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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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DE FRENTE

Basta de eufemismos

Basta de eufemismos
Un informe de la Policía da cuenta del hallazgo de 17 “trabajadoras sexuales” indocumentadas, de nacionalidad paraguaya, en prostíbulos de El Alto y el Chapare, una nota de prensa a la que no se le dio importancia ni seguimiento. Se desconoce en qué situación quedaron, qué pasos sigue el Ministerio Público para conocer cómo, por qué vía y con ayuda de qué autoridades ingresaron al país y, “casualmente”, todas no portan documentación alguna. Una adecuada investigación por la Dirección de Trata de la Policía y la Fiscalía, en coordinación con autoridades paraguayas, llevaría a identificar al captor en su país de origen, develar las promesas recibidas para venir a Bolivia, país de bonanza, como se muestra, cómo funciona la conexión de tratantes y proxenetas, dueños de los prostíbulos y quién retiene sus documentos de identificación extendidos en su país de origen.

Sin lugar a dudas, este es un caso típico de trata, pero no se profundiza en la investigación. Por testimonios de mujeres que lograron liberarse de la prostitución y de proxenetas que cumplen condena en otros países, se sabe que la trata de mujeres cuenta con una red muy bien estructurada de colaboradores: policías, fiscales, jueces, funcionarios de migración corruptos, así como abogados, médicos, banqueros, hasta organizaciones de la sociedad civil, cumpliendo cada uno su rol para facilitar la acción del proxenetismo, dispuestos a ser parte de las ganancias que genera la esclavitud de mujeres prostituidas, adolescentes o adultas. Se conoce que las mujeres, trasladadas de otro país, llegan con una carga de deuda inicial por concepto de pasajes, trámites legales, alojamiento y alimentación a ser pagados con trabajos de modelaje, vendedora de tiendas, cafeterías o restaurantes, asistente de familias ricas, bailarina y otras inofensivas. Pero, al llegar a destino, despiertan a la dura realidad de ser propiedad del proxeneta dueño del prostíbulo, mientras salde las deudas pasadas y las futuras para lo que la mujer debe vender su cuerpo a hombres, prostituidores, jóvenes, viejos, sobrios, borrachos, limpios, mugrosos, profesionales, violentos delincuentes o quien sea pague el precio por pieza impuesto por el proxeneta, quien se quedará con la mayor parte, dejando para la prostituida apenas un pequeño porcentaje que la mantendrá en la miseria.

Así no puede llamárseles “trabajadoras sexuales”, son mujeres en situación de vulnerabilidad agravada.

Prostituidas. Basta de eufemismos.