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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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ES COCHABAMBINO, LICENCIADO EN FISIOTERAPIA Y KINESIOLOGÍA

Daniel ayuda a niños y ancianos como voluntario en Alemania

Postuló en 2017 a varios proyectos y aprendió alemán en forma autodidacta. Actualmente trabaja con adultos mayores con alzhéimer. Su intención es replicar su experiencia en Bolivia.
Daniel ayuda a niños y ancianos como voluntario en Alemania

Daniel Aguirre Ramos trabaja con adultos mayores que sufren de alzhéimer, en un pueblo de Stuttgart, Alemania, adonde llegó después de haberse postulado como voluntario. A fines de este año cumplirá su misión y asegura que aprendió “mucho” y su objetivo es regresar a Bolivia para aplicar estos conocimientos.
El sueño que alberga este joven de 27 años, fisioterapeuta de profesión, es retornar a Alemania, una vez que pueda ejercer su carrera en Bolivia, para lograr una formación superior en fisioterapia
Daniel nació en Cochabamba, el 1 de julio de 1992, y su familia vive en la zona sur de este departamento.
Está a punto de cumplir su voluntariado en Alemania, adonde fue gracias al consejo de uno de sus amigos, quien había viajado un año antes a ese país, con un programa de intercambio, de servicio voluntario.
Para ser parte de este programa de voluntariado, Daniel envió su postulación en diciembre de 2017, y después de pasar varias evaluaciones le llamaron para ser parte de un proyecto que trabaja con niños.
Antes de viajar, aprendió alemán, con la ayuda de una voluntaria de Suiza, que había llegado a Cochabamba para trabajar con niños quemados, y en forma autodidacta con tutoriales. No pudo estudiar en un instituto porque la pensión mensual era muy elevada.
En el momento en que se postuló para trabajar como voluntario, Daniel estaba a punto de obtener su licenciatura en Fisioterapia y Kinesiología, en la Universidad Mayor de San Simón, con el internado rotatorio, en el servicio del pabellón de quemados de niños del hospital Viedma.
En el pabellón de quemados conoció a la voluntaria de Suiza, quien le ayudó con el alemán, dándole clases dos horas a la semana, por dos meses.

PROYECTOS La organización a la que se había postulado tenía unos 16 proyectos y él eligió tres. Cada uno de ellos con requisitos básicos, un nivel determinado de dominio del alemán, además de ciertas habilidades propias de su profesión.
“Hay proyectos que trabajan en el área ambiental, en el de salud y en el de pedagogía y enseñanza”.
Daniel escogió un proyecto para trabajar con niños pequeños, porque se exigía un nivel de alemán básico, “y porque el tiempo apremiaba”.
En Cochabamba había trabajado con niños, en el área de pediatría, y con adultos mayores, en la especialidad de alzhéimer.
Daniel no postuló para trabajar con adultos mayores, porque el nivel que se exigían era de C1, es decir una persona que habla alemán como si fuera su lengua materna.
En abril de 2018, después de varios intentos, recibió un correo electrónico urgente en el que le comunicaban que tenían un proyecto para él, en una escuela, para trabajar con niños, desde los tres años, en una granja,que es una especie de centro de recreación y aprendizaje, similar a las escuelas y el kindergarten.
En esta granja y otras, los niños reciben una educación desde otra perspectiva (Pedagogía Waldorf), donde, además se cuenta con caballos, ovejas, burros, chivos, conejos y cerdos.
Una de sus tareas consistía en limpiar los establos, según cronograma, y si le alcanzaba el tiempo podía trabajar con los niños.
Había transcurrido casi tres meses después de haber iniciado esta tarea, cuando, desafortunadamente tuvo un problema de salud, lo que incluso podía significar su regreso de manera inmediata a Bolivia, a fines de noviembre.
Afortunadamente, la providencia estuvo de su parte y la organización encontró otro proyecto para él, trabajar con adultos mayores que sufren alzhéimer, en el que si bien se requería un gran dominio del alemán, a él le aceptaron.
Daniel empezó a trabajar en este proyecto en diciembre de 2018, cuando el invierno arreciaba con más fuerzas en ese país.
En un principio, para Daniel fue complicado trabajar en este proyecto, porque no podía comunicarse con fluidez con los pacientes, más si se toma en cuenta que los pacientes hablaban un dialecto (schwäbisch) con sus característica propias.
Con la ayuda de otro voluntario, alemán, pudo empezara entender este dialecto y se afianzó en su tarea de voluntariado.
En esta etapa, en la que sigue inmerso, tiene la tarea de hacer un acompañamiento a los adultos mayores, que implica la preparación de sus alimentos. juegos grupales, y hacer ejercicio con ellos, cuando tiene tiempo.
La dieta que tiene cada paciente es rigurosa y se debe cumplir al pie de la letra. El desayuno, la merienda de media mañana, el almuerzo y el café de las dos de la tarde, que es “algo cultural”, y la cena, son las comidas diarias
Una vez cada dos semanas llega hasta el proyecto una terapeuta que atiende a los pacientes, con el fin de relajar el nivel de irritabilidad de estos pacientes.
La tarea de los voluntarios es llevar a los adultos mayores desde sus habitaciones hasta el lugar donde se encuentra la terapeuta.
Daniel trabaja con estos pacientes, cuando puede, pese a que no es su función, en la movilidad y en algunos movimientos.
“Intento ayudar en lo que puedo. El boliviano aquí (Alemania) y en todas partes es visto como una persona que no se rinde, que cuando le dan un trabajo, trata de hacer algo más”.
Este concepto, asegura Daniel, lo aprendió en la universidad, pero especialmente en su hogar, gracias a los valores que le inculcaron sus padres.
Daniel está ahora más familiarizado con su trabajo, se comunica con más fluidez con los adultos mayores que sufren alzhéimer y actualmente está a punto de terminar su voluntariado.
Lo importante, según sus palabras, es que se llevará de Alemania experiencia en el trabajo con niños y adultos mayores.