Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Este no es un tiempo bueno

Una reseña de la obra ‘Inmerso y rojo, todavía dulce’, de Oscar García y Francia Oblitas, que se ha presentado el pasado 10, 11 y 12 de diciembre en la Casa Grito de La Paz.
Un afiche promocional de la obra. RB
Un afiche promocional de la obra. RB
Este no es un tiempo bueno

Es una obra de teatro inmersiva. Las entradas están agotadas para los tres días y las seis funciones. Somos doce espectadores en Casa Grito de la zona sur paceña por sesión (en el pase del sábado a las 20.30 hay dos sillas vacías). La sala está totalmente a oscuras y de los asientos cuelgan audífonos. Está prohibido sacar fotos. Una voz introduce la obra durante tres minutos: “todo lo que verás aquí es efímero, puedes mirar un segundo o todo el tiempo. El teatro es riguroso presente, el diseño sonoro es pasado. Tu eres el corazón de este universo sonoro”. Así arranca Inmerso y rojo, todavía dulce, de Oscar García (diseño y composición sonora) y Francia Oblitas (concepto y teatro de objetos).

Vamos a escuchar seis textos dramatizados, siete “mundos”, seis voces de actores/actrices. “Más allá de tus orejas, existirá un sonido; en la extremidad de tu mirada, un aspecto, entre ambos, seis historias”, dice La Compañía Impresentable que trabaja al unísono sonoridad y teatralidad. Sus dos obras anteriores han sido Tanatologías (noviembre de 2018) y Alturas para cuatro megáfonos peregrinos (una intervención urbana en dos mercados paceños, Vino Tinto y Max Paredes, noviembre de 2020). 

Las seis historias/relatos breves son desiguales y no guardan conexiones. “El encierro” de Laura Derpic Burgos -con la voz robotizada de Mariana Requena- es la única que funciona. La muñeca que se mira en el espejo nos devuelve al confinamiento, al encierro con nosotros mismos. “El devenir” de Oscar Martínez –en deglutiente voz de Bernardo Rosado- es el relato más obvio: todos sabemos que los gordos boludos son buenos tipos. La deseada irreverencia no llega nunca.

 “Florcita de asfalto” de Marisol Díaz Vedia –con su propia voz y canto- nos quiere devolver al encierro/entierro. “Desfile en traje de baño, en habitación vacía, temporada invierno de 2020” de Sergio Gareca –con Pedro Grossman, devorador- nos mete en una caja de cartón con osito de peluche devorado. “Inventario” de Oscar García –en Francia Oblitas, frívola voz- nos coloca frente a muñequitos desnudos y gatos maullando en estéreo (entonces vemos el afiche de Marco Tóxico que cumple a rajatabla con la estética de la fealdad y el arte povera de la propia obra). “Ante el Edén, el exilio” de Francia Oblitas –ella y Luis Bredow, en andrógino- juega con las luces y las linternas mientras un “sullu” (feto de llama disecado), inmóvil, no deja de mirarnos/acusarnos. 

La voz que nos ha dado la bienvenida nos despide: “el mundo te espera, seguirás siendo tú afuera, seguirás siendo el corazón de tu universo sonoro”. Han pasado 35 minutos y se escuchan unos tímidos aplausos, corteses. 

Entre lo prometido y lo ofrecido, hay un desierto de pretenciosidad, hay un vacío. Nos prometieron una propuesta no convencional con los objetos como extensión tangible de lo narrado; nos quedamos con las orejas abiertas/disociadas. Nos prometieron que la narración sonora cobraría sentido, como pieza de arte, como lenguaje/signo, nos quedamos con unos efectos sonoros que no suman (cercanos a la adio-teatro). Nos dijeron que las imágenes, casi quietas, no necesitan moverse pues el movimiento yace en el sonido envolvente. Nos tropezamos  –al igual que en “Tanatologías- con séxtuple dosis de solemnidad y efectismo “a gogó”.

Así, el espectador no queda nunca parado en el corazón del universo sonoro sugerido, sino fuera de juego en una galaxia muy, muy lejana. “Escuchar no es un acto pasivo, es un acto de entrega; el silencio del oyente es amigable; el que oye se vacía, se vuelve nadie; el tiempo del otro crea comunidad, es un tiempo bueno”, dice el filósofo surcoreano Byun-Chul Han. Inmerso y rojo, todavía dulce es una obra hermética/aburrida “ad hoc”, es un puro ejercicio de estilo pretencioso, es la técnica/tecnología otra vez por encima de la(s) historia(s). Quiere ser más de lo que es. Este no es un tiempo bueno.