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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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LITERATURA

Cuerpos de agua

Sobre el libro de cuentos de Camila Urioste, publicada por la Editorial 3600. 
Portada de la obra.
Portada de la obra.
Cuerpos de agua

Hay, podría decirse por cierta comodidad, tres tipos de libros de cuentos, pero prefiero hablar de dos. Los de experimentación, donde el autor intenta encontrar una voz para su futuro de novelista, y luego están las obras maestras. 

En la clasificación de obras maestras tenemos a Ficciones, de Borges, Bestiario, de Cortázar, Nueve cuentos, de Salinger, Catedral, de Carver.

En las obras maestras también hay experimentación, pero con un norte, digamos la creación de un corpus coherente e intenso, que cada cuento, aunque sea un mundo propio, dialogue con el anterior o con el que está por venir. 

En el caso boliviano tenemos Sangre de Mestizos, de Céspedes y Cerco de penumbras, de Cerruto, con cierto aire plagiario de Cortázar, pero esa es otra historia.

Cuerpos de agua, de Camila Urioste, pertenece, otra vez por cierta comodidad, a los libros de cuentos de experimentación. Leí por primera vez a Camila Urioste cuando ganó el Premio Nacional de Novela. 

Soundtrack me pareció una novela bien hecha en estructura, voz y tono. Alicia, la narradora está muy bien construida. La apuesta de hacer de la estructura un diccionario (un diccionario de la pérdida), una vida fragmentaria, me pareció enmarcada en la mejor tradición de la literatura latinoamericana (desde el Boom hasta Bolaño). Y el tono: el tono del recuerdo, de los años noventa, de Rock, de Loukkas, de Coda 3, de días que no volverán.

Cuerpos de agua se queda ahí, como una buena anécdota, es una suerte de recopilación de cuentos, seguro, de diferentes épocas, y otros cuentos que eran obras de teatro que fueron convertidos en cuentos. En algunos tiene de narradora a Alicia de Soundtrack: aquí el libro gana fuerza y cada palabra es un golpe a la memoria, a la pérdida, a la nostalgia. 

Luego están los cuentos de experimentación, donde los personajes Malú y Bulú, si no me equivoco, toman tecito y hablan y no haya nada más. Bien el lector podría pasar esas páginas y no las echaría de menos. 

Camila Urioste también viene del teatro. Creo que fue Ricardo Piglia que dijo que para realizar diálogos es necesario tener buen oído, y Camila Urioste lo tiene, sabe utilizar las entrelíneas (que muy bien utilizaba Hitchcock, ver por ejemplo Pájaros o El hombre que sabía demasiado), pero se pierde a la hora de generar escenas, que nos lleve a esa revelación que no se produce (como diría Borges). 

El problema mayor surge con el cuento La ballena (seguro fue enviado al concurso Eduardo Abaroa, es un cuento por encargo y se nota), que primero fue una obra de teatro y luego fue cuento.

Camila Urioste quiere crear un corpus con Cuerpos de agua, el corpus de la pérdida, de lo que, como el agua entre las manos (perdonen este clisé), toda la vida se nos va. Una mejor edición podría haber ayudado a ese cometido: dejar de lado algunos cuentos, por ejemplo, Abuelas, Venezuela, En ensayo en el teatro, Piel, El vestido, Hablar con piedras (sobre todo este cuento). 

Regreso a Ricardo Piglia cuando dice que un buen libro de cuentos debe ser pensado y repensado y escrito como libro de cuentos para que todos lo que lo integren sean una nueva forma del Aleph: que muestra todo y es difícil de ver, porque ver la verdad quema o enceguece. 

Camila Urioste hace eso con la novela.  

Periodista y escritor - [email protected]