Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 31 de mayo de 2023
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Carta a TD: 100 con Alfaro

Una reseña sobre el documental ‘100 años con Alfaro’, dirigido por la realizadora Nayra Antezana, realizado en conmemoración por el Centenario del nacimiento del escritor tarijeño Óscar Alfaro. El filme fue presentado el pasado 3 de septiembre en los jardines del Centro pedagógico y cultural Simón I. Patiño en Cochabamba.
El escritor Óscar Alfaro (derecha) junto al expresidente y político Víctor Paz Estenssoro en un fragmento del documental. CSIP
El escritor Óscar Alfaro (derecha) junto al expresidente y político Víctor Paz Estenssoro en un fragmento del documental. CSIP
Carta a TD: 100 con Alfaro

En conmemoración por el Centenario del nacimiento del escritor Óscar Alfaro, el Centro Simón I. Patiño de Cochabamba a través del Centro de Literatura Boliviana, y la productora Cine de Altura han realizado el documental ‘100 años con Alfaro’ dirigido por la realizadora Nayra Antezana.

Alfaro, conocido como “el poeta de los niños”, es una figura emblemática de la literatura boliviana. Su obra alcanza una dimensión particular dentro de lo escrito en el país durante el siglo XX, no sólo por su opción privilegiada por hacer para los niños, sino por su inclaudicable intención de hacer denuncia política desde sus letras.

“Con la voz heroica / de los hombres dignos / te saludo hoy día / camarada Cristo”. Alfaro, camarada del Partido Comunista, excomulgado, hombre de una sensibilidad poética abrumadora, consigue continuamente tocar fibras de la sociedad boliviana desde cada una de las trincheras que elige para tal propósito.

Nacido en San Lorenzo, Tarija, muchos de sus poemas han sido musicalizados, entre otros por el propio Nilo Soruco. A Alfaro el canto popular boliviano le debe una de las joyas más bellas del repertorio nacional “El chapaco alzado”, que acompañó en el gobierno de la Revolución Nacional, a la Reforma Agraria. “Yo soy como un árbol pegau a la tierra / y naide me arranca del pago en que vivo. / Tengo un poncho verde lo mismo que el campo / y llevo una faja platiada de río... / Y tengo una moza, brotada del valle / que espero que pronto jloresca en un hijo…”. Para quienes todavía coleccionan anécdotas valga decir que esta canción acompañó el entierro de Víctor Paz Estenssoro en 2001, hace 20 años.

El documental de Antezana se centra en la producción literaria de Alfaro, y matiza el relato con algunas anécdotas más íntimas y familiares. En voces de referentes de la literatura infantil contemporánea boliviana se reconstruyen aspectos propios de lo que dice el poeta y se intenta profundizar sobre el sentido de aquello que dejó. En la voz de los hijos y el nieto se acerca a un lugar más cercano y es ahí donde gana mayor relevancia el relato.

Lo que Antezana hace es provocar a las nuevas generaciones a descubrir un escritor que corresponde a una época determinada de la historia boliviana, que como bien se dice, tuvo su cénit entre las décadas del cuarenta y el sesenta del pasado siglo. Lo que se calla, y por eso también una película resulta importante, es aquello que viene después de la muerte de Alfaro (en la navidad del año 1963), estas formas que tiene el autoritarismo de desterrar a los propios creadores en beneficio de otros discursos oficialistas. Las dictaduras bolivianas, desde Banzer mucho más sistemáticamente, condenan a estos autores a un olvido que es difícil de vencer. Por eso es significativo lo que rescata el documental (quizás tímidamente) de la importancia que tuvo para la familia insistir en la difusión de la obra de Alfaro.

La película es en sí misma una opción por traer hasta “el nuevo tiempo” la figura de Alfaro, es una invitación a insistir en conocer “las viejas letras bolivianas”, que en este caso particular, continúan siendo vigentes dentro de la oportuna construcción de un cuerpo cultural de identidad nacional que prolonga su sombra desde el propio año 1952.

Desde dónde construimos las identidades nacionales, sigue siendo una pregunta recurrente, desde qué lugares insistimos en hablar y mostrar nuestras herencias. Somos un país con ombligo, es decir, tenemos una marca en nuestro cuerpo que nos recuerda continuamente un lugar desde donde venimos, y ese lugar puede ser la tierra, pero es también la referencia de nuestro pasado colectivo, de lo que hicieron porque lleguemos hasta aquí como sociedad. Depende de cada quien elegir a la madre que nos ha dejado esa huella imborrable en nosotros, la película es también un discurso a favor de esta situación.

Que hoy es domingo, y podría despertarte cantando “El chapaco alzado”, que podría estar todo el día dando vueltas sobre esta canción. Que podría contarte otras historias y decirte con los dedos que nunca he sabido tocar una guitarra, buscar con ellos otras cuerdas imaginarias más bien entre tus rizos y seguir cantando: “Yo soy como un árbol…”.