Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 15:36

LAS CONDUCTORAS COMEN Y DUERMEN EN LAS RUTAS. MUCHAS VIAJAN ACOMPAÑADAS POR UN AYUDANTE, PERO INSISTEN EN QUE SON AUTOSUFICIENTES.

Mujeres, dueñas de las carreteras

Mujeres, dueñas de las carreteras



Leonor Heredia Ascui es la más joven del grupo. Al ser hija de un transportista siempre estuvo involucrada con los camiones. No tiene la certeza de la edad a la que comenzó a manejar, pero no olvida su primer viaje internacional.

Recuerda claramente que su padre tenía un contrato de carga y que su chofer no daba señales de vida. Su papá recurrió a ella y le pidió ayuda para que se hiciera cargo del pedido. “Mi licencia (tipo A) estaba caducada”, pero igual me animé a viajar”. Desde entonces no ha parado de recorrer las carreteras. Ni el matrimonio ni la maternidad frenaron su pasión por el volante.

“La colega” como la llaman disfruta de los viajes al Perú, dice que la ruta es menos accidentada y que al final de la tarea se puede disfrutar de la playa. Tiene tres niños a quienes dedica todo su tiempo, entre viaje y viaje. Suele hacer uno al mes.

Desde que se casó, viaja con su esposo, en camiones separados, ella va por delante.

Nieves Tordoya cuenta que en sus viajes tuvo el apoyo de sus hijos. Cuando eran adolescentes la acompañaban en calidad de copiloto. Comenzó con un tráiler, pero luego, con financiamiento bancario fue comprando otros, ahora tiene cuatro.

Sus hijos, ya adultos, se hacen cargo de tres carros. Su esposo nunca mostró interés por el transporte y no quiso hacerse responsable de ninguno.

Nieves cuenta que su meta fue sacar adelante a su familia y los impulsó para que sean profesionales porque el oficio del transporte es muy sacrificado. Pero, todos fueron atraídos por el volante y las ruedas.

Admite que la presión es fuerte, tanto por los incidentes que suceden en la carretera como por las responsabilidades económicas e impositivas que tienen. Fue el medio que encontró para estabilizarse financieramente.