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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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Carta a TD. Catherine Millet

“La vida sexual de Catherine M.’ guarda en su título el gran misterio, es ella misma, acaso su autora juega con otros recuerdos no tan personales ni tan íntimos para construir este relato sobre las aventuras a lo largo de un determinado tiempo las experiencias que recuerda”
Portada de ‘La vida sexual de Catherine M.’.       ANAGRAMA
Portada de ‘La vida sexual de Catherine M.’. ANAGRAMA
Carta a TD. Catherine Millet

La primera edición en “Compactos” de 2016, en la Editorial Anagrama de España, tiene en su portada seis fotos en blanco y negro repetidas de una mujer desnuda. Es ella misma. ¿Pero, es acaso Catherine Millet, la protagonista de “La vida sexual de Catherine M.”?

Experta en Salvador Dalí y en la obra del artista Yves Klein, Catherine Millet es también fundadora de la prestigiosa revista de arte francesa Art Press. Crítica de arte, y una personalidad dentro de los circuitos más selectos de esta disciplina, en 2001 publicó “La vida sexual de Catherine M.”. El libro ha sido traducido a más de 40 idiomas y se ha convertido en verdadero Best-Seller.

Son azarosos -siempre- los caminos que nos llevan a un libro (y aunque Mario Benedetti diga en su “Lento pero viene”: Nosotros y el azar / cada vez más nosotros / y menos el azar.) Juega siempre sus cartas el azar con nosotros. Y nos permite las coincidencias, y nos hace ser más allá de todo. Encontrándonos los dos en un libro. Buscándonos desde antes, llevados por otras lecturas hasta lugares que nos permiten ser en plenitud, lo que somos. 

Si fue la portada, o lo que Varguitas dice - quien ya no será nunca más el mismo del de la Tía Julia - en su contratapa donde apunta: “Diré de inmediato que el ensayo de la señora Millet vale bastante más que el ridículo alboroto que lo ha publicitado. Una reflexión inteligente, cruda, insólitamente franca, que adopta por momentos el semblante de un informe clínico. Libro inteligente y valeroso.” O si más bien fue la búsqueda de proseguir con otras sensaciones que provocaron otras lecturas en aviones, mientras cierta conciencia del pánico dialogaba con otro libro en el que se buscaban soluciones para estas fobias. Lo que es cierto es que llegamos, y aunque en alguno de los dos sitios el libro hubiera estado esperando ser redescubierto, mientras en otro lugar se aparecía por primera vez, es verdad que lo narrado por Millet guarda muchas preguntas, y pocas respuestas. Un poco porque lo dice todo, como también porque oculta mucho.

“La vida sexual de Catherine M.” guarda en su título el gran misterio, es ella misma, acaso su autora juega con otros recuerdos no tan personales ni tan íntimos para construir este relato sobre las aventuras a lo largo de un determinado tiempo (el cual recorre desde los años sesenta al menos dos décadas de desenfreno) las experiencias que recuerda. En las que se encuentran muchos detalles de relaciones sexuales grupales, escenas al aire libre, prácticas en espacios privados que restituyen imágenes pornográficas del cine o sencillamente pormenores de las formas en que hace uso de su propio cuerpo, “detalles” en función de otros cuerpos.

Sin embargo, no radica en esto la riqueza del texto, sino en la posibilidad de develar cierto ámbito -llamémosle – oscuro, que ocupa esta condición por la moralidad y las maneras que existen en la formalidad social de decir lo que se hace. Y escribirlo es un tema aún más polémico, mucho más si quien firma es una mujer. Todo esto como una confrontación sobre el poder hegemónico de los relatos eróticos que ubican al hombre como quien tiene el poder y la licencia para hacerlo. Aunque no está de más recordar a Anais Nin, entre otras, quien hizo algo parecido años antes, por ejemplo, en su libro “Delta de Venus”.

Es su portada, sí, de un erotismo explícito absolutamente expuesto. El que provoca con sus seis fotos a pensar en otras series (quizás tres) en las que el personaje se deja ver. Aquí la reconocemos, porque desde su cerquillo, no deja espacio a la duda de quién es la que mira increpando al que vaya a leer. Y es en ese juego de diseño que se desborda la inquietud del posible lector, provocando desde este espacio las más dispares cuestiones, muchas de ellas son las que proponen identificación con los hechos, o plasmar la fantasía en alguien más. Por eso mismo la pregunta del principio. ¿Es ella?. O ¿Somos nosotros?. La vida sexual, las posibilidades del placer sin límites esta vez puestas en un contexto que parece delinear los bordes de aquello que parece posible y, sin embargo, se vuelve a sembrar la duda. ¿Dónde está “la verdad”?. Qué tanto puede ser alterada esta en función del goce, o es que ahí radica la propia existencia. Más allá de lo que se conoce o se ha experimentado. Más bien intentando re-crear un espacio tan particular que incluso puede generar dudas mientras se origina en la realidad. ¿Hasta dónde llegaremos?.