Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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[TUPURAYA - UCB]

El escenario folklórico y sus retos en tiempos de covid-19

Una integrante de la diablada artística Urus, de Oruro, habla acerca de su experiencia dentro del conjunto folclórico y cómo la pandemia ha afectado a la realización de la tradicional celebración del carnaval en esa ciudad 
Integrantes de la Diablada Artística Urus demostrando su talento en el Carnaval de Oruro.                 GERSON PÉREZ
Integrantes de la Diablada Artística Urus demostrando su talento en el Carnaval de Oruro. GERSON PÉREZ
El escenario folklórico y sus retos en tiempos de covid-19

La computadora prende y se hace hora Noelia del Carmen Cortez es danzarina y devota de la Virgen del Socavón. Perteneciente a la “Diablada artística Urus”. Las restricciones por el virus ya conocido por todos y su actual residencia en Oruro, la llama a esta entrevista, en medio de este crudo frío de invierno que se siente a través del altiplano boliviano. 

¿Desde cuándo bailas? 

Desde los 5 años en Oruro. Integrante y partícipe habitual del carnaval de Oruro, Noelia radica en la ciudad de Cochabamba por cuestiones académicas, aunque la situación actual la movió temporalmente a su tierra natal de Oruro, ciudad que ha “muerto”, según cuenta. Desde la aparición del virus los eventos culturales en todo el territorio nacional han parado por el peligro que estos significan a la salud de los asistentes, especialmente en Oruro, meca de la cultura boliviana mundialmente conocida por su colorido y diverso “-Carnaval de Oruro”- 

¿Cómo han tomado tu conjunto folklórico el tema del covid y las restricciones? 

Ha sido un golpe total, como orureños hemos quedado devastados. La pandemia ha devastado gran parte de la economía, no sólo nacional, sino mundial. Los festivales y eventos culturales quienes dependen bastante de su realización para subsistir ha sido golpeada fuertemente. Esta es la historia de los protagonistas y cómo el contexto actual ha tambaleado el escenario cultural boliviano. 

Noelia cuenta con tristeza y decepción que el rasgo más característico de la ciudad de Oruro, que es su folklore, haya sido frenado abruptamente debido a la situación excepcional que el país está viviendo actualmente, pues la respuesta inmediata aparte de la obvia obediencia civil a las medidas de prevención fue la divulgación y difusión cultural de sus bailes por las redes sociales. “La mayoría ha optado por organizarse y subir videos a las redes sociales. Mediante la virtualidad se ha dado modos de revivir el momento, aunque a la fecha sólo un conjunto ha conmemorado/rememorado la danza de la morenada”, comenta Noelia. 

Las ganas de volver a la danza y la nostalgia que el encierro provoca desembocaron en un coloquio realizado por la diablada “Urus” el 30 de marzo de este año cuando el índice de contagios no había alcanzado números alarmantes.; “Se realizó un coloquio por los 56 años de la organización, aunque no hubo danza ni diablada y con todas las medidas de bioseguridad posibles; fue más un evento para confraternizar sin exponerse exponencialmente como un evento normal lo haría”, explica la danzarina. 

Los conjuntos folklóricos tienen sus respectivos directorios, sus organización y decisiones varían en comparación a las demás, agrega Noelia. “El tema de la sede es muy importante, se trata de un lugar donde se puede practicar, danzar, convivir y reunirse acerca de las decisiones importantes que el conjunto va a tomar”, agrega. En el caso del conjunto Urus, no tienen una. La adquisición de una sede se ha complicado recientemente debido a la falta de fondos que los integrantes pueden aportar debido a que sus ingresos han sido considerablemente mermados, pues la obtención de una sede propia era un objetivo que se tenía como prioridad, comenta Noelia. 

“Volver a los ensayos tomará un tiempo, no se sabe si habrá un carnaval cercano ni se ha planeado ningún tipo de actividades folklóricas”, afirma Noelia. La reanudación de las prácticas y la danza no tienen una fecha de retorno, la crítica situación sanitaria está haciendo imposible la vuelta a las viejas costumbres que tenían como principal escenario los convites y el carnaval en sí. “Sin embargo la “-Ferrari”- [otras de las fraternidades más habituales] por su lado, hicieron una conmemoración pequeña que duró alrededor de 20 minutos el mes pasado”, cuenta Noelia. Es evidente el dolor que causa la abrupta cancelación de la vida folklórica orureña. 

La economía de la industria cultural orureña se ha visto gravemente afectada, comenta Noelia. “La pandemia afectó los ingresos de bordadores o artesanos”. Un bordado fino es un implemento del diablo que va en la capa, la capa sola puede llegar a costar 1.500 bolivianos. Estos detalles que Noelia agrega reflejan lo importante que eran los eventos culturales, donde su presencia hasta en actividades escolares era requerida y especialmente el carnaval de Oruro para los orureños y sus artesanos“. “El carnaval de Oruro es parte de la identidad de los orureños, los comerciantes, los bailarines, el turismo y todos los ingresos que estas actividades significan para los orureños ha sido destruido durante este último año.”, agrega Noelia. El ejemplo más claro de cómo esta situación ha dejado su huella en la realidad orureña; es la pérdida de los valores tradicionales de la cultura que eran indispensables para la realización de estos eventos culturales, los artistas detrás de vestidores, los “careteros”. Los careteros más reconocidos y necesitados han fallecido, son artistas que a veces no tienen un legado para continuar con su arte en los trajes típicos o confecciones, por lo que, al irse de este mundo, su arte se va con ellos, pues es irreproducible. 

¿Cómo se ve Oruro sin su folklore? 

Es un lugar casi muerto, la mística y la vida de la fiesta y la danza le daba vida a esta ciudad. “Existe la calle la paz donde están todos los bordadores o cualquier tipo de artesanos, es un lugar que ya casi se encuentra muerto puesto que la mayoría de estos artesanos cambiaron de oficio y dejaron la mística folklórica del lugar.”, finaliza Noelia. La delicada situación del covid ha obligado a cambiar el rumbo laboral de cientos de orureños, que sin una fecha clara de vuelta a la “normalidad”, seguirá ese rumbo. 

Por lo pronto parece no haber un futuro cierto para el escenario folklórico en Bolivia, la velocidad en la que la población se vacuna frente al covid, además de los permisos y futuras cargas burocráticas para la realización de eventos culturales pueden llegar a retrasar su ansiado regreso hasta dentro de uno o dos años. Sin lugar a dudas todos los actores partícipes de estas celebraciones culturales vieron sus rubros cambiar; sin embargo, algo que no cambia ni cambiará es su amor a la danza y la cultura.

*Texto que forma parte del trabajo periodístico del periódico estudiantil Tupuraya, publicado el pasado junio, elaborado por los y las estudiantes de la asignatura Periodismo Impreso de la carrera de Comunicación Social de la UCB sede Cochabamba