Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Burning

Sobre dos películas del director surcoreano de cine Lee Chang-dong.


Vi esta película gracias la revista Aullidos de la calle (debo decir que Mónica Heinrich V. es una de las mejores reseñistas de la actualidad, en Bolivia). Al principio tuve ciertas dudas: la película se basa en un relato de Haruki Murakami (“Barn Burning”: de seguro habría gatos o realidades paralelas); había visto dos días atrás Gonjiam (una película de terror del subgénero casa embrujada/hospital maldito que explota los sustos fáciles).

Así que antes de ver Burning empecé con la película Poetry, del mismo director (Lee Chang-dong). Cabe decir que la película es difícil de conseguir. 1. La busqué en la red y solo existía una versión online en inglés (¡el Duolingo no sirve para nada o casi nada!). 2. Descargué varios torrents: eran antiguos y tuve que esperar un promedio de dos días (a 20 mbps por segundo) porque había momentos en que la descarga se detenía (mientras tanto descargué todas las películas de Pedro Almodóvar, todas). 3. Las versiones que obtuve no podían sincronizarse con los subtítulos (que también tardé en encontrar). 4. Al final uno de los torrents me llevó al santo grial: Poetry en versión Blu Ray y con la capacidad de sincronizarse con subtítulos (a través de VCL: para quienes no lo conozcan, es un reproductor de video).

Mientras esperaba la descarga leí que Lee Chang-dong primero estudió filología coreana y luego dirigió obras de teatro. Publicó una novela en 1983 (El botín, un éxito de ventas). Y luego se dedicó a hacer películas. Literatura + Cine + Visión de director = Obra maestra (en este apartado tenemos como ejemplo a Kubrick o Hitchcock).

Empecé a ver Poetry con unas expectativas muy altas y cierto enojo (estaba mal dormido y mal comido). No me decepcionó: como resumen superficial debo decir que trata acerca de una anciana a la que le detectan Alzheimer, pero decide no contar nada a nadie. La anciana tiene un nieto (uno de esos millennials que lo único que hace es ver televisión, comer y aburrirse). La anciana se inscribe a un taller de poesía y el nieto participa en la violación de una de sus compañeras. La compañera se suicida. La anciana duda en entregar al nieto a la Policía o encubrirlo (como lo hacen los demás padres, en total son cinco adolescentes violadores: una manada coreana; como anécdota, dos días después vi en las noticias acerca de la violación de una joven cruceña por sus cinco amigos: la realidad a veces emula a la ficción).

Pero Lee Chang-dong es más que un resumen superficial. Tiene una visión y la plasma en cada plano, en el manejo del ritmo y las metáforas que realiza con la imagen y el sonido (la anciana, después de entregar al nieto, se suicida; en una voz en off se puede escuchar el único poema que realizó en su vida, mientras se muestra la corriente de un río).

Aquí es donde hablo de Burning (fue mucho más fácil de encontrar; ¡I love internet!). Es la historia de un joven que encuentra de casualidad a una amiga de colegio, muchos años después. La joven es sensual, divertida y se quiere ir a África. Antes de que ella viaje sucede lo que sucede en toda historia de amor de Hollywood: Departamento + Soledad = Sexo.

La muchacha regresa. El joven la va a buscar. Ella no está sola, tiene un nuevo amigo (una especie de estereotipo de la clase alta coreana: millonario, guapo y culto; el director maneja bien la ambigüedad, no se sabe si la muchacha es su pareja o si solo son amiguitos). En algún momento de la historia la muchacha desaparece. El joven la busca e intuye que el amigo millonario la asesinó. Jamás se sabrá (sólo hay una leve sospecha: en una escena el joven encuentra al gato de la muchacha en la casa del amigo millonario).

Lee Chang-dong es cine con mayúsculas (y con vocales fuertes). Nos cuestiona y cuestiona a la sociedad. ¿Qué hacemos frente al asesinato?, ¿al aburrimiento?, ¿la pérdida?

Al final, todo arderá.

Periodista – [email protected]