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Creación del mercado público de la ciudad en la época colonial

Creación del mercado público de la ciudad en la época colonial



La necesidad de establecer el Mercado Público, como espacio formal para el abastecimiento de productos de consumo doméstico se produce en la ciudad de Cochabamba, al finalizar el período colonial con la instrucción que hace en enero de 1817 el señor Gobernador Intendente y Comandante General de Armas, don José de Mendizábal e Imas, al Comisionado señor don Antonio Pol para la presentación de un Informe Instruido sobre las panaderías y la contribución que debían hacer éstas de un peso por la elaboración de pan, por cada fanega tanto de harina de trigo o maíz, cuyo destino era sostener, en parte, los gastos que demandaba el Ejército Real, que en esta época de insurgencia " mantenía la tranquilidad de la Provincia ante los esfuerzos de la anarquía y la revolución.” .

Para el control de este gravamen, el Comisionado Pol , en el citado Informe, consideraba indispensable el establecimiento de una Casa de Abasto, como el lugar exclusivo, donde los panaderos debían “ surtirse ” de harina bajo pena de sanción si lo hacían en otro sitio.

La idea inicial de concentrar en una casa de abasto el expendio limitado a las harinas, que más bien era propio de las denominadas alhóndigas, se amplió con buen criterio a otros productos y se propuso con mayor propiedad la idea de conformar un mercado que permita el aprovisionamiento de toda clase de productos para el consumo doméstico, gravando con el pago de un medio real por cada ocho arrobas de las especies que se internen en este local, para obtener con esta tasa un ingreso propio que le permita atender las refacciones del local y dotar de las pesas y medidas para la venta justa de los productos al consumidor.

El Informe Del Comisionado Pol, de fines del año 1817 , en su segundo artículo, expresa textualmente :

“ se hace indispensable tanto para el buen arreglo del establecimiento del ramo, como para su cobranza, y evitar fraudes, fundar en esta Capital una Casa de Abasto, Provisión, alóndiga, cancha o como quiera denominarse, en la que sin ninguna excusa entren no sólo las harinas de trigo o maíz, sino también todas aquellas especies de provisión que se venden por mayor y menor en la plaza, como son papas, chuño, sal, cebada y demás... haciéndose lo mismo en todos los Pueblos de la Provincia que lo permitan.”



El funcionamiento de este espacio de uso público carecía de un antecedente formal anterior, no olvidemos que en esta época la venta de productos se realizaba al aire libre de manera espontánea en las plazas o en lugares abiertos, según lo atestigua Viedma en su Informe de enero de 1788, que cuando se refiere al tema del aprovisionamiento de víveres, especialmente del pan y carne, expresa:

“ 47.- Los víveres se hallan todos los días en la plaza con mucha abundancia y a precios muy moderados, tanto el pan como la carne, y todo género de legumbres, frutas y aves….. cada uno vende donde quiere y como puede ; y aunque desde el principio quise arreglar ambos abastos , por medio de un obligado el primero, y el segundo destinando al gremio de panaderos que debiesen proveer de pan al precio que correspondiese a las harinas y de calidad, no he podido conseguirlo, por más esfuerzos que he puesto… ”

Así con resignación declaraba Viedma la inicial dificultad que significaba la instalación de un mercado de abasto y dejaba a las administraciones edilicias futuras esta responsabilidad administrativa.

Por otra parte en esta época, gran parte de los sitios informales de venta estaban en manos de los tamberos, pues en los patios de estos alojamientos temporales de tradición andina, donde llegaban los "trajinantes" con sus animales de carga transportando productos de otros lugares, se producían interesantes transacciones que no requerían de otros sitios especiales ; por lo tanto no existiendo un modelo arquitectónico hispano o nativo de mercado, se consideró aceptable su instalación en una casa de vivienda cualquiera, siempre que reuniese condiciones de adaptación adecuada tanto para las funciones de intercambio como para alojar al personal de administración del mercado y el cuidado de animales de carga.

En estas circunstancias, habiendo presentado el Comisionado don Antonio Pol el Informe al Gobernador, conocido éste, fue derivado para consideración del Ilustre Cabildo el mismo que aprobó en noviembre de 1817 el Reglamento del funcionamiento de la Casa de Abasto , consistente en 17 artículos con los que se pretendía normar el funcionamiento de esta primera casa de abasto; quedaba sin embargo, pendiente la tarea de establecer el lugar adecuado para su instalación y proponía el mismo Comisionado Pol algunas alternativas de vivienda que podrían ser utilizada como Mercado :

“La casa que se puede elegir para esta ciudad debe ser la que fue del finado Tesorero don Pedro Canals, situada a espaldas del Convento de San Agustín, media cuadra del cuartel principal; la del Doctor Don Manuel Ríos en la plaza, o la del doctor don Nicolás Mariaca a espaldas del cuartel que son las que tienen las comodidades que se requieren o la que se tenga por conveniente elegir…”

Como se observa, se trataba de sitios construidos, ocupados por viviendas, muy próximas a la plaza, que ofrecían a los vendedores la ventaja de instalarse en “ casa señalada , seguros sus animales y libres de ser perjudicados por ser defendidos por manos de auxiliares y celadores ” . Esta novedosa condición que precisaba un solo lugar para las ventas, seguridad ante eventuales contingencias con el público o entre vendedores y resguardo para sus animales de carga, implicaba identificar una opción de un espacio construido capaz de adecuarse a estos requerimientos, que no siempre eran posibles de ser satisfechos en una vivienda.

La tarea de identificar la alternativa más favorable a los múltiples requerimientos de una Casa de Abasto en condición de arriendo o compra, transcurre por un complejo trámite que se inicia con la consideración del Ilustre Cabildo sobre las tres alternativas planteadas por el Comisionado Antonio Pol, que señalaba como la mejor opción la casa del “finado Tesorero del Cabildo , Don Pedro Canals” , ubicada a espaldas del Convento de San Agustín, que había dejado en herencia a sus varios hermanos , y estaba conformada por un primer patio de extensión adecuado a este fin, con 28 a 30 piezas , de las cuales 18 ó 20 bajas y 8 ó 10 altas, aunque todas ellas en estado de deterioro.



Aprobada esta elección y emitida la orden del Gobernador para su desalojo y pronta ocupación para el nuevo uso público, en los primeros días de diciembre de 1817, Don Mariano Unzueta interpuso una reclamación, aduciendo que en dicha casa , que también le pertenecía como parte de la herencia de su mujer, “alojaba a numerosos familiares, algunos de ellos huérfanos ”, que al no existir otra casa capaz de alojar esa cantidad de personas , además de encontrarse en ruinas y demandar, por lo tanto, un alto costo la adaptación , solicitaba se desestime esta posibilidad que les significaba perjuicio y recomendaba elegir otra más nueva, de mejores proporciones, como era la alternativa ofrecida voluntariamente por su dueño, el cura Don Nicolás Mariaca, de la casa ubicada a dos cuadras de la Plaza Mayor a “espaldas del cuartel ” , aunque para ser más precisos , estaba a espaldas del Colegio de Jesuitas . La tercera opción , perteneciente a la casa del Doctor Manuel Ríos, no fue considerada como apropiada , por su ubicación en uno de los frentes de la Plaza Mayor y fundamentalmente por estar esta vivienda en esta época ocupada por el Real Cuerpo de Artillería , como parque y armería , cuyo uso militar se consideraba preferencial por los acontecimientos revolucionarios por las que se atravesaba en estos años.

En estas circunstancias, la situación de oposición para la ocupación de la casa de los herederos de la familia Canals, desencadena un intrincado proceso que transcurre con un primer Informe de nuevos peritos nombrados para hacer " vista de ojos y cotejo " entre ambas posibilidades, que concluye con la recomendación para elegir la casa del Dr. Mariaca que con la salvedad de su alto precio, presentaba mayores ventajas por ser de “ fábrica reciente , mayor abundancia de oficinas, comodidad para los abastecedores y cancha resguardatoria de animales”.

Este Informe de los peritos , pese a ser observado por su vaguedad para adoptar un parecer decisivo sobre la elección del inmueble más apropiado, el Gobernador e Intendente , por el largo tiempo transcurrido , la urgencia de instalar la casa de abasto para el servicio público y la pronta generación de recursos para apoyo al Ejército Real, envió el 11 de Febrero de 1818 , el requerimiento al Doctor Mariaca para que determinara el costo anual del arriendo de su casa , mientras se tramitaba la adquisición en propiedad de la capellanía de don José Antonio Canals ,del sitio comúnmente conocida como la del Tambo.

Con esta gestión parecía haberse superado circunstancialmente este problema, sin embargo, el cura doctor Nicolás Mariaca responde argumentando que la modalidad de arriendo de su casa atentaba a sus intereses, pero estaba dispuesto por el bien público a venderla al contado en la mitad del precio de su tasación . Esta propuesta trasladada a consideración del Cabildo fue rechazada por la imposibilidad de sostener este alto pago de inmediato y por los futuros desembolsos que resultarían de su adecuación , ratificándose la compra de la casa del Tambo para la instalación inmediata de la casa de abasto previa refacción antes de su ocupación.

No ha sido posible precisar dónde estaba ubicada esta denominada " casa del Tambo", de la cual sólo se anota que tenía “la ventaja de tener agua abundante a su inmediación que es la que corre por la acequia que las baja de los manantiales de la Muyurina para el socorro de los bestias de los trajinantes” ; tampoco se conoce si efectivamente y por cuánto tiempo funcionó allí la casa de abasto o mercado porque la información disponible de la fase posterior a la gestión del Gobernador don José de Mendizábal e Imas, continúa sólo con la discusión de las autoridades y del Cabildo de la última fase colonial, sobre las decisiones más adecuadas para obtener los gravámenes más ventajosos sobre las harinas por vía de la instalación de una o varias panaderías sin insistir ni precisar sobre el tema del sitio de la casa de abasto.

Algunas otras noticias, afirman que el mercado funcionaba en el mismo ámbito de la Plaza de Armas, y anecdóticamente se narra que el Honorable Cabildo, después del glorioso triunfo de Aroma en 1810, “mandó poner afanosamente el empedrado y se echó el Mercado de Abasto fuera de la Plaza de Armas, para recibir al Ejercito Auxiliar que venía al mando de Dr. José Castelli.”