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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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MIRIAM, ADOLESCENTE DE 16 AÑOS, SUFRIÓ DOS ABORTOS ESPONTÁNEOS Y AHORA ESPERA A SU TERCER HIJO CON TEMOR

“Me embaracé tres veces en un año y medio”

“Me embaracé tres veces en un año y medio”



Son las dos la tarde y Miriam N. es sometida a una revisión completa en la enfermería del Hospital Cochabamba. Cualquier momento puede nacer su bebé y la orden de internación debe estar lista.

La adolescente de 16 años es una de las últimas pacientes de las consultas de la mañana. Tuvo que esperar su turno por varias horas debido a la gran cantidad de embarazadas que acude diariamente al servicio especializado en la atención de las madres jóvenes.

Todas las pacientes son consideradas de alto riesgo por su corta edad, pero la situación de Miriam es aún más complicada, ella ya fue internada dos veces por amenaza de aborto.

De tiempo en tiempo se acomoda su blusón porque ya le queda estrecho. Luce una media cola para recoger su negro y lacio cabello que le llega hasta los hombros y un cerquillo es el único adorno en su rostro moreno. 

Se moviliza con dificultad y está muy fatigada. En las 39 semanas de embarazo aumentó cerca de 15 kilos y el tamaño de su vientre delata que el nacimiento de su bebé, una nena, es inminente.

Temerosa. Así dice sentirse por el momento del parto. Su madre, quien tuvo siete hijos, siempre le contó que el dolor que se sentía al momento de dar a luz era más intenso que cualquier otro.

A eso se suma su miedo a que las cosas no salgan bien. En un año y medio se embarazó tres veces y en dos oportunidades perdió a su bebé por abortos espontáneos. 

Recuerda bien que la primera vez fue después de cumplir sus 15 años. Esas veces no usaba ningún método de prevención pese a que ya convivía con su pareja, un varón de 16 años.

Cuando acudió al centro médico le presentaron una amplia gama de métodos anticonceptivos. Ella optó por las inyecciones, pero reconoce que fue indisciplinada y las dejó. Además, le causaba dolor de cabeza. Su pareja también usó preservativos, pero de manera irregular.

No está sola, la acompaña la madre del padre de su bebé, quien carga el bolsón con prendas de cama y ropa, porque piensa que “nunca se sabe cuándo llega el momento del parto”.

La mujer de cerca de 40 años cuenta que Miriam vive en su casa hace más de un año. Tuvo que pedir la autorización de sus padres porque era casi una niña, pero no hubo ninguna dificultad ni resistencia.

La mujer piensa que está mejor con ellos, pues nunca tuvo atención mientras vivía en su casa. Al contrario, le delegaron la responsabilidad del cuidado de sus hermanos menores.

La futura abuela asegura que espera con ilusión a su primer nieto y está segura de que su hijo, a sus 17 años, ya sabe lo que hace y podrá sacar adelante a su familia.

El padre trabaja  desde sus 10 años. Ahora es albañil y semanalmente recibe “un buen paguito”.

Para los adolescentes, la etapa colegial quedó atrás hace varios años y dejó de ser parte de su proyecto de vida.

Miriam apenas terminó segundo de secundaria y abandonó las aulas porque faltaba demasiado a clases por sus problemas de salud. La situación se complicó más con su último embarazo.

Ahora, piensa dedicarse a la atención de su bebé y el cuidado de su hogar, que por el momento es un cuarto en la zona de Pucara, al sur de la ciudad