Fue una ola de críticas y repudio lo que generó las declaraciones del expresidente Evo Morales sobre conformar milicias armadas en Bolivia. 

Tras el rechazo de la ciudadanía en general, políticos, líderes sociales, anuncios de procesos penales y pronunciamientos diplomáticos de las autoridades, ayer, de forma inédita, el exmandatario se retractó mediante un comunicado. En el Gobierno dicen que esto  ya no tiene relevancia y ratifican que debe someterse a la justicia. En Argentina, la Unión Cívica Radical (UCR) desistió del proyecto que presentó ante la Cámara de Diputados de su país para denegarle el refugio.

Otro grupo de políticos le pidió que baje el tono de sus declaraciones. 

Morales dijo que su convicción “más profunda siempre ha sido la defensa de la vida y de la paz”. También llamó a la comunidad internacional a trabajar para garantizar el respeto a los derechos humanos en el     país porque “no quiero que nada de lo que diga sea usado como un pretexto para perseguir y reprimir a mis hermanas y hermanos”.

La canciller Karen Longaric dijo que ya es irrelevante porque “desde su fuero interno él ha hecho conocer sus intenciones con este país y el pueblo. Él ha agredido al pueblo con las declaraciones que hizo inicialmente, lo que sigue no tiene relevancia”.

El ministro de Justicia, Álvaro Coimbra, recordó que se lo espera en el país porque “tiene cuestiones con la justicia y debe sentarse a responder por ellas”.

Morales enfrenta una orden de aprehensión por incitación a delinquir, sedición y terrorismo, entre otros delitos. Incluso en el MAS observaron que con sus mensajes “parece jefe de campaña de la oposición”.