Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:01

VIOLENCIA PSICOLÓGICA, FÍSICA Y ECONÓMICA

Tomasa fue la esclava de una familia en Bolivia por 36 años

El padre de Tomasa M.M. la entregó como parte de pago de una deuda cuando ella era una adolescente. Jamás salió a la calle, trabajó sin salario y fue golpeada. Recién pudo escapar. 
Tomasa fue la esclava de una familia en Bolivia por 36 años



La historia parece extraída de una novela antigua, pero es la realidad que una mujer tuvo que soportar durante 36 años. En ese tiempo, nadie se dio cuenta de que, en plena democracia, una mujer era esclavizada por una familia en la zona sur de La Paz.

Tomasa M.M. calcula que tenía unos 15 años cuando su padre la entregó a los esposos José O.R. y María Eugenia R.O., como parte del pago de una deuda que tenía con ellos. La adolescente se convirtió en una “propiedad” de la familia y debía servirles las 24 horas para cancelar lo adeudado por su progenitor. A Tomasa nunca le permitieron salir de la casa, ni siquiera a la tienda. Debía permanecer encerrada, limpiando, lavando, planchando, cocinando y criando a los cuatro hijos de la pareja.

“Tomasa fue amenazada de muerte, el señor le decía que si ella salía a la calle la iba a matar porque la había comprado y le pertenecía”, relató su abogada María Gardeazabal. Nunca le pagaron ni un peso boliviano por su trabajo ni accedió a beneficios laborales y tampoco a una vacación.

A Tomasa se le fue gran parte de la vida siendo esclava. No estudió en una escuela, no pudo escoger una carrera universitaria o técnica. No pudo tener amistades, ni enamorarse. tampoco pudo elegir ser o no madre. “Toda mi vida me han quitado. Yo no conocía ni una calle. Ni siquiera sé leer y ahora ya tengo más de 50 años”, lamentó.

Como una esclava, solo recibía una alimentación “sumamente limitada” y prendas de vestir usadas, en algunas ocasiones. La dejaban encerrada con candado. Y hasta cuando intentaba asomarse por una ventana la regañaban. Huir le fue imposible durante 36 años. El dueño de casa, José O.R. y uno de sus cuatro hijos, fueron los más violentos. La patearon en todo el cuerpo y trataron de asfixiarla porque no cocinó como ellos esperaban. Uno de los golpes que recibió en una pierna la dejó con dificultades para caminar.

En enero de 2017, Tomasa enfermó y tuvieron que llevarla a un centro médico. Le detectaron varias enfermedades en las piernas, relacionadas con la falta de ejercicio, pues solo podía caminar dentro de la casa. Sus esclavizadores, para evitar el pago de largos y costosos tratamientos decidieron pedirle a los médicos que le amputaran la pierna a Tomasa.

Ella se asustó tanto, que pidió ayuda para escapar de la casa y lo logró. Ya se reencontró con sus hermanos de sangre y el 2 de agosto, presentaron una querella en contra de la familia, por trata y tráfico de personas.

La esclavitud fue abolida en el mundo y se firmaron tratados internacionales y es considerada un crimen de lesa humanidad. Sin embargo, a 40 días de informarse de un caso en Bolivia, la familia sindicada ni siquiera se presentó a declarar ante la Fiscalía y más bien denunció a Tomasa por robo. La abogada María Gardeazabal pidió al Ministerio Público celeridad en la pesquisa de un caso tan grave.