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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El zorro Antonio y el dilema de alejarlo de su familia en Oruro

El pedido de su familia para que las autoridades municipales devuelvan el animal señala que en el zoológico de Oruro ya " trataron mal" hace varios años a Fido, un león que murió enjaulado allí.
El zorro Antonio y el dilema de alejarlo de su familia en Oruro

Antonio, un pequeño zorro andino de unos nueve meses, es el eje de un dilema que ha enfrentado a autoridades bolivianas con un sector de animalistas, tras difundirse masivamente este jueves una campaña por redes sociales para que regrese junto a su familia humana y deje la jaula que se le habilitó en el zoológico de Oruro.

"Antonio no merece estar en una jaula, nunca ha estado encadenado, nunca ha estado en jaula", dijo a EFE Boris Velasco, uno de los integrantes de la familia humana del animal, refiriéndose al espacio de unos ocho metros cuadrados que ahora ocupa en el zoo orureño.

Velasco publicó en redes sociales el pedido de su familia para que las autoridades municipales de Oruro devuelvan el animal, bajo el argumento de que las instituciones encargadas de esa custodia, la unidad de Zoonosis y el Zoológico Municipal, ya " trataron mal" a un puma y hace varios años a Fido, un león que murió enjaulado a más de 3.800 metros de altitud.

Junto a las publicaciones, aparecen fotos y videos el pequeño zorro sobre los sillones de una casa, comiendo croquetas, tomando leche o sopas especiales que le preparan, e inclusive comparte espacio espacios junto Juventino y Tuco, los canes de la familia.

Antonio pasaría tranquilamente como una especie de perro delgado con hocico puntiagudo y orejas paradas, a no ser por la leve corva de su espalda y su pomposa cola que delatan su diferencia.

UN VÍNCULO FAMILIAR AMISTOSO

Velasco relató que hace nueve meses "una persona de buen corazón" puso a Antonio, todavía cachorro, a custodia de su familia y se cree que su familia animal había sido sacrificada en el campo.

"No supimos qué hacer", toda vez que dudaron en ponerlo a cuidado de las autoridades, por cosas que son "de conocimiento general", señaló, en alusión a una mala fama en la cuidad en el trato a animales.

Con el paso del tiempo, el zorro "ha empezado a desarrollar peso, tamaño, y habilidades" propias de su especie, como trepar y saltar hasta que unos vecinos reportaron la situación a las autoridades municipales, que decidieron asumir esa custodia del animal silvestre, relató.

Velasco mencionó que Antonio "nunca ha mostrado agresividad", llevaba una vida con un patio a disposición y haciendo cosas que "usualmente hace un animalito" cuando es pequeño.

En internet muchos comentarios consideran que Antonio debe regresar con su familia humana y que estar en el zoológico es un encierro, incluso hay posturas contrarias entre animalistas, que consideran que un animal silvestre debe regresar a su hábitat y otros que creen que su lugar es con las personas que lo cuidaron desde un comienzo.

EL PRONUNCIAMIENTO OFICIAL

El Ministerio de Medio Ambiente del país recordó en un comunicado que los animales salvajes son los que no han "experimentado un manejo generacional selectivo" por el hombre y que los animales silvestres "mantienen en su acervo genético y fenotípico la conducta que desarrollará el resto de su vida".

La nota también menciona que las personas que conviven con estos animales pueden contraer enfermedades y "corren el riesgo de sufrir ataques" cuando estas criaturas ingresan a su etapa de madurez sexual, además de que su tenencia está sujeta a sanciones penales.

"Se solicita a la ciudadanía no incitar la tenencia, el manejo y el tráfico ilegal de especies", dice la nota, que no se refiere específicamente al caso de Antonio, pero que menciona el compromiso de colaborar a las autoridades regionales para el cuidado de las especies silvestres rescatadas.

"Es poco probable que nos lo entreguen, así lo están viendo las autoridades, más allá del clamor popular", manifestó Velasco, que ahora pide un acuerdo con las autoridades para que encuentre un espacio en el que más o menos ejerza la libertad y reciba el cuidado de la familia que lo acogió.