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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Educar al indio en su diversidad y con criterios de la evolución: una postura controversial de Espinoza

“La educación planteada para el indio por parte de Espinoza, no tenía nada de lo que implicaba una educación diversificada de acuerdo a cada grupo étnico, como ser aimara, quechua y guaraní, puesto que no había ningún componente cultural de esos grupos sociales”
Educar al indio en su diversidad y con criterios de la evolución- una postura controversial de Espinoza. GAIL MOONEY
Educar al indio en su diversidad y con criterios de la evolución- una postura controversial de Espinoza. GAIL MOONEY
Educar al indio en su diversidad y con criterios de la evolución: una postura controversial de Espinoza

Otro de los intelectuales que se sumó al debate educativo generado a principios y a mediados del siglo XX, fue José G. Espinoza Villegas, quien con un ensayo intitulado “El problema de la educación indigenal” hizo énfasis en una educación diversa para el indio y con criterios de la evolución. El mencionado ensayo fue publicado en el Boletín de la Sociedad Geográfica “Potosí” en 1940, (Año XXVII, Nº 9), y se puede encontrar en las paginas 31 a 47. 

Espinoza, en su planteamiento educativo para los indígenas no se limita a cuestiones manuales ni a la capacitación agrícola, tan recurrente en los otros intelectuales de su época. Su interés gira en torno a la educación diversa que se contraponga a la “escuela única”, porque considera que: “El indígena debe tomarse en sus tres tipos característicos: el quechua, el aimara y el guaraní con sus troncos vinculares sanguíneos, costumbristas y sus derivados”. Lo contrario a lo diverso sería contraproducente a la heterogeneidad cultural del país y un error para la educación. Aquella aseveración es reforzada con esta sentencia que a la letra dice: “no una unidad pedagógica indígena, sino orientación particularizada para cada raza o para cada clase indigenal”. 

El autor lo que afirma en el anterior párrafo, no es sostenido a lo largo de su ensayo, más bien se contradice, porque en ningún momento es partidario con los elementos y manifestaciones culturales de los indígenas. En ese marco, la educación diversa para Espinoza sólo consistía en tomar en cuenta a los distintos grupos étnicos, y no así su indumentaria y su idiosincrasia, estos últimos incluso serían una especie de traba infranqueable para el cambio que implica la evolución, así como se podrá constatar más adelante. 

Casi al principio del ensayo hace conocer lo que se busca con la instrucción y la educación de la siguiente manera: “La simple instrucción hace útil al indígena para su propio medio, favorece su desarrollo individualista y su asentamiento exclusivista. La educación busca la adaptación social del indígena, lo hace apto para otros círculos de actividad volviéndolo sensible a todo contacto. Luego, debe propenderse a la educación integral, dando a la instrucción un valor primero y a la vez auxiliar”. En otras palabras, la instrucción consistente en algunos oficios, de acuerdo al contexto del indígena, iría en contra de la evolución, además le convertiría en un ser muy arraigado a su terruño; en cambio, la educación le permitiría, por un lado, adaptarse socialmente, aunque aquello era imposible de darse a causa de la discriminación ejercida por la clase dominante; por otro lado, le haría apto a todas las actividades que conlleva la vida moderna. 

Otra temática abordada es la alfabetización de los indígenas, quienes -según el autor- serían reacios a la misma por prejuicios más que por razones; además, ellos para tener esa actitud acoplarían con otras finalidades, así como se describe: “Al interés nacional por la alfabetización y educación del indígena, se impone el módulo idiosincrático especial y el carácter conservador de éste. Piensan los indígenas que la instrucción que se les da tiene por objetivo prepararlos para el ejército y para la guerra, criterio que es residuo de la Campaña del Chaco y que no pasa de ser simplista”.  El hecho de que los indígenas no hubieran demostrado condescendencia con la alfabetización, no ha sido, al parecer, a raíz de su carácter conservador o su idiosincrasia, más bien fue miedo a la guerra. La guerra del Chaco ha sido una razón encubierta para que el Estado ejerza violencia en contra de ellos. Aquella violencia se concretizó en las siguientes acciones: los indígenas, en su mayoría, fueron enrolados al campo de batalla en contra de su voluntad; las órdenes se daban en castellano, idioma que no era conocido por los indígenas, razón por la cual no hablaban ni escribían; y finalmente defendieron un territorio hostil y extraño sin saber que también era de ellos. 

La evolución para Espinoza, no sólo implicaba estar al ritmo de los cambios o del progreso, con relación al indígena tenía otra connotación, al respecto expresa: “Tener por punto de partida que evolución significa aniquilar el tradicionalismo; renunciar a prácticas anticuadas”. Esta afirmación que pone en tela de juicio a las tradiciones es coadyuvada con estos términos: “Para industrializar el país, para fomentar su desarrollo económico debemos transformar la idiosincrasia indigenal comenzando por despojarle de su vestimenta. La rectificación de sus hábitos, costumbres, vicios, etc., será cuestión secundaria. En tanto que no se proceda así, Bolivia continuará siendo un medio hostil a su desarrollo industrial y económico”. En consecuencia, en nombre de la tan mentada evolución, los indígenas deberían despojarse hasta de sus vestimentas de uso diario. La educación con criterios de la evolución estaría contribuyendo a esa finalidad; es decir, los indígenas sufrirían una transformación para ser incorporados como fuerzas productoras en las ciudades. 

La trasmutación cultural que debe sufrir el indígena, también es aplicada con los escolares, ya que: “Al ingresar los niños a los Establecimientos Educacionales Indigenales del Estado, deberán despojarse de su vestuario típico y adoptar el modelo de uniforme proporcionado por el Estado. Subsiguientemente, el abandono de hábitos indigenales será sistemático renovándolo con prácticas de urbanismo, moral e higiene similares a las que se difunden en los agregados mediante civilizados”. A través de esta afirmación se puede inferir que los indígenas no sólo eran despreciados por su contextura física y por su pigmentación de piel. Sus hábitos y el ropaje que vestían también fueron razones suficientes para ser rechazados. El cómo vestir y con qué tipo de comportamientos deben conllevar las relaciones sociales entre los indígenas ya no son determinados por ellos, sino por el intelectual citadino, como en este caso.

La coeducación en los anteriores ensayos no se mencionaba, ni formaba parte del análisis. En este trabajo se explicita bajo el siguiente argumento: “Como las Concentraciones Escolares Indigenales comprenderán niños de ambos sexos, siguiendo el principio de coeducación, la tendencia será la de educar hombres sanos, mujeres pulcras; que los primeros sean aptos para trabajos de su especialización y vigorosos para toda actividad y las segundas para la fecundidad. Siendo el problema indigenal, los principios eugenésicos serán extendidos de modo que, al mismo tiempo de verificarse la renovación educacional, se opere el mejoramiento racial”. El principio de coeducación no se enmarca en la igualdad de género, está más ligada a aspectos de la vitalidad física del varón y la función reproductiva que debe cumplir la mujer. Tomando en cuenta aquello, a través de la educación se debe preparar a los varones para el trabajo y a las mujeres para el mejoramiento racial, que no es mencionado cómo se va dar aquello.

Los escolares indígenas, según el autor, al margen de que tenían que ser despojados de sus vestimentas típicas, también deberían ser sometidos a una disciplina de carácter militar, incluso obligados a asistir a los centros educativos, con relación a la disciplina expresa lo siguiente: “La bondad de los métodos, la sensiblería chauvinista, deben quedar al margen del problema educacional indigenal. Sin traspuntar hacia un automatismo humano, un sistema rígido y enérgico de disciplina debe cooperar al éxito de un plan educacional positivo. Las Concentraciones Escolares Indigenales, deberán confrontarse con una organización militar. La timidez idiosincrásica del indígena será cambiada en este proceso por la naturalidad y altivez que genera los empujes violentos. Lejos de borrarse la individualidad indígena, una disciplina férrea la vigorizará haciéndolo consciente de sus actos”; es decir, los indígenas con una disciplina militar deberían dejar de ser tímidos; su apocamiento, en los hechos, se debió a las actitudes hirientes y rígidas de la clase dominante.

En cuestión de lo que se va enseñar no hay nada específico, algunas prácticas deportivas parecen de su mayor agrado, al respecto dice: “Las Concentraciones Escolares Indigenales, cuya organización seria de tipo militar, deberán estar dotadas de todos los adelantos técnicos educacionales modernos: cinematógrafos, radios. La práctica del deporte, juegos y ejercicios físicos, será obligatoria y sistemática y a través de las justas deportivas deberá inculcarse el sentido de responsabilidad y el respeto a los compromisos. El amor propio y la caballerosidad, como normas serán mantenidos latentes”. Tal como se puede constatar en la cita y en los otros párrafos del ensayo, no hay nada concreto con relación a las materias “humanísticas”, tampoco hay contenidos concernientes a los indígenas. Las prácticas deportivas descritas por el autor, no dejan de ser parte de la escuela única y por ende citadino; en consecuencia, una educación diversa sólo fue una retorica, porque en los contenidos no hay nada de los aimaras, quechuas y guaraníes.    

En conclusión, se puede decir que la educación planteada para el indio por parte de Espinoza, no tenía nada de lo que implicaba una educación diversificada de acuerdo a cada grupo étnico, como ser aimara, quechua y guaraní, puesto que no había ningún componente cultural de esos grupos sociales. En cuestión de los contenidos seguía inalterablemente todo lo correspondiente de la escuela única urbana, cuestionado por el autor. A nombre del cambio constante que implica la evolución, se sugiere dejar de lado todo lo relacionado a los indígenas.