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  • Diario Digital | lunes, 20 de marzo de 2023
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Alipio Valencia Vega en el propósito de cambiar el modo de producción para educar al indio

“El indio con una probable revolución agraria, como expresa el autor, dejaría de ser un vasallo del terrateniente y mejoraría en la producción agrícola con el uso de nuevas herramientas”.

Alipio Valencia Vega, ensayista de historia y político boliviano. ELÍAS BLANCO-DICCIONARIO CULTURAL BOLIVIANO
Alipio Valencia Vega, ensayista de historia y político boliviano. ELÍAS BLANCO-DICCIONARIO CULTURAL BOLIVIANO
Alipio Valencia Vega en el propósito de cambiar el modo de producción para educar al indio

Alipio Valencia Vega (1908-1984), abogado y político de izquierda muy próximo al Partido Obrero Boliviano (POR). Entre su variada producción intelectual no tiene un libro referido a la educación; sin embargo, aportó a la misma con un ensayo intitulado: “Revolución agraria y educación indígena”, que fue publicado en la revista Karka (Órgano Bimestral del Movimiento Pedagógico Indigenista). Año I, Núm. 1, septiembre-octubre. La Paz, 1952. El mencionado trabajo se puede encontrar en las páginas 21 a 26 y está desglosado en cinco partes. La temática que aborda es la educación del indio, pero adherida a la problemática agraria.

En la primera parte hace conocer la cantidad de indios existentes de acuerdo a una estadística, tal como afirma: “(…) una enorme mayoría de la población nacional, constituida por el 75 por ciento, según las estadísticas más nuevas, pertenece a los grupos llamados “indios”, originariamente nativos de América y descendientes de los antiguos pobladores quechuas y aymaras, sin referirnos a las estirpes selvícolas que abundan en las regiones orientales”. Así como constata, los indios conformaban la mayor cantidad de la población boliviana, sin que aquello sea para este sector una ventaja en el ámbito político y económico; al contrario, fue óbice para todo tipo de anomalías que ejercían los que formaban parte del sector más reducido, pero con muchas ventajas al amparo del Estado. 

Aquella población mayoritaria, al margen de dedicarse a la agricultura y en menor proporción a la minería, sería demasiada paupérrima en su condición de vida, al respecto arguye: “Una observación de la misma clase, complementa la anterior, expresando que los indígenas bolivianos, siendo en su totalidad de actividad agraria –los de actividad minera son generalmente ocasionales-, poseen un nivel de vida inferior y no han alcanzado muchas de las ventajas de la civilización y la técnica modernas; pero, sobre todo, la observación más concluyente es que esta enorme masa de población vive en la más profunda ignorancia”. Aquella realidad deprimente se debió a las diferencias tan acentuadas entre los distintos estratos sociales de la sociedad boliviana. Unos al amparo del Estado tenían beneficios y privilegios, así como los citadinos de ascendencia española y alguno que otro mestizo, pero la mayoría estaba sometida, marginada y coartada de su derecho a la educación. Los indios cuanto más ajenos a la educación, mejor para explotarles y aprovecharse de ellos, parece que fue la lógica.

En la segunda parte considera que una educación alentada para mejorar la condición del indio sería una acción con sentido lógico, así como asevera: “Una respuesta que tiene todas las apariencias de una sólida lógica es aquélla que señala que el remedio para la situación actual del indio está íntegramente en el fomento de la educación de las masas nativas; educación que deberá orientarse en sentido de la retención del indio sobre la tierra para que cumpla las tareas de trabajador agrario que secularmente ha cumplido, pero provisto, esta vez de los adelantos de la civilización moderna”. Sin duda hace referencia a una educación que debería estar direccionada a la producción agrícola con instrumentos más modernos para que el indio esté ligado a su tierra. 

Al margen de lo que se menciona en el anterior párrafo, el indio a través de la educación no sólo debería aprender cuestiones elementales, sino también algunos aspectos relacionados a leyes, al respecto dice:“Esta perspectiva nos presenta al indio, no sólo con el conocimiento de la lectura y la escritura y no sólo como bilingüe, sino con una cultura media que lo haya elevado en su dignidad y que haya destruido las redes de la ignorancia en que está actualmente sumido, dedicándose al trabajo de la tierra como cualquier otro trabajador manual o intelectual, consciente de sus derechos y de sus obligaciones”. Deduciendo, se podría afirmar que la finalidad de la educación para el indio, en aquellos tiempos, no sólo tenía que estar limitada a la enseñanza de de la lectura y la escritura, sino también a elevar la dignidad del aborigen tan mellado por las acciones de aquellos que detentaban y gozaban del poder del Estado. 

En la tercera parte refiere a la condición servil del indio con características muy similares a lo que ocurría en la Edad Media, así como se puede constatar en esta cita: “(…), el ejercicio de la posesión de sus sayañas o parcelas en la hacienda, la de su vivienda, sus animales y su ganado, repiten las características de la servidumbre campesina en Europa, porque la propiedad real, fundamental, de la tierra que trabaja para sí el indígena y donde ha levantado su casa, y cría sus animales, pertenece legal y jurídicamente al hacendado, al gamonal”. En otras palabras, la condición social del indio en plena república fue similar al feudalismo. La tierra para sus labores diarias y la gran parte de su producción era propiedad del terrateniente.

Por otra parte, el autor infiere que con la conformación de la república en 1825, “el siervo debió ser liberado para convertirse en pequeño propietario o en trabajador libre que goza de salario. La hacienda feudal debió desaparecer y ser substituida por la hacienda de impulso capitalista”. En los hechos no ocurrió de esa manera, más bien la vigencia del feudalismo fue un lastre para que el indio está postergado y ninguneado, asimismo expuesto a las acciones malévolas de la clase dominante.   

En la cuarta parte aborda sobre la inaplicabilidad de la educación para el indio por la vigencia aún del modo de producción feudal, puesto que: “Si se conserva invariable o con modificaciones insignificantes e invisibles esa estructura feudal del agro, nada podrá hacer la educación; algo más: la educación chocará siempre con la ‘muralla china’ de los intereses económicos dominantes, y no podrá penetrarla”. Lo que asevera no estuvo alejado de la realidad, porque para que con la educación se tenga efectos culturales y sociales en el sector indígena, los mismos tenían que dejar de ser serviles de los terratenientes; en consecuencia, el cambio del modo de producción era una necesidad histórica y social para que los patrones por preservar sus privilegios sean un escollo en el propósito de redimir al indio. 

Alipio no vislumbra una solución netamente educativa a la problemática del indio, sino también económica, al respecto y mencionando a un intelectual peruano expresa: “(…), es el sistema económico imperante el que determina la orientación, la dirección y los límites mismos de la educación. Por eso, suscribimos con Mariátegui, la convicción de que la situación general del indio, que no es sino el problema de la tierra, no podrá ser resuelto jamás con una solución ‘puramente’ educacional, ni jurídica, ni militar, ni religiosa. Tiene que serlo desde el ángulo fundamentalmente económico”. Es innegable, la educación responde a un modelo económico, en este caso al feudalismo que tendría que ser modificado para emancipar de manera concreta y radical al indio.

En la quinta parte, alude a la Escuela Profesional de Indígenas de Warisata para puntualizar algunas acciones que neutralizaron los buenos propósitos para redimir al indio mediante la educación. Una de las acciones que no permitiría el avance para que cambie la realidad del indio sería, según el autor, el de retener al indio sólo en la producción agrícola, a esto se sumaría: “El injerto del ‘tecnicismo’ que el Servicio Cooperativo Interamericano de Educación ha colocado en el primitivo espíritu de Warisata, ya le ha limado de todas sus pretensiones revolucionarias”. Se podría decir que con la mencionada escuela se incumplió las intenciones de dignificar al indio, pero se engendraría la necesidad de una revolución agraria.

La revolución agraria conllevaría una serie de ventajas para el sector indígena y por ende para el país, algunos de esos réditos serían referidos de la siguiente manera: “La revolución agraria hará desaparecer definitivamente el estancamiento y retraso económico de la producción campesina; también el estancamiento de la técnica agraria y finalmente transformará las relaciones sociales elevando al siervo a la categoría de hombre libre”. El indio con una probable revolución agraria, como expresa el autor, dejaría de ser un vasallo del terrateniente y mejoraría en la producción agrícola con el uso de nuevas herramientas.

En conclusión, la educación para el indio, en la percepción de Valencia Vega, tendría que ser implementada después de que se modificara el modo de producción feudal para que tenga mayores efectos en el propósito de redimir al indio, asimismo para que no exista oposición alguna de parte de los terratenientes.