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DESDE AFUERA

Hacer lo correcto, pensar en grande y perseverar

Hacer lo correcto, pensar en grande y perseverar
Toda persona, toda empresa o todo gobierno deben tener una visión, un sueño, unos objetivos.

Los gobernantes debemos regirnos por unos principios de acción claros: Hacer lo que se cree correcto y no lo que es popular, pensar en grande y perseverar, a pesar de las dificultades y los vientos en contra. Con esos principios en mente, y con un puerto de destino claro, es posible navegar incluso en las aguas más turbulentas para llegar a él.

En 2010, el principal problema de Colombia era la guerra con las FARC, que completaba 46 años sin resolverse, a pesar de los diversos esfuerzos de mis antecesores para lograrlo.

El otro gran problema del país era -y sigue siendo- la pobreza y la desigualdad, agravadas entre otras razones por la guerra y por la corrupción.

En la lucha contra la pobreza se había avanzado, pero aún teníamos un nivel alarmante: más del 40 por ciento de la población vivía bajo la línea de pobreza. En cuanto a la desigualdad, caminábamos como los cangrejos, para atrás: crecía la economía pero no disminuían las brechas.

Resultaba entonces obvio que los dos grandes propósitos nacionales cuando asumí la Presidencia -hace ocho años- eran la paz y la búsqueda de una mayor equidad. Ese era nuestro puerto de destino.

En la gestión pública siempre he pregonado los principios del Buen Gobierno: eficacia, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. En estos ocho años de trabajo juicioso y perseverante constituimos un gobierno reformista y de derechos.

Todo esto no se quedó en simple retórica, sino que se tradujo en leyes y acciones concretas. Mencionaré solo tres ejemplos:

Primero, hicimos aprobar la Ley de Víctimas y de Restitución de Tierras, que generó un proceso de reparación a las víctimas y de retorno de los desplazados a sus parcelas, como nunca se había visto en el país, ni en el mundo.

Segundo, se penalizó la discriminación por razones de raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, o discapacidad.

Y tercero, implementamos el índice de pobreza multidimensional, creado por el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, y su Instituto de Desarrollo Humano en la Universidad de Oxford, como una forma no solo de medir, sino de construir y focalizar políticas públicas para reducir sobre todo la pobreza extrema.

En el frente social, bajamos la pobreza, medida por ingresos, del 40 por ciento al 27 por ciento de la población. Fueron 5.4 millones de personas las que salieron de la pobreza, y redujimos la pobreza extrema casi a la mitad. Somos campeones de la región en esta materia. Alcanzamos la cobertura universal del sistema de salud, con tratamientos iguales para todos.

Decretamos la educación gratuita en los colegios públicos para todos los niños y niñas del grado 0 al grado 11 y mejoró su calidad. Hace 8 años solo 37 de cada 100 bachilleres entraba a la educación superior, hoy lo hacen 54 de cada 100.

El déficit habitacional se redujo en 50 por ciento porque se construyeron más de millón y medio de viviendas, de las cuales 135 mil fueron casas totalmente gratis en los centros urbanos y 140 mil en las áreas rurales, para los más pobres de los pobres.

Tomado de la agencia EFE