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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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Emilio Amoretti, el artista del centenario de Bolivia

Notas sobre la vida y la obra de un dibujante italiano cuya magistral obra se encuentra distribuida en numerosas publicaciones de Bolivia y Latinoamérica.  
Emilio Amoretti, el artista del centenario de Bolivia

Con motivo de la celebración de los primeros 100 años de Bolivia el gobierno del presidente Bautista Saavedra encargó a la editorial estadounidense “The University Society Inc.” la edición del libro “Bolivia en el primer centenario de su Independencia”. Este mamotreto enciclopédico constituye un importante hito de la bibliografía nacional no solo por su inusitado volumen de 1.142 páginas de lujosa edición en gran formato, sino también por cumplir su objetivo de “reunir, en un solo volumen, la información más completa acerca de todas las actividades bolivianas, de sus riquezas y progresos, de su cultura y valores de todo género” a través de una veintena de monografías y ensayos sobre diversas temáticas encargadas a notorios estadistas e intelectuales bolivianos de la época.

La parte gráfica de esta publicación se encuentra constituida por la fotografía de Rodolfo Torrico Zamudio y las ilustraciones y los diseños de Emilio Amoretti Cassini (1989-1950), un extraordinario artista italiano que trabajó durante casi 30 años en Bolivia a quien se dedican las siguientes líneas. 

Un dibujante prolífico

Amoretti nació en San Remo, Italia en 1889. Durante la primera década del siglo XX emigró a América, recorriendo varios países. Radicó por un tiempo en Venezuela, y permaneció cerca de 10 años en Perú publicando sus ilustraciones en diarios como “El Heraldo”, “El Comercio”, “El Sol”, “La Prensa” y “La Nación”.  Llegó a Bolivia en 1922 y en 1923 se casó con Soledad Descarpentries, con quien tuvo una hija. De acuerdo a una nota publicada en mayo de 1950 en “La Razón” el artista afirmaba haber quedado subyugado por el paisaje de La Paz.  La familia se instaló en el tradicional barrio de Sopocachi de esta ciudad. 

Se hizo cargo de la ilustración del libro “Bolivia, en el primer centenario de su independencia” (1926) realizando la portada del libro, dibujos de los escudos departamentales, una veintena de dibujos a plumilla de 2 monumentos emblemáticos de la sede de gobierno y más de 125 láminas con elaborados diseños decorativos. En este tiempo también ilustró el libro “Historia ilustrada de Bolivia”(1928) de Enrique Finot, con casi 180 dibujos a plumilla entre retratos, paisajes, mapas, recreaciones históricas, mapas y escudos. 

De acuerdo a su hija, Yolanda Amoretti (1976), en los años siguientes el artista publicó su trabajo en diversos libros históricos y escolares publicados en Bolivia.  Sus ilustraciones fueron publicadas en diferentes periodos de las décadas de 1920, 1930 y 1940 en los periódicos “La Razón” y “El Diario”, destacándose aquellas elaboradas con motivo de ediciones conmemorativas de efemérides patrias. 

Asimismo, en 1947 ilustró la publicación oficial del Himno Paceño. De acuerdo al Diccionario Cultural de Elías Blanco, en la presentación de este el artista italiano escribió: “El culto que profesó hacia todo lo que constituye la luminosa tradición histórica del pueblo y los lazos familiares que me vinculan a vuestra cautivante tierra, me ha inducido a formar esta pequeña obra (…) Como palpable demostración de simpatía y afecto a la ínclita ciudad de Murillo que, desde hace casi un treinteno, me cobija generosamente en su seno”.

Según consignó su hija, el artista desarrolló un gran afecto por Bolivia, inculcando en su familia “altos sentimientos bolivianistas”. “Conocedor profundo de la historia americana, su actividad artística abarcó la decoración de textos históricos y escolares y álbumes como el dedicado al libertador Simón Bolívar y al Gran Mariscal de Ayacucho, de quienes era ferviente admirador”, explica una nota de “Última Hora” publicada en 1976.    

De acuerdo al crítico Rigoberto Villarroel en el libro “Arte contemporáneo” (1952), durante su estancia en Bolivia el italiano también practicó la pintura “forjando alegorías, en su mayor parte, paisajes y caracteres típicos altiplánicos”. 

Amoretti fue una figura muy conocida y valorada en su época.  Villarroel consigna al respecto: “En mayo de 1950, con motivo de su fallecimiento, el Ministerio de Educación y varias instituciones nacionales, auspiciaron la exposición de sus obras, presentando veintiocho cartones, donde en la mayor parte figuran alegorías, como las de la guerra del Chaco, Cristóbal Colón y Simón Bolívar, un retrato al óleo del autor de la música nacional, Benedetto Vincenti, y un gran retrato alegórico, hecho al temple, de Pedro Domingo Murillo. En estas obras Amoretti se muestra con un dibujo preciosista, ceñido a un realismo de fuente clásica, captando paisaje y figuras con un detalle minucioso, casi fotográfico”.

En agosto de 1976 se realizó una exposición conmemorativa de su efigie en la Casa de la Cultura de La Paz.  Asimismo, una calle y una unidad educativa de la sede de gobierno fueron bautizadas con su nombre.  

Sobre la obra de Amoretti en el libro del centenario 

La gráfica de Amoretti incluida en el libro del centenario es de dos tipos principales, mostrando cada cual una maestría en dibujo y diseño incomparable en la Bolivia del siglo pasado.  

El primer tipo está compuesto por dibujos arquitectónicos elaborados a plumilla.  Estos se encuentran acompañando las monografías “Disquisiciones sobre arte colonial” y “San Francisco de La Paz” firmadas por el arquitecto Emilio Villanueva.  En “Disquisiciones…”, Amoretti incluye tres ilustraciones de la portada del patio del Palacio de los Condes de Arana (actual MUSEF), una en vista general y otras dos mostrando detalles de sus columnas y de su escudo.  En “San Francisco…” presenta otros 15 dibujos de detalles de la fachada y vistas interiores de la basílica menor.  En estas 18 tintas, el dibujante luce un notable conocimiento de las características definitorias de la arquitectura barroca, tanto en la captación de su profusa ornamentación como en la plasmación del altocontraste lumínico producido por los relieves de sus superficies.  El dominio técnico del artista es tal que le permite alternar en cada obra un naturalismo pleno con la abstracción de texturas, superficies y luces propias de una técnica casi enteramente lineal como la plumilla.   

El segundo tipo de dibujos lo constituyen las orlas que decoran los retratos de damas de las galerías sociales de las principales ciudades de Bolivia: Sucre, La Paz, Potosí, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz.  Se trata de 125 láminas dibujadas a plumilla, en las que alternan diseños geométricos, arquitectónicos y vegetales con dibujos de detalles arquitectónicos sueltos, paisajes, bodegones, cerámicas y otros elementos decorativos. 

Cada una de estas láminas evidencian diferentes grados de complejidad, estando las más elaboradas reservadas a los personajes de mayor importancia de cada ciudad. Los diseños también difieren en la cantidad de fotografías incluidas en cada página, así como en los detalles decorativos que pueden aludir al paisaje de cada región incluyéndose, por ejemplo, vistas del Titicaca, monolitos tiwanakotas y la flora de los valles y las tierras bajas.    

Son dibujos elegantes en una estética Art Déco de inicios del siglo XX. Se incluyen en ellos elementos barrocos, clásicos y tiwanakotas. Al respecto, debe subrayarse que, desde su misma portada diseñada también por Amoretti, el libro del centenario presenta, en palabras de la historiadora del arte Valeria Paz, “una identificación personal y colectiva con Tiwanaku, el barroco mestizo, así como el Art Déco, una combinación y afiliaciones muy propias de la época”.

Amoretti merecería ser incluido en la lista de los artistas extranjeros que dejaron importante obra en el país junto a figuras como Bernardo Bitti, Manuel Ugalde y Juan Rimsa.  Queda pendiente para los estudios especializados mayores indagaciones sobre su biografía, así como una identificación exhaustiva de su trabajo en publicaciones nacionales e internacionales. Lo que se conoce de sus tintas devela a un dibujante consumado en paisaje natural y arquitectónico, retrato, bodegón y recreación histórica, así como un diseñador eximio.   Sus vistas de Tiwanaku y los retratos de personajes históricos incluidas en el libro de Finot y sus dibujos de edificios de La Paz y Potosí son obras atemporales que merecen ser recuperadas para nuevos públicos.  

Investigador en artes y artista