Silvia: “Aprendí a enfrentar al dolor para no sufrir”
Silvia empezó con la adicción a las drogas a los 22 años. Su madre ingresó a una fase terminal de cáncer, tras nueve años de lucha. “Yo era muy pegada a ella”, recuerda.
Se declara “más sensible de lo normal”, por lo que el fallecimiento de su madre le dolió muchísimo, a pesar de que se fue preparando para ver qué iba a hacer “para no sentir el dolor”.
Silvia empezó a consumir alcohol y siguió con la marihuana. “Aceptaba cualquier cosa con tal de no sentir ese dolor de la pérdida”.
Después de haber sido considerada por su padre “caso perdido” y estar recuperada y “limpia” (abstemia) los últimos seis años, Silvia reflexiona que “el dolor es inevitable, pero cuando no lo enfrentas eliges el sufrimiento”.
Al principio, el consumo de drogas le pareció divertido, en las fiestas, con la gente. Luego ya no, porque las sustancias (drogas) no evitaban el dolor, al contrario, aumentaban otros dolores.
Silvia era contadora y tenía una oficina, pero la cerró, por su adicción. Su pareja le proveía sustancias y con él tuvo una hija. “Él también consume e intentó recuperarse, pero parece que solo lo hizo porque yo presioné”, dice.
El programa Narcóticos Anónimos (NA) es para las personas que desean recuperarse, no para las que lo necesitan.
Silvia dice que su pareja todavía no quiere recuperarse y “está bien, porque cada persona tiene un tiempo”.
También se sentía frustrada por no ser la mamá que quería. Duraba tres meses sin consumir drogas y era “horrible”. Estar en abstinencia no es igual a recuperarse, aclara, porque terminaba consumiendo desesperada, no podía más. “La enfermedad era más fuerte”, añade.
En esa época, pudo abuenarse con su papá, que le llevó a una psiquiatra. “La especialista preguntó ¿por qué están aquí? ‘Por un milagro’, dijo mi papá, apuntando a mi hijita”. En la consulta, Silvia se declaró “víctima de una pareja que consumía sustancias. Aunque no era así, pues yo también consumía y tenía el problema. Hacerse a las víctimas es un asunto que los adictos saben actuar muy bien”, confiesa.
La psiquiatra le sugirió ir a Alcohólicos Anónimos (AA), al programa dedicado a familiares.
“Allí, por primera vez, sentí el lenguaje del corazón. Es contar una historia desde dentro, la sientes honesta, real. Esas mujeres transmitían mucho. Contaban sus historias y no eran víctimas, eran responsables”, dice Silvia.
Luego, su pareja le llevó a un grupo de Narcóticos Anónimos (NA). “Me encantó ver a un montón de locos como yo riendo, pasándola bien, haciendo sus vidas, siendo felices y que hablaban el lenguaje del corazón. Me sentí identificada. De aquí soy. Por primera vez sentí que pertenecía a un lugar, que me comprendían, porque ellos habían pasado lo mismo de ese querer y no poder”.
Silvia añade que su proceso de recuperación tarda un poco, porque tiene que hacer los 12 pasos “mágicos” de Narcóticos Anónimos para superar las adicciones. “Empiezo con paso lento pero firme. Estoy en el punto 9, he tenido tropiezos, no recaídas, y he tenido que hacerlos una vez más”, dice con entusiasmo.
Estudió contabilidad y diplomados de tributación “por cumplir las expectativas de mi papá, por tener su aprobación”.
Sin embargo, en NA aprendió que “no estamos para que la gente nos apruebe o desapruebe. Estamos para tratar de ser felices, de ser responsables en esta vida y con la sociedad”. Silvia decidió ser diseñadora de modas. Estudió, pese a que su papá le decía “¡Cómo! ¡Que barbaridad!”
La joven madre aprendió a tener el valor de hacer lo que quería. “Fue gracias a un poder superior, como yo lo concibo, porque el programa NA no es religioso, no tiene dogmas; no te hacen rezar padrenuestros. Solo tienes que creer en algo y eso ayuda mucho”, resume.
Silvia asistió a eventos importantes y pasarelas internacionales. “Ha sido y es sensacional. Sigo en este campo, tengo avances y la única que lo tiene que valorar soy yo”.
Añade que, como mamá, se siente muy feliz. “Mi hija es extraordinaria, siempre destaca, es buena alumna. La llevé a la psicóloga porque no hay la figura paterna, como me gustaría. La evaluación demostró que tiene muy buena autoestima, es una niña sana, es buena alumna. Con ayuda de mi poder superior lo estamos haciendo bien”, asegura.
“Su papá no puede darme da ninguna ayuda económica, pero a veces la ve a mi hijita y la abraza, juegan y con eso yo ya estoy contenta. Una de las cosas que más duele es la carencia afectiva que muchos tenemos. Es súper lindo que mi hijita tenga eso, a pesar de que no es como yo quisiera”, confiesa. Los ojos verdes de Silvia se llenan de incontenibles lágrimas al señalar que “sanar no es del todo lindo, porque tenemos que enfrentar una infancia que ha sido dolorosa” y situaciones que hieren.
“He aprendido que el dolor es necesario, es la medida de nuestro crecimiento, es el yunque que va a forjar nuestro carácter. No está mal que sintamos dolor. Hay que enfrentarnos al dolor, porque, si no lo hacemos, nos sometemos al sufrimiento, que es opcional y más largo. Podemos elegir entrar al sufrimiento o no. Aprendí que soy una persona libre, que de veras puedo hacer lo que me gusta, dar lo que quiero dar. Elegir estar feliz o sufrir. Ser valiente y enfrentar al dolor, que es inevitable”.
El sufrimiento dejó a Silvia la enseñanza de que su mamá “no era para siempre y que le dio lo que pudo”. Según la joven, que tiene el cabello de color lila que hace juego con su ropa deportiva, su papá no es perfecto ni como ella quisiera o la sociedad dice que debería ser un padre. Pero reconoce que “él es maravilloso” y lo ama mucho, pero no tiene que someterse. “Puedo hacer lo que yo quiero porque soy una persona libre”.
No es posible superar la adicción sin ayuda y en NA se busca un guía espiritual un padrino o madrina, en lo posible del mismo sexo. “Somos pocas mujeres que nos recuperamos. No había madrina y la encontré en doble A. Avanzamos hasta que tuvimos tropiezos. Un amigo me habló de un curita y ahora él es mi guía, me ayuda un montón”, afirma. El sacerdote está impresionado por la profundidad de los 12 pasos que hacen que la persona saque lo mejor de sí misma. “Tu has elegido un mal camino al haber consumido sustancias”, le recriminó a Silvia. Ella respondió que si no habría consumido (droga) nunca hubiera tenido la oportunidad de seguir estos pasos.
“Hoy tengo otra perspectiva de la vida, veo con otros ojos los problemas y la solución”, dice agradecida. “NA no te abre las puertas del cielo pero te saca del infierno”, señala.
Para la joven estar en recuperación “es increíble”, porque hace que mire con ojos de amor a su padre y que él sea más comprensivo, que no ande juzgando a las personas.