Interpretación en castellano del cuento
“La vida de dos hermanos”
Qhillqaq: Jhonny Rivera Prado
Hubo un tiempo en que dos jóvenes hermanos, ellos vivían solo con su mamá, su casa se encontraba detrás del cerro.
Ellos vivían cultivando la tierra y se alimentaban de lo que producían, se dice que en esa comunidad producía muy bien papa, oca, papaliza, cebada, maíz, haba, trigo, quinua.
Un día la mamá les dijo a los dos jóvenes: Hijos, vamos a trabajar, ya ha llegado la época de barbecho, de remover la tierra y preparar para la siembra.
Los jóvenes respondieron: Sí vamos a hacer el barbecho.
Y fueron varios días cargados de picota y merienda, mientras la mamá se quedaba en casa a prepararles la comida para su retorno.
Pasaron los días y los jóvenes no habían hecho el barbecho, sino que cada día que iban se dedicaban solamente a jugar con pelota y al anochecer regresaban a la casa muy cansados fingiendo que habían trabajado y su madre con mucho afán pensando que sus hijos habían hecho el barbecho les alcanzaba la comida.
Así se fue acercando la época de siembra y nuevamente la madre les dijo: Hijos tienen que ir a sembrar.
Los jóvenes nuevamente fueron a la chacra cargando las herramientas, la semilla de papa y la merienda. Pero, al igual que las anteriores veces se ocuparon de jugar con pelota y las semillas de papa las hicieron cocer en un horno hecho de terrones (wathiya).
Muy cansados regresaron a su casa y mintiéndole una vez a su madre, dijeron que ya habían terminado de sembrar.
De esta forma pasó el tiempo, hasta que llegó la época de cosecha.
Entonces la mamá les ordenó a los dos jóvenes: Hijos vayan a cavar la papa.
Salieron los dos y fueron a una chacra ajena, allí recién se avergonzaron de tener que cavar una chacra que ellos no habían sembrado, entonces decidieron regresar a la casa.
Nuevamente mintieron a su madre y le dijeron: Mamá porqué no vas tú a cavar la papa, nuestra chacra es la mejor de todas.
Y así, la madre fue y buscó la mejor chacra entre los sembradíos y encontrándola comenzó a cavar, pero en ese instante apareció el dueño de la chacra y muy enojado le dijo: ¡Ladrona, esta chacra no es de usted!, a lo que ella muy asustada respondió: Creo que mis hijos me han mentido, le pido disculparme.
El dueño de la chacra le dijo: Tus hijos te han mentido, ellos se pasaban todos los días jugando con la pelota. Para que veas cómo te engañan esos tus hijos flojos.
La madre sintió vergüenza y se entristeció tanto, que el dueño de la chacra por caridad le regaló un poco de papa y cargándola, ella regresó a su casa.
A su regreso decidió cortarse un pedazo de carne de su pantorrilla y cocinar con la papa que había llevado.
Y luego de darles de comer a sus dos hijos quiso pararse y desangrándose se murió en el mismo lugar yéndose después al cielo.
Los dos jóvenes, también con la pena se murieron y también se fueron al cielo, uno de ellos se convirtió en la estrella del amanecer y el otro en la estrella del anochecer.
Así me contaba mi abuelita.