Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Carta a TD. El centenario de una foto de Amalia Villa de la Tapia

Sobre la aviación boliviana y su primera piloto, protagonista fundamental durante los años veinte del siglo pasado
Amalia Villa de la Tapia, en 1921, la primera aviadora boliviana.      CORTESÍA
Amalia Villa de la Tapia, en 1921, la primera aviadora boliviana. CORTESÍA
Carta a TD. El centenario de una foto de Amalia Villa de la Tapia

La foto acaba de cumplir cien años. Fue tomada en Lima, más precisamente en la Escuela Civil de Aviación de Bellavista, donde en 1921 Amalia Villa de la Tapia había comenzado su curso de aviación. La fotografía de Juan Bertaccini retrata a “la primera aviadora boliviana” como ella misma firma en el reverso dirigiendo el material “al gran rotativo paceño El Diario”. La fecha, 28 de abril de 1922. Para entonces, ella ya había obtenido su brevet de aviación.

Doña Amalia está de pie en primer plano y atrás se ve la nave que ella piloteaba durante su instrucción, un Curtiss JN 4 Jenny, un biplano biplaza de práctica primaria. Ataviada con su traje de piloto, con los guantes sostenidos en su mano derecha y sin mirar a la cámara, sino más bien hacia su lado izquierdo, ella es el orgullo de un país que le queda lejano (en ese momento).

¿Dónde queda tu país cuándo debes dejar tu lugar y tus afectos para perseguir el sueño? Amalia, que había nacido en Potosí un 22 de junio de 1893 tuvo que dejarlo todo y seguir su camino. La aviación la convocaba y no había motivo para posponer más la materialización de sus deseos. Sería en Lima donde ella alcanzaría su objetivo. Volver a esa ciudad de cielos grises siempre puede ser una respuesta, ir en busca de ella, ir a encontrarla, ir en tu búsqueda -también- para encontrarte, para encontrarnos. Buscarnos en la capital del Perú hasta dar con nosotros, para develar el secreto de aquello que nos llevó hasta ahí. ¿De dónde viniste? Te lo volvería a preguntar.

“Un asunto que merece no ser olvidado; meses antes de la llegada de doña Amalia a Potosí, la ‘Sociedad Krisargírica’ exhibió la noche del 24 de junio de 1922 en el ‘Potosí Biógrafo Skating’ una película documental intitulada ‘Primer triunfo de la aviación femenina’. Según reza el programa fue ‘tomada en Bellavista (Perú) en uno de los vuelos de la intrépida aviadora señorita Amalia Villa de la Tapia”. Esta referencia es tomada del Compendio de Leyes de Aviación escrito por la afamada señorita en cuestión.

Y con este detalle se puede entender la importancia que tenían para esos años este tipo de acontecimientos. Cómo también lo tiene -hasta hoy- el registro audiovisual para dar fe de los hechos. El crítico e investigador peruano Ricardo Bedoya apunta en su libro “El cine silente en el Perú” filmaciones de vuelos en el año 1921: “De Lima al Cerro de Pasco” y “Vuelos sobre Lima y el Callao del aviador peruano Olave-goya”.  La cinta que se exhibió en Potosí el año 1922 podría haber formado de alguno de estos registros o ser independiente de ellos como una parte de algún programa mayor. Mientras no se encuentre el material todo esto son sólo especulaciones.

Cositas chicas que forman parte de la aviación boliviana, y que tienen a Amalia Villa de la Tapia como una de sus protagonistas fundamentales en aquellos primeros años veinte del siglo pasado. Relatos sueltos que encuentran motivos para ser narrados cuando se espera el día en el que volvamos a encontrarnos. Porque a este país le hace falta encontrarse consigo mismo. Nos falta hacer el viaje hasta aquellos lugares donde encontramos el sentido de lo que somos descubriendo así de dónde vinimos. O acaso de dónde vendrá ella, de nosotros mismos, con la vida nueva.

Si bien se ha escrito mucho sobre la primera aviadora boliviana, y ella misma se ha encargado de crear su propia imagen a lo largo de su vida, también se ha novelado su historia. Gaby Vallejo escribió “Amalia. Desde el espejo del tiempo”, por ejemplo, y permite a las nuevas generaciones conocer más de Villa de la Tapia, teniendo como fuentes primarias los propios relatos de la protagonista. Con todo esto, aún faltan investigaciones rigurosas para tener una biografía más rigurosa que permita ubicarla dentro de los periodos históricos que ha vivido.

Todavía falta mucho por decir(nos). Tanto hemos escrito que podemos volver a sentir en el cuerpo el recuerdo de algunos detalles. Una noche en Lima, esos días, los de los años 21 y 22, los de antes. Detalles que nos hacen ser, a los que volvemos invitados por otras referencias, aquellas que nos llevan a disfrutar la inacabable sorpresa de tenernos juntos.