Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
  • Actualizado 13:26

PATRIMONIO CULTURAL

Madre Tierra y seres humanos

Madre Tierra y seres humanos
Madre Tierra y seres humanos formamos un binomio necesario de estudiarse y comprenderse, porque de su relación equilibrada depende la continuidad de nuestra y otras especies en el planeta.
Los seres humanos, a través de la historia, hemos transformado la naturaleza a nuestra conveniencia y por necesidad, encontrándonos hoy en el período denominado “Antropoceno”, concepto lanzado por primera vez en el año 2000, por el holandés y Premio Nobel de Química Paul Crutzen; es decir que estamos en la “Edad de los humanos”, era geológica que involucra al sensible y temido fenómeno del cambio climático, acrecentado por la descontrolada actividad humana, cuyo efecto sobre la Madre Tierra está afectando la continuidad de la vida en el planeta

A través del acceso a la información difundida por los medios de comunicación y las redes sociales, los seres humanos estamos tomado conocimiento de las alteraciones que nuestras acciones y hábitos están provocando en el medioambiente

En los últimos 50 años, se han extinguido numerosas especies de animales, por varios factores; entre ellos la pérdida de su hábitat, la cacería, el maltrato, la basura y los plásticos.
Hoy Bolivia, a causa de los incendios, está sufriendo uno de los peores episodios de deforestación de la historia. Como consecuencia se tiene la pérdida definitiva del hábitat de incontables especies de fauna y flora, que convivían en armonía y equilibro, hasta que la mano del hombre intervino, siendo imperativa y necesaria la recuperación de la naturaleza y el paisaje cultural devastado

Aún no sabemos cuales serán las consecuencias que tendremos que enfrentar en breve por la afectación en la Amazonía boliviana, persiste a la fecha un estado de vulnerabilidad ante lo que pueda ocurrir a futuro. Es hora de cuantificar los daños, de mostrar abiertamente las cifras de lo perdido, no solo del número de hectáreas quemadas, sino de la fauna y flora incluida en ellas.
A partir del desastre, corresponde asumir responsablemente la deuda contraída con la Madre Tierra, debiendo priorizarse un plan que implique proteger, conservar, restaurar y rehabilitar ese patrimonio. Para bien nuestro y de las futuras generaciones, la tarea debería comenzar ahora.