Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Carta a TD. Compañero Presidente

“Las reseñas de cine abren también los caminos de la memoria en otros calendarios, quizás caleidoscópicos, donde las imágenes son detonantes de otras ideas”.
Foto de Salvador Allende entrevistado por Régis Debray en 1971, para el documental- “Compañero Presidente”, dirigido por Miguel Littin.BIBLIOTECA VIRTUAL SALVADOR ALLENDE GOSSENS
Foto de Salvador Allende entrevistado por Régis Debray en 1971, para el documental- “Compañero Presidente”, dirigido por Miguel Littin.BIBLIOTECA VIRTUAL SALVADOR ALLENDE GOSSENS
Carta a TD. Compañero Presidente

Los calendarios se rehacen continuamente, cada fecha va encontrando su propio lugar, cada día carga con algo que lo hace distinto, y de pronto volvemos a ellas, a esas fechas, a esos lugares.

Que lo que pasó hace veinte años, o hace cuarenta, que aquello que significaba algo se desvanece dejando lugar a otra cosa. A otras sensaciones. O vuelves al anterior domingo, que también guarda otros secretos, en los que perviven otros objetos, algunos discursos. En ese fin de semana los chilenos hablaban de lo que sería ver por primera vez por televisión abierta La batalla de Chile, y vos me mostrabas que tenías en VHS la película de Patricio Guzmán, que había pasado la última temporada en un cajón.

Septiembre y lo suyo, los años, cada cual con sus propias significancias. Los días, sí. Pero también lo que hay alrededor de ellos. Hace 50 años tuvo lugar el Golpe de Estado del coronel Hugo Banzer en Bolivia, pero antes de ese hecho se vivió un momento muy particular, un gobierno de otras características, aquel de Juan José Torres. Unos meses que estaban signados por lo que había sido la Guerrilla del Che (1967) en el país, y estas urgencias de una sociedad más justa y equitativa.

Durante el gobierno de Torres se facilita la excarcelación de Regis Debray, el francés que había sido detenido por el Ejército Boliviano durante la Guerrilla, y a quien se lo acusaba de delatar al Che. Debray salió desde Camiri hacía Chile y allá, durante la presidencia de Allende, empezó a dar sus primeras declaraciones. Pero no es esto lo que se celebra ahora, en este calendario. Lo que ocupa ahora los recuerdos es aquella película que el intelectual francés realizaría junto al realizador chileno Miguel Littín, el año 1971, Compañero Presidente.

La película que realiza Littín junto con Debray es una larga entrevista al presidente constitucional Salvador Allende, que llegó a ocupar el cargo con el voto popular del pueblo chileno, en ella se descubren detalles de la vida de Allende y su relación con la Revolución Cubana, su amistad con Fidel Castro, el encuentro con el Che en La Habana, detalles de su política de nacionalizaciones y la inclaudicable opción por los desposeídos de su país.

Es el tiempo de la primavera socialista chilena, aunque se avizoran ya los más oscuros intereses de quienes se han visto afectados por las medidas de su gobierno, no sólo como enemigos internos, sino más bien como figuras externas que obstaculizan el proceso chileno que la Unidad Popular había ya comenzado a materializar.

Para esto también se escriben estas cartas de domingo, que pueden ser atemporales, las reseñas de cine abren también los caminos de la memoria en otros calendarios, quizás caleidoscópicos, donde las imágenes son detonantes de otras ideas. El cine es un instrumento para aproximarse a la realidad (también), y a hechos que dan fe de su existencia, aunque los discursos oficialistas de cada época hagan más de lo debido por censurar o hacer invisibles los hechos, quedan los registros de momentos que marcan a fuego a una sociedad.

La entrevista de Debray es una pieza fundamental de la época, porque se encuentran dos figuras de la izquierda de aquel tiempo, Littín conoce el lugar que cada uno ocupa dentro del relato y no le quita peso a ninguno de ellos, más bien los hace entrar en un diálogo que enriquece la cultura política latinoamericana.

Y si usted ha llegado hasta aquí en la lectura de esta carta puede también derivar sus búsquedas hacia dos nuevas provocaciones. La primera - ya tú sabes que de García Márquez he leído poco y mal – podría llevar a buscar aquel libro “Miguel Littín clandestino en Chile” que da luces sobre el cineasta chileno. Y la segunda, un poco más porque encuentro similitudes en el intercambio de ideas, podría ser “Diálogos Borges – Sábato” del periodista Orlando Barone, no porque tenga algo que ver con esto, o con el cine, sino porque pone frente a frente a dos personalidades de la literatura dejando para el lector muchas maneras de descubrir un mundo distinto. 

Valga el cine para poder hablar de otras cosas, algunas que se quedan en cajones a la espera de ocupar otros lugares, otras que conquistan sus sitio en la estantería de una oficina. De cine la vida, de cine y otras cosas el hacernos, el hacerse. Valga la expresión humana para recordar y además insistir en la defensa de la alegría. Como acción y compromiso con el futuro, o más bien, con los futuros.