Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Carta a TD, sobre el libro de MA

Una reseña sobre la obra ‘Video Boliviano de los ’80-Experiencias y memorias de una década pendiente en la ciudad de La Paz’, de la autora argentina María Aimaretti, editado en Buenos Aires.
La historiadora de arte y escritora argentina  María Aimaretti (i) y la portada del libro ‘Video boliviano  de los ’80. Experiencias y memorias de una década pendiente en la ciudad de La Paz’ (d).  FOTO FACILITADA POR LA AUTORA- MA
La historiadora de arte y escritora argentina María Aimaretti (i) y la portada del libro ‘Video boliviano de los ’80. Experiencias y memorias de una década pendiente en la ciudad de La Paz’ (d). FOTO FACILITADA POR LA AUTORA- MA
Carta a TD, sobre el libro de MA

Han editado en Buenos Aires el libro Video Boliviano de los ’80-Experiencias y memorias de una década pendiente en la ciudad de La Paz, su autora es María Aimaretti. Lo he leído queriendo interrumpir tu sueño, interrumpir tus desayunos, interrumpirte en cualquier momento del día o de la noche, incluso tomar por asalto un minuto de tus tardes, molestándote antes de las siestas.

He querido hacerlo así porque María me ha provocado una urgencia por seguir diciendo sobre lo que ella ha escrito. Es que en eso radica la importancia del libro que es el resultado de una ardua investigación sobre el audiovisual boliviano desde sus personajes y sus obras en la década de los ochenta del siglo pasado.

Porque Aimaretti reconstruye un pasado con múltiples testimonios, desde muchas voces, de un modo polifónico, no desde la nostalgia, sino más bien desde un lugar privilegiado de la memoria. Lo hace desde sus personajes, buscando la primera persona en el relato, y combina esto con propias interpretaciones a partir de marcos teóricos que ayudan a comprender una época, desde otra época. No se puede pasar por alto el lugar desde donde se escribe, y la inserción de aspiraciones propias donde se estructura un discurso que ha sido desarrollado también al calor de las nuevas luchas. Es que el libro es una cuestión política, una declaración de principios desde el dónde hacer “el encuadre” hoy. Donde la importancia de la mujer, por ejemplo, es una cuestión fundamental, como lo es la apropiación de los dispositivos de registro a favor de los marginados. De estos grupos que han sido minimizados dentro de un contexto nacional, desconociendo su fortaleza dentro de la construcción social boliviana. Se puede ver aquí las semillas de lo que es el video indígena-comunitario, al que todavía se subestima desde la mirada pequeño burguesa de la historiografía boliviana, y más aún desde la práctica cotidiana, donde se reduce este trabajo a una cuestión aislada y periférica, cuando en verdad para ver el audiovisual boliviano de hoy se necesitan los dos ojos, uno para poder ver aquello que forma parte del canon más clásico (lo que llega a la pantalla de los circuitos comerciales) y otro para descubrir el universo de la acción indígena-comunitaria que parece periférica, y que en realidad es el alma de las maneras más valientes de decir presente en la estructura del Estado Plurinacional.

Y aunque tengas los ojos a media asta, porque te he despertado, queriendo decirte algo más sobre lo que María nos dice. Te recibiría con una sonrisa, esa misma que Aimaretti me provoca cuando siembra de alegría la larga travesía que hace, porque mientras más profundiza su estudio sobre la época, mucho más convencida de su propia escritura, de saber que está haciendo uno de los trabajos más ricos en fuentes hemerográficas y testimoniales que se hubieran hecho hasta ahora, es que ella se compromete con lo escrito.

Dice de este país, con voz propia y también con la de los otros, que estas heridas del neoliberalismo son marcas en la propia piel, ya no de uno sino de todos, cicatrices que nos permiten recordar el dolor, aunque nos hubieran querido maquillar la realidad. Aimaretti se arriesga a ponernos frente a un espejo, donde además vemos en los segundos planos lo que atrás está sucediendo, en la región, no como una foto fija sino como una imagen en movimiento donde el protagonista sigue siendo el propio cuerpo boliviano. Hay un fuera de campo que nos convoca, por eso mismo insisto en interrumpirte.

Quiero verte frente al espejo –te digo- mientras atrás el mundo sucede. Vernos, enfrentarnos a nosotros mismos. Buscar nuestros ojos en el reflejo, buscar nuestros cuerpos, ya no como una configuración de dos, sino como uno sólo. Pero tampoco quiero que esto nos anule, sino todo lo contrario, busco que en esas formas propias se develen las particularidades de cada uno, las que hacen al otro. 

Este país necesita más de eso, de verse frente al espejo junto al otro, nos lo dice María, y nos recuerda que lo más importante es verse a uno mismo, sólo cuando conoces lo que eres puedes descubrir la otredad. El video boliviano de los ochenta había intentado esto, como un movimiento que dialoga con su propio tiempo, pero también con su pasado inmediato, sin saber que su proyección al futuro es todavía más trascendental.

Ya basta de vernos solos, necesitamos el uno del otro, de forma vital, o más bien, vitalmente. María Aimaretti nos lo dice, también en sus subtextos, que estas urgencias por encontrarnos sólo pueden ser resueltas cuando tengamos el valor de vernos a nosotros, hechos uno, reconociendo nuestras diferencias.

Que toda historia es una más –podría decirte ahora – mientras busco tus párpados con mis labios. Pero sé que ya estás despierta, que María ha despertado en nosotros una urgencia de insistir en hacer memoria, la necesidad de poner en valor el pasado. Porque Aimaretti, con sus palabras no ha hecho más que invitarnos a seguir insistiendo en esto, y también en lo otro. Porque su libro ya no es suyo, lo hemos hecho nuestro, como nosotros mismos que nos hemos dejado ser con el otro. Como nosotros que somos ahora lo que somos, cuando nos hacemos en el otro.