Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 11:15

LA ALTEÑA QUIERE SER EJEMPLO DE SUPERACIÓN PARA LAS MUJERES

“Tal vez, antes no habría podido hacer el curso con mis trenzas”

Shirley Condori quería ser tripulante de cabina desde que era recepcionista. Ansía que,  en un futuro, la pollera se conserve parcialmente en vuelo, quizás con menos metros.

Shirley Condori, con su licencia como tripulante de cabina.     Gentileza DGAC
Shirley Condori, con su licencia como tripulante de cabina. Gentileza DGAC
“Tal vez, antes no habría podido hacer el curso con mis trenzas”

Shirley Condori sonríe, lanza una carcajada, empequeñece los ojos y luego hace gala de su ingenio con alguna broma al paso. “Como dice Arjona, de las cuatro décadas, ja ja”, invita a recordar, creando un halo de enigma y dejando en jaque al interlocutor con su simpatía.

Ha causado sensación y lo sabe. Por 24 horas (y quizás más), las personas han replicado la noticia que la tuvo como protagonista. Ser la única mujer de pollera en Bolivia que consiguió la licencia como tripulante de cabina de aviación no puede pasar inadvertido. Por ello, el 7 de abril de 2021, fecha en la que tomó la tarjeta de acreditación que le extendió la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), no fue un día cualquiera. No lo ha sido para la alteña, tampoco para nuestra diversidad cultural.

Devino en una especie de heroína por su temple y su coraje por abrirse espacio en un mundo desconocido como lo es el de la aviación. Pero más allá de la admiración que pueda generar, están el trasfondo, la explicación y la pasión.

Trabajó por casi ocho años como recepcionista en la oficina central de la DGAC. Desde sus labores de rutina, a diario solía observar, de lejos, a las azafatas e inspectores que lucían sus “chapas” (como ella misma describe) y pasaban imponentes. Un día, Shirley se animó. Abordó a uno de ellos y le preguntó qué era necesario para también poder portar la chapa. “Me contestó y me dijo: ‘debes tener una licencia en el tema aeronáutico, luego hay que hacer un montón de cursos’. Ahí dije: ‘quiero una licencia y ser tripulante de cabina’. Las veía a las azafatas. Esa fue mi motivación para desear saber e involucrarme un poco más con lo que me había llamado tanto la atención”, relata, en entrevista exclusiva con OPINIÓN.

Claro que se metió en ese ambiente nuevo con incertidumbre. Siempre lo desconocido produce temor. Sin embargo, conforme se fue familiarizando, cambió el chip. Reconoce que los tiempos han cambiado y, con ello, ciertos espacios que en otras épocas se presentaban como selectos ahora están abiertos. Lo celebra.

También lo festeja Daniel Bustos, gerente de Administración y Finanzas de Jet Airways Academy, compañía en la que se graduó Shirley. Para el ejecutivo, existe una “idea errónea” alrededor de la imagen que se crea sobre las tripulantes de cabina mujeres. “Se piensa mucho que responde a un estereotipo de mujer y nivel social, pero no”, reflexiona.

Por seguridad operacional, advierte, el diseño de los uniformes debe ser funcional, por lo que existen confecciones establecidas. De todos modos, cree que el caso de la alteña puede sentar un precedente para evaluarlo.

La mujer es respetuosa de las normas y no se desespera por un cambio repentino, pero confiesa que, en un futuro, “ojalá pudiera adaptarse”.

Aquí, la palabra de Shirley, la recepcionista que apuntó a un objetivo y lo conquistó.

P: ¿Por qué la decisión de estudiar para ser tripulante de cabina?

R: Más que todo fue por una inquietud de superación. Trabajo hace casi ocho años en la DGAC. Llegué a esta institución sin mucho conocimiento del tema. Trabajaba en recepción, estaba en contacto con la comunidad aeronáutica, veía a los pilotos y a las azafatas. Un día llegaron los inspectores, imponentes, con sus chapas. Una compañera más antigua me dijo que eran de aquí, de la entidad. Y yo era: “ahhh”. Me atreví a preguntarle a uno y dije: “¿qué tengo que estudiar para tener chapa o eso?”, señalé, porque ni siquiera sabía que se llamaba chapa. Y me contestó: “debes tener una licencia en el tema aeronáutico, luego hay que hacer un montón de cursos”. Ahí dije: “quiero una licencia y ser tripulante de cabina. Las veía a las azafatas tan lindas. Ellas, en algún momento, llegaban directo del aeropuerto a realizar sus trámites. Esa fue mi motivación para desear saber e involucrarme un poco más con lo que me había llamado tanto la atención.

P: ¿Hubo temor e incertidumbre, al principio?

R: Sí, sí. Yo lo veía así como bien complicado, pero a medida de que vas conociendo las cosas, te das cuenta de que no era tan difícil. Nosotros mismos nos ponemos las trabas.

P: ¿Con qué te encontraste?

R: Gracias a Dios, estos tiempos son otros. Tal vez, antes no hubiera podido hacer el curso así, tal cual soy, con mi pollera, con mis trenzas.

P: Por una cuestión de seguridad operacional, seguramente habrá que adaptarse a los uniformes…

R: Todo en aeronáutica está reglamentado. No se puede ir en contra de la norma. Un capricho personal no puede atentar contra la aviación porque puede producir un desastre. Sin embargo, creo que sí, tal vez, un poquito adecuarse en el tema de la ropa, ver el modo de hacer una falda con menos metros de tela. 

P: ¿Te gustaría eso a futuro?

R: Sí, me gustaría mucho. Uno no sueña en vano. Hay anhelos que se pueden cumplir.

P: ¿Qué dijo tu familia cuando empezaste?

R: Gracias a Dios, tengo una familia que siempre me apoyó en las locuras que he querido cometer. Me decía: “si puedes, hazlo”. Eso me ha motivado bastante.

P: Eres muy sociable…

R: Me ha tocado una vida bien complicada. Miedo, solo a Dios. Las limitaciones para una mujer están en una misma. Una las pone. Los sueños y planes que una mujer tiene, pueden ser realizados, sin importar los tiempos, la edad, la condición social, la forma de vestir. No son limitantes. Si luchamos por alcanzar nuestras metas, las podemos lograr.

P: ¿Crees que este es un inicio para que otras mujeres de pollera puedan animarse? 

R: Claro que sí. Bolivia es tan diversa, tan rica en cultura. Tenemos cholitas qhochalitas, tarijeñas, mujeres hermosas, paceñitas lindas. Me gustaría que sea un ejemplo de superación para ellas. 

Apuntes

Empoderamiento

El director ejecutivo de la DGAC, el general Celier Arispe Rosas, sostiene que la aviación boliviana va en la misma línea del Gobierno en cuanto a políticas de inclusión y diversidad cultural. Además, exhibe un "nuevo rostro y empodera a la mujer", por lo que los estereotipos "no tienen lugar en las aeronaves".

"Nuestra funcionaria Shirley Condori es una muestra de superación de una mujer que empezó en esta institución como personal administrativo", señala Arispe.

Sobre los uniformes para tripulantes, da a conocer que "representan una imagen corporativa, pero también son diseñados para actuar de forma cómoda ante una emergencia".

Precedente

Daniel Bustos, gerente de Administración y Finanzas de Jet Airways Academy, asegura que el caso de Shirley Condori marca un precedente para que más mujeres de pollera se inserten en el mundo de la aeronáutica y espera que se abra el mercado.

Según el ejecutivo, el uniforme de las tripulantes de cabina va en función de la seguridad operacional. Por ejemplo, en caso de que se presente una emergencia, ellas deben poder desplazarse en la cabina. Considera que este aspecto tendría que contemplarse a futuro, de modo que la identidad se respete. “Quizás, de aquí en adelante, la DGAC, con el antecedente de Shirley y para que no pierda la identidad la mujer de pollera, va a tener que hacer alguna modificación en el uniforme”.

Sobre los requisitos para postular a la formación, Bustos enumera que se necesita un examen médico emitido por el gabinete de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), una fotocopia de carnet de identidad, certificado de nacimiento, antecedentes penales y el título de bachiller.