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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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LA HABILIDAD DE UN JOVEN DE 17 AÑOS COMENZÓ A BRILLAR EN EL CAMPEONATO MUNDIAL DE 1958 CONQUISTANDO EL MÁXIMO CETRO

Pelé dirige a Brasil hacia su primer título

Pelé dirige a Brasil hacia su primer título





Después de perder en semifinales ante Italia por 2-1, en 1938 y en la final de 1950 ante Uruguay por 1-2 en el Maracaná, Brasil logró conquistar su primer campeonato mundial en 1958. Este año los brasileños disputaron la conquista del título ante los anfitriones (Suecia) goleando por 5-2.

En el campeonato brilló con luces propias un joven Edson Arantes (Pelé) que expuso un juego vistoso y con calidad técnica que superó a la fuerza y experiencia de los rivales que tuvo al frente.

Sin tener que forzar demasiado su ritmo de juego, los jugadores brasileños mejoraron lentamente desde los fríos y nerviosos en los instantes iniciales, en los que sufrieron, incluso, un gol en contra. Con el correr de los minutos lograron prevalecer y, al final del primer tiempo, la tan ardientemente deseada victoria estaba casi asegurada.

Al término del encuentro, todo el estadio de Solna, de pie, le dio al cuadro brasileño el homenaje que merecía. Reconocidos como campeones dignos, los futbolistas sudamericanos pudieron, al fin, descansar de la larga y ardua campaña que los llevó a ganar el cetro tan disputado. Así, la gloria descansó en los brazos de todo Brasil. La misma inmensa gloria que se hizo desear 28 largos años y que llegó después de cinco campeonatos del mundo.

Brasil se destacó por un fútbol exquisito en técnica, el mediocampista de Santos Pelé y Garrincha fueron sin dudas los grandes valores individuales de la Selección de la Canarinha.

Vavá, además de confirmar su cualidades de goleador, fue todo un luchador, procurando aprovechar todas las oportunidades surgidas en el área sueca. Por último, Zagallo, pese a ser el elemento menos trascendente del ataque, participó de diversas jugadas.

Con este campeonato organizado por Suecia en 1958 comenzó el ciclo hegemónico de Brasil, que ganaría también los Mundiales de 1962 y 1970 bajo una misma tutela, la de Pelé.

Con apenas 17 años en aquel torneo, su aparición deslumbrante fue el puntapié inicial en la construcción del primer gran ícono del fútbol. El primer monarca de una serie que continuarían los argentinos Diego Armando Maradona y, en estos días, Lionel Messi.

Las dos potencias Alemania hizo el milagro ante hungría en la final de 1954 

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REDACCIÓN/AGENCIAS

Alemania ganó la Copa Mundial de 1954 de forma brillante por varias razones: porque venció al favorito del torneo, Hungría (3-2), que hasta entonces, en un período de cuatro años, no había perdido ningún partido. Además expuso un juego efectivo con técnica, fortaleza física y, sobre todo, moral.

Un lleno absoluto en el estadio de Berna y el terreno en buenas condiciones, pero algo blando a causa de la lluvia que cayó antes fueron el marco.

Los húngaros habían marcado dos tantos en los primeros ocho minutos, dando la impresión de que triunfarían por una goleada. La misma impresión que dio su primer partido de los cuartos de final en el que triunfaron por ocho a tres. Nadie pensó entonces que en tal partido los alemanes querían asegurar su calificación ante un segundo partido contra Turquía, y habían puesto a siete reservas. De los once que jugaron contra Turquía en su primer encuentro fueron sustituidos ocho.

Los alemanes reaccionaron luego del segundo tanto y se organizaron mejor, demostrando una perfecta acción de conjunto, tanto en el ataque como en la defensa. A los seis minutos había marcado Puskas, y dos minutos más tarde el extremo Csibor. Pero Alemania logró lo que parecía un milagro y anotó tres para remontar.

En 1954, la Copa Mundial de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) que se celebró al pie de los Alpes suizos escaló nuevas cumbres. En la fase de clasificación participaron 16 países, más que en cualquier anterior Mundial.

Con la fundación de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) en 1954, la Copa Mundial de la FIFA también incluyó a las selecciones nacionales de Corea y Japón. Con ellas, y con la inclusión de la selección de Egipto, este evento asumió una auténtica representación mundial.