Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

“Viviendo entre cambios, abundancia y carencias”

“Viviendo entre cambios, abundancia y carencias”

Sus ojos esconden en su mirada hechos eminentes capaces de provocar, en propios y extraños, tristeza profunda y júbilo intenso.

Albina Chumacero viuda de Núñez, es oriunda de Colquechaca, sin embargo pasó gran parte de su vida en Uncía.

“Cuando tenía siete años mis papás decidieron irse de Colquechaca porque no había trabajo”, recuerda Albina. Y desde entonces empezaron a suceder gran parte de sus experiencias existenciales.

Albina vivió su infancia jugando: “arroz con leche y rondas con sus amigos”, mientras su padre elaboraba muebles para el almacenamiento de minerales.

SIETE HIJOS El amor llegó a su vida a temprana edad: “me casé a los 16 años con alguien que era diez años mayor que yo”, afirma, a tiempo de señalar que cuando uno quiere no hay barreras.

Su esposo, Segundino Núñez Villagómez -al igual que el padre de Albina- se dedicaba al rubro maderero. Mientras ella permaneció al cuidado de sus siete hijos.

“No recuerdo cómo eduqué a mis hijos porque teníamos muchas facilidades por parte de Comibol”, añade Chumacero.

BUENA ÉPOCA Y es que para esos tiempos las pulperías subvencionaron sus precios por la nacionalización de las minas. Según Albina, el manejo de los recursos mineros por parte del Estado benefició a las familias potosinas.

“Nos daban material escolar para todo el año, alimentos, tela e hilos para bordar. Todo a precios mínimos”. Además ella y su familia recibían dos kilos de carne cada día. “Eran buenas épocas”, recuerda Chumacero.

Otro de los beneficios por el que apostaron los esposos Núñez era el descuento por planilla para tener una casa en La Paz. Este esfuerzo valió porque los tiempos duros se acercaban.

EL ADIÓS La Comibol quebró y sucedió el despido y la relocalización de los trabajadores mineros.

“Recuerdo que todos subían a buses en la plaza con sus perritos, sus plantitas, sus hijos. Era penoso”, solloza Albina.

Cuando los mineros despedidos estaban en el bus el chofer preguntaba: ¿a dónde los llevo? ¿Dónde quieren que los deje?

La gente no sabía qué responder y se marchaban sin rumbo mientras las banda municipal tocaba.

Secándose las lágrimas Albina Chumacero señala que afortunadamente su familia tenía la casa de La Paz para refugiarse.

“La relocalización dejó a muchos en la pobreza extrema, gracias a Dios Cochabamba nos acogió”, concluye Albina.