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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DIOS ES REDONDO

Chávez: muerte, impunidad y olvido

Chávez: muerte, impunidad y olvido
La última fue una semana de malas noticias, sobre todo para el fútbol boliviano. Wilster volvió a aplazarse en la Copa Sudamericana y se desclasificó en la mejor tradición del balompié nacional: superó el reto más difícil (empatar de visitante, sacar ventaja en el partido de vuelta y en penales) y se cayó en el más fácil (se hizo empatar de local y perdió en penales tras tener ventaja). Bolívar también se despidió de la Sudamericana, aunque de forma más previsible y menos dramática que el Rojo, que sigue perfeccionado su capacidad para torturar al pueblo Gurka en cada nuevo cotejo.

Para colmo, y ya fuera de Bolivia, se confirmó que Arturo Vidal jugará la siguiente temporada en el Barcelona, un refuerzo que para el suscrito, seguidor blaugrana, resulta especialmente desalentador.

La semana de malas noticias se cerró el viernes, con la muerte de Carlos Chávez, expresidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF). El otrora monarca del balompié nacional falleció en un hospital de Sao Paulo (Brasil), tras pelear desde el año pasado contra un agresivo cáncer. Había sido trasladado a esa ciudad desde el penal de Palmasola, donde guardaba detención preventiva tras ser acusado de delitos de corrupción durante su largo mandato en la FBF. El deceso de una persona a una edad relativamente temprana (tenía 59 años) es una mala noticia, para el que muere y para sus seres queridos. Eso está fuera de discusión. Lo que es discutible es la reacción pública, particularmente periodística, que ha desatado el fallecimiento. Siguiendo ese adagio tan manido de que “no hay muerto malo”, cierta prensa deportiva ha despedido a Chávez con lamentos y un peligroso velo de escepticismo sobre la veracidad de los actos penales por los que estaba detenido. Más de uno sentenció que murió sin saber si era culpable o no de lo que se le acusaba. Y de lo que se le acusaba no es una bicoca ni mucho menos: organización criminal, legitimación de ganancias ilícitas, uso indebido de influencias, beneficios en razón del cargo, delitos tributarios y estafa con la agravante de víctimas múltiples...

Mucho me temo que la muerte de Carlos Chávez está mereciendo un tratamiento periodístico similar al que tuvo la muerte de Banzer, salvando las distancias: el pesar por su partida está opacando la escandalosa corruptela en la que, a presumir por los indicios, habría estado implicado. Y ya sabemos que este es un país muy dado a la desmemoria, que suele premiar la impunidad con el olvido. Así pasó con Banzer, el dictador que fue presidente en democracia. Y así podría pasar con Chávez, el monarca de la FBF.