Este golem se encuentra presente ante nosotros, espera que lo escuchemos, que le demos un lugar para que hable y diga su palabra de piedra.

Estudiante de filosofía y miembro del grupo de crítica literaria de la carrera de Filosofía y Letras UCB - [email protected]