Ariel ya descansa en Arani: dolor y palabras de admiración en último adiós al arquitecto
Familiares, amigos y vecinos acompañaron al joven, victimado por la expareja de una de sus hermanas, hasta su última morada en su tierra natal. Piden que las sentencias de los asesinos sean ejecutoriadas.

Profundo dolor y muestras de admiración se vieron este miércoles en el Cementerio General de Arani, durante el último adiós a Ariel Rodríguez Orellana, el arquitecto que fue asesinado hace casi dos años en un inmueble de la zona de Chacacollo, camino a Sacaba.
Ariel era un joven alegre, optimista, responsable, trabajador y cariñoso. Así lo recuerdan sus seres queridos y sus amigos. La tranquilidad de Mayumi Luizaga, esposa del arquitecto, y sus suegros Cecilio y Carmen se vio quebrantada desde el trágico momento en que Ariel (de 30 años) salió de su casa ubicada en Pacata Baja, conduciendo su auto, y no volvió más. Eso ocurrió el 23 de octubre de 2020.
El atroz crimen se descubrió a los cinco meses de la desaparición, el 19 de marzo de 2021. Esa fecha, Mayumi recibió la peor noticia de su vida. Los restos óseos de su pareja, padre de su hija, fueron hallados en Chacacollo.
Hasta antes de ese día todo era un misterio. Edwin Carata Bejarano y Lucio Araníbar Mamani, quienes fueron detenidos en diciembre de 2020 como sospechosos de la desaparición del arquitecto, guardaban silencio.
La Policía tenía a otros implicados “bajo la lupa”. Brayan Quispe Bejarano y Erika Beatriz Vargas G., primo y comadre de Edwin Carata, respectivamente, fueron detenidos en marzo de 2021.
Tras su detención, Quispe Bejarano no pudo más con la culpa y rompió el “pacto de silencio”. “Perdón arquitecto, ahora déjame dormir”, dijo el primo del principal autor cuando dirigió a los investigadores hasta el lugar donde dejó los restos calcinados de Rodríguez Orellana.
Según las investigaciones, el móvil del crimen fue “venganza”.
Ariel cuidó a su hermana de un potencial feminicida, pero este acabó con su vida. Carata tenía una relación sentimental con una de las hermanas del arquitecto, pero la familia Rodríguez Orellana se oponía a ese noviazgo por varios motivos, entre ellos que el enamorado era violento y había atentado antes contra la vida de su exesposa.
La relación terminó, pero Carata estaba obsesionado con la hermana de Ariel y planeó el crimen. El principal autor logró, a través de otras personas, que el arquitecto acepte una cita laboral, pero le tendió una trampa. El profesional fue sorprendido por su excuñado, mientras estaba reunido con dos hombres, quien lo golpeó, torturó y quemó su cuerpo en una vivienda que alquiló poco antes del crimen.
UNA SENTENCIA, PERO NO EL FINAL
La tarde del miércoles 11 de mayo de 2022, el Tribunal de Sentencia No. 1 de Cochabamba dictó la pena máxima, de 30 años de cárcel sin derecho a indulto, para Edwin Carata Bejarano y su primo Brayan Héctor Quispe Bejarano, asesinos del arquitecto Ariel Rodríguez. El primero es el autor intelectual y material del macabro crimen ocurrido el 23 de octubre de 2020 en una casa ubicada en una urbanización de Chacacollo, a la altura del kilómetro cinco de la avenida Villazón.
Los otros dos acusados, Lucio Aranibar M. y Erika Beatriz Vargas G., recibieron dos años de cárcel por encubrimiento.
Tras conocer ese fallo, la familia del arquitecto sintió alivio, aunque reconoció que el dolor no desaparecerá porque nada les devolverá la vida de Ariel.
El calvario no ha terminado. Conocieron que Edwin Carata apeló la sentencia y busca reducir su condena. Los dolientes piden que las sentencias sean ejecutoriadas y, de esa manera, puedan cerrar este capítulo después de tanto sufrimiento.
“Para nosotros no son suficientes ni los 30 años de cárcel. Pedimos que las sentencias sean ejecutoriadas y que los asesinos no salgan de las cárceles porque son un riesgo para la sociedad. Lo que le hicieron a Ariel fue inhumano. Nos hemos quedado con restos pequeños que pusimos en un ataúd de tamaño normal porque él (Ariel), para nosotros, está ahí dentro completo”, dijo entre lágrimas la esposa del arquitecto, mientras recogía los restos de su amado el martes del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) de Coña Coña.
Brayan Quispe dirigió, en dos oportunidades, a los investigadores hasta los sitios donde dejó los restos de Ariel. El primer hallazgo fue el 19 de marzo de 2021 y el segundo el 14 de abril de este año. Carmen, la mamá de la víctima, le pidió a Edwin varias veces que le diga dónde quedaron los restos de su hijo. “¿Dónde están los restos que faltan de mi hijito?, dime, te voy a perdonar”, le dijo, pero él solo ignoró su clamor.
La mamá de Ariel solo quería reunir los restos de su único hijo varón para su descanso eterno. Finalmente, este miércoles le dieron cristiana sepultura en Arani, su tierra natal.
LA PROMESA
Mayumi le prometió a Ariel que no descansaría hasta que sus asesinos sean encarcelados y sus restos descansen en Arani. Cumplió sus promesas.
Mayumi, al igual que sus suegros Carmen y Cecilio, no descansó un solo día hasta encontrar justicia. La joven, de 29 años, tenía cuatro meses de embarazo cuando el arquitecto salió de su casa y desapareció. La pareja, oriunda de Arani, esperaba con ansías la llegada de su primer bebé e incluso Ariel ya tenía el nombre para su primogénita, pero le quitaron la oportunidad de criarla y verla crecer. La niña nació unas horas después del hallazgo de los restos óseos de su padre, en marzo de 2021.
Ariel y Mayumi tenían una relación de unos ocho años y se esforzaban a diario por salir adelante. Terminaron el bachillerato en Arani, municipio del Valle Alto, y se trasladaron a la ciudad de Cochabamba para continuar sus estudios. Los últimos tres años estuvieron viviendo juntos en la casa de la hermana mayor (que está en el exterior) de Rodríguez.
Mayumi recuerda al padre de su hija, a quien sus amigos llamaban ‘negrito’, como un joven alegre, soñador, responsable y trabajador. En 2017, Ariel se graduó como arquitecto de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS). El siguiente año consiguió su primer contrato laboral y, poco tiempo después, comenzó a construir edificaciones con su empresa A.R. Diseño y Construcción. Ya tenía varios proyectos y todo marchaba bien hasta que “le tendieron una trampa” y acabaron con sus sueños.