Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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TRADICIÓN /// CADA 8 DE NOVIEMBRE ESTA CELEBRACIÓN CONGREGA A MILES DE DEVOTOS.

Las “ñatitas” cierran la festividad de los difuntos

Las “ñatitas” cierran la festividad de los difuntos



Las "ñatitas", calaveras humanas que reciben ese nombre porque les falta la nariz, volvieron ayer, una vez más al Cementerio General de La Paz con motivo de la festividad que lleva su nombre para proteger a los bolivianos, en un escenario en el que se mezclan la fe cristiana con la tradición andina.

Con esta celebración se pone fin a las celebraciones para los difuntos, que comenzaron honrando a las almas que vuelven a la tierra el 1 de noviembre.

Bolivia celebra la vida y la muerte casi al mismo nivel. La música, los colores y la gastronomía local se dan la mano en una festividad que tiene por objeto venerar a las calaveras que los devotos tienen en casa para su propia protección.

Cada 8 de noviembre, esta tradición prehispánica andina congrega a miles de devotos que colocan sus "ñatitas" en improvisados altares en los nichos y mausoleos para ser veneradas.

La mayor parte de los fieles son indígenas aimaras, herederos de esta tradición de adoración de las calaveras, aunque cada año se suman devotos de diversas clases urbanas a esta celebración.

Una de sus fieles, Leonora Pasa, señaló que recibió recientemente sus "ñatitas" de manos de su compadre. "Una se llama Víctor y la otra Pascualita, son una pareja que me protege a mí, protegen mi casa y mi familia", aseguró.

"Este día es una fiesta para mis "ñatitas", un año hace ya que no salen", dijo Leonora.

Llaman la atención los accesorios que se colocan sobre las calaveras, tanto coronas de flores como hojas de coca, gafas de sol o cigarrillos.

"Es para que estén contentas, es algo que les gusta", explica Leonora. "La coca es para que fumen las maldiciones, igual que los cigarrillos", aclaró.

Este año, Elizabeth Portugal, más conocida como "Eli, la reina de los cementerios", veneró a 67 "ñatitas" junto a su esposo, Ángel Aduviri.

Desde el 2012, cuando contaba con 52 calaveritas, Eli ha ido sumando a su colección particular nuevos cráneos debido a su profunda dedicación y a su devoción.

La creencia popular afirma que las calaveras conceden milagros si se las venera y se les ofrecen determinados agasajos, razón por la que los fieles acumulan los cráneos, tanto para su propia protección como para la de sus seres queridos.

El origen de esta celebración proviene de la antigua cultura tiwanacota, según esta creencia los cráneos de familiares, o incluso desconocidos, poseen determinados poderes mágicos y ofrecen protección a los dueños.

No faltan las flores, las velas y los rezos. Todos muestran orgullosos sus "ñatitas" y posan para las fotografías con una amplia sonrisa, a pesar del misticismo y lo oscuro que tiene la tradición.

La procedencia de los cráneos es variada, pues algunos obtienen las calaveras de estudiantes de medicina, aunque en ocasiones son de familiares difuntos.

La Iglesia católica boliviana ha señalado en numerosas ocasiones que esta práctica no concuerda con su fe, ya que los restos mortales no deben ser profanados.