Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 00:15

EL BICICROSSISTA COCHABAMBINO COMENZÓ A LOS SIETE AÑOS, TUVO UN RECESO Y VOLVIÓ A LOS 13. AHORA ES LÍDER CONTINENTAL Y DUEÑO DE UN PRESENTE LLENO DE VICTORIAS Y SATISFACCIONES

Andrés, alma, vida y corazón de campeón

Andrés, alma, vida y corazón de campeón



Cuando se le despertó el gusto por el bicicross, Andrés era solo un niño de siete años que tenía inquietud por conocer qué se sentía sobre una bicicleta, pero sorteando terrenos adversos, con saltos prominentes y vuelos. Le llamaba la atención la emoción al límite, aunque no denominaba precisamente adrenalina a aquello que comenzaba a instalarse en su vida.

Practicó, se hizo fuerte en la pista y abrazó el bicicross como su mejor pasatiempo.

Sin embargo, por cosas de la vida tuvo que hacer a un lado sus entrenamientos y los dejó en stand by por un buen tiempo. Volvió con todo a los 13, ya con mayor solidez y sed de victorias.

Andrés Zamora ahora tiene 17 años, es el número uno del país (Challenger 17) y, como si fuera poco, es campeón continental. Consiguió su mayor estrella en mayo pasado, cuando en Santiago de Chile impuso su velocidad ante rivales de gran renombre.

“Fue mi mayor logro. El primer título internacional que obtuve en mi carrera”, recuerda el adolescente, que cursa el último año de secundaria en el colegio Tiquipaya.

Su condición ganadora no es producto del azar, sino de la dedicación. Fueron tantas sus ganas de llegar lejos que se le ocurrió contactar a un entrenador que vive en Estados Unidos y seguir un plan de entrenamientos mediante internet, algo inusual y limitado debido a la lejanía.

“Entreno vía web y veo vídeos también”, describe el campeón, de carácter sociable y extrovertido.

Esto recién comienza para el joven que abandona su condición de promesa para convertirse en un verdadero ícono tangible del deporte extremo. Su apuesta es ambiciosa. El año siguiente pretende competir en el Mundial de Colombia, para lo que proyecta viajar a EEUU y formarse en el país del norte durante algunos meses, aunque ello le signifique distanciarse de sus seres queridos y mejores amigos.

El sacrificio valdrá la pena y bien lo sabe este campeón, que desde niño supo elegir, sin demostrar un vestigio de duda, su verdadera vocación.

Lo que depare el devenir, para este adolescente es solo eso, futuro. Vive su presente al máximo y disfruta cada carrera al límite.