La venta de gas de Bolivia a Brasil se ha resentido este mes en medio de la crisis por el coronavirus, ante lo que la estatal boliviana YPFB busca una solución con la brasileña Petrobras para minimizar el daño. El presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Herland Soliz, compareció ayer en la sede de la compañía para hacer un llamado al diálogo con Petrobras. La empresa brasileña ha reducido de 14 a 10 millones de metros cúbicos el volumen diario de gas que compra a YPFB, explicó el directivo en rueda de prensa.

"Se entiende el tema de la fuerza mayor que hizo que se solicite 10 millones de metros cúbicos día, sin embargo, que sea con el sustento necesario para ver cómo se devuelve estos 4 millones pendientes. Petrobras siempre ha sido nuestro socio estratégico y con ellos hemos coordinado de la mejor manera", dijo.

Soliz advirtió de que esta reducción supone alrededor del 12% de la producción boliviana, de unos 31 millones de metros cúbicos diarios, lo que conlleva un problema a Bolivia, al tener que dejar de funcionar pozos de gas que son complicados de recuperar después. Esta merma se produce desde el pasado 4 de abril, según el Presidente de YPFB, que no concretó cifras de pérdidas económicas para Bolivia, donde el principal ingreso del Estado viene de la venta de gas a Brasil y Argentina.

No obstante, reiteró el llamado a Petrobras para ver "cómo minimizar este daño", en un momento en que la producción de gas boliviana se ve amenazada por la caída de la demanda interna y externa ante la reducción de actividad por la crisis del coronavirus. "No podemos aceptar una fuerza mayor por baja demanda", aseveró Soliz, al argumentar que el contrato entre ambas compañías prevé "otras fórmulas" en defensa de los intereses de Bolivia.

Finalmente, recordó que el contrato eleva en mayo a 16 millones de metros cúbicos diarios el mínimo de venta a Petrobras y a 18 millones en junio. Esta situación se produce después de que a comienzos de marzo ambas empresas firmaran una ampliación al contrato hasta 2026, con la que el Estado boliviano esperaba un ingreso de al menos unos 4.000 millones de dólares, antes de que estallara la crisis por la COVID-19.