Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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CREEN QUE ES NECESARIO EL CAMBIO

Los chilenos en Bolivia sueñan con la esperanza

Los trasandinos siguen la jornada a la distancia. Coinciden en que es urgente escribir una “nueva historia”. También votarán.
Chile registra el sábado con menos casos nuevos de covid-19 en seis meses. EFE
Una ciudadana chilena, durante las protestas de octubre de 2019. EFE
Los chilenos en Bolivia sueñan con la esperanza

A la distancia, la ansiedad parece mayor. A la espera de conocer los resultados del Plebiscito Nacional 2020 de hoy, los chilenos que viven en Bolivia siguen de cerca cada acción, con participación activa y emotiva.

Algunos radican en el país desde hace más de una década, otros han arribado hace no más de tres años. Lo cierto es que a todos ellos los une el sentimiento y la ilusión de un Chile mejor, digno e inclusivo.

Sebastián Núñez es técnico en el ámbito profesional del fútbol boliviano. Llegó en 2018 para dirigir al club Fatic. Actualmente comanda a Nacional Potosí y radica en el occidente. Cuenta que, en su entorno, recibe críticas constantes por su ánimo de cuestionar el ámbito político. “Me dicen que por ser entrenador debo hablar solo de fútbol. Creo que uno primero es persona. Tengo mi postura”, señala, convencido.

Él, como tantos otros compatriotas suyos, apoya el “apruebo”, motivado por la ilusión de un Chile más equitativo. “Se han tomado malas decisiones porque la gente no va a votar. Esperemos q esta vez sí. Es momento de que el país empiece a escribir una nueva historia. Hay un montón de situaciones que cambiar. Las pensiones de los jubilados y la privatización del agua, por ejemplo. Este es un derecho humano. No es justa la Constitución. Fue escrita en el periodo más oscuro. No tenemos las mismas posibilidades”.

Catalina Meza, quien vive 12 años en Santa Cruz, relata que palpita una “fiesta democrática”. Por supuesto, también votará el “apruebo” fuera de su nación. “Desde que se habilitó el voto en el extranjero, la participación ha sido muy positiva, y en esta oportunidad no será la excepción.  Es necesario cambiar una Constitución que fue creada en dictadura, a puertas cerradas y sin la participación de la ciudadanía. La educación, salud, pensiones, medio ambiente y agua están en manos de privados”.

Jeannette Díaz Leiva tiene 47 años y alimenta la esperanza de un mejor mañana, aunque crea que aquello se dé a cuentagotas. Lamenta que la carta magna trasandina haya sido elaborada “entre cuatro paredes, por cuatro militares ignorantes y asesinos”. “Nuestras leyes son de basura, todo lo que tenemos es basura. Queremos un chile digno. Amo Bolivia. Miro de palco y es terrible lo que se vive en Chile. No tenemos educación ni salud. Es vivir para pagar. El chileno se endeuda para comer”.

Rodolfo Torres difiere. No quiere cambios constitucionales. Al menos, no ahora, pues concluye que no es momento. “No se dejen lavar el cerebro con la desinformación, influenciados por las redes sociales. Lean la Constitución actual porque estoy seguro de que ni el 15% de la población la conoce”.

Teme que su país se convierta en una suerte similar a Cuba o Venezuela. “Cuba empezó con todo ese mismo cuento que nos quieren meter. Luego, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Brasil. Vean cómo están esos países”.

Tres voces muy distintas

Un minero, un empresario agrónomo y un militar de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) se expresan con relación al plebiscito, aunque, claro, mantienen distintos argumentos. Nicolás, un cabo de 27 años de la FACH que prefiere mantener su apellido en reserva, confiesa que es apático en cuestiones políticas y elecciones. Admite que es un acto mezquino, pero se justifica diciendo que aquellos que ostentan los poderes y la economía se “llenan los bolsillos con plata”. “Generalmente no he votado. No me gusta sentirme culpable debido a lo que yo creí que pudo ser mejor (y no funcionó). Da pena que no hagan nada por el país. Soy militar. Busco un mejor estilo de vida para mí. Me iría a un país bien lejano, con otra cultura, donde pudiera ir a pedalear con mi perro cerca de un río”. Matías Tamayo tiene 26 años. Vive cerca de Santiago. Trabaja en el campo, donde administra la hacienda de su padre, y también se desempeña en una empresa. Es sincero. No es “experto en la materia”, pero está seguro de que el cambio es necesario.  El descontento social es “generalizado” y se apoya en el acceso a la salud y la educación. “No nos garantiza derechos a la educación, salud y pensiones a los adultos mayores. Resumiendo, hay una infinidad de cosas más. Solo se privilegia a los que proveen el servicio. Debo reconocer que no hay mucha claridad, porque si apruebo una nueva Constitución, estaría generalizando algunos puntos”. Piero (29 años) es un minero que se encuentra en Calama. Es consciente de que su trabajo es muy riesgoso. Su disconformidad para con el presente de su país es grande. “Es tiempo de cambiar esa historia. El país despertó. Como dijo Pepe Mujica, Chile puede ser una potencia mundial, el problema es que siempre vamos a estar a la deriva”. Vaticina que, pese a la nueva Constitución, los “ricos seguirán robando”. “Pero no va a ser mucho como hasta ahora”. Todo es caro. “Venden medicamentos con precios elevados, la gente debe pagar millones de pesos para mantenerse viva. Es absurdo. No es posible que un estudiante con crédito fiscal pague hasta 20 años. Es ilógico que te cobren el triple. No puede ser que una persona gane 400 millones de pesos”.