Buscó tratamiento por sí mismo, se siente recuperado del coronavirus
Antonio (nombre cambiado) se sintió mal, tenía síntomas de coronavirus. Pidió ayuda, pero no tuvo la reacción que necesitaba. Decidió buscar tratamiento por su cuenta y, ahora, se siente recuperado del coronavirus.
El virus comenzó a manifestarse en él a mediados de junio, cuando en Cochabamba la cifra de casos positivos era de 1.723.
Con hospitales colapsados, él dijo que tuvo pocas respuestas.
LOS SÍNTOMAS
Día 1: Antonio presentó fiebre y dolor muscular leve el 14 de junio. No asoció las molestias con la COVID-19. Aquel día ingirió paracetamol y se le pasó el malestar; pero después volvió.
Día 2: El 15 de junio continuó con la fiebre y dolor muscular y, además, tenía escalofríos.
“Pensé que era un resfrío fuerte. Iba a trabajar en la madrugada y pensé que me había pasado el frío”.
Día 3: Perdió el sentido del olfato. “Cuando entré al baño a cepillarme los dientes, no sentí el olor de la pasta dental. Ahí empecé a preocuparme y a asociarlo con COVID”.
Intentó sentir el olor del jaboncillo y el champú, y tampoco lo consiguió.
Entonces, informó a su familia y asumieron medidas de distanciamiento en su casa. “Les pedí que no se me acercaran”.
También determinaron seguir un protocolo casero con medicina natural, vahos de eucalipto, gárgaras con agua de sal, jarabe de limón, cebolla y ajo, “para activar defensas”.
Día 4: Llamó al Servicio Departamental de Salud (SEDES)- Pero dijo que no le respondieron. Descargó la aplicación “Salud Cochabamba” y respondió las preguntas que allí hacen. La primera era sobre si estuvo en contacto con alguna persona con coronavirus; él dijo que “no”, porque desconoce dónde se contagió. Con las respuestas que dio, la aplicación le expuso que no tendría todos los síntomas, pero que se aísle; y que si presentaba temperatura mayor a 38.5 grados y dificultad de respirar, llame.
Día 5: Continuaba sin sentir olores y la temperatura le aumentaba. Se puso en contacto con su médico de cabecera, quien le dijo que sí eran síntomas de COVID-19. Le recetó ivermectina, pero no pudo conseguirla sino hasta días después. Tomó otros compuestos durante tres días. Siguió también con medicina natural.
Volvió a contactarse a través de la aplicación del SEDES y empezó a responder con más “sí” a las preguntas. Luego, le llamaron; pero le dijeron que podía llamar en caso de que le faltara la respiración o si las fiebres eran muy altas, les hable.
También acotaron que llame al número 168. Lo hizo, pero no le contestaron. “Las veces que he llamado, está ocupado”.
Para esos días, le habían hablado del dióxido de cloro. Averiguó con profesionales de otros lados. Investigó por su cuenta; y decidió iniciar los protocolos de consumo de ese compuesto. “Comencé el día 22, y el 23 estaba de pie”, aseguró.
El dióxido de cloro no está reconocido ni avalado científicamente para su consumo como tratamiento contra la COVID-19. Sin embargo, su uso se masifica y hay profesionales médicos que lo defienden.
Antonio manifestó que sintió que eliminó toxinas y que su salud se fue reestableciendo. “Paulatinamente ha ido pasando. Sentía malestar corporal, como un resfrío, pero no más dolores. Nunca tuve una tos seca”.
Pocos días después, también sin respuesta ni intervención de servicio de salud local, acudió a un laboratorio privado para que le practiquen la prueba rápida de coronavirus. En la tarde le confirmaron que dio positivo.
Entonces, también llamó al SEDES para informar que era una persona contagiada y pidió asesoramiento para seguir protocolos. Tampoco pudieron ayudarle.
“Cuando yo llamé para decir que soy COVID positivo, que me había hecho la prueba, pedí protocolos para seguir. Me dijeron que me iban a llamar, colgaron y no me llamaron más”.
Insistió con otra llamada más tarde. Explicó que, además, le habían detectado una enfermedad de base. Le pidieron que aguarde en el teléfono; minutos después, colgaron.
Su médico de cabecera le pidió ya no preocuparse y mantenerse tranquilo, para evitar que sus defensas bajen.
Tampoco pudo saber cuándo tendría oficialmente el alta. Por su cuenta averiguó que ya habría pasado el tiempo de incubación y mayor riesgo. Sin embargo, continúa con cuidados para aminorar cualquier riesgo en su familia.
No recuerda dónde pudo haberse contagiado del virus. Resaltó que trabajaba con todas las medidas de bioseguridad. “En algún momento se me ha debido ir. Ha tenido que pasar durante los primeros días de junio”.
EL NEGATIVO PARA DONAR
“Yo donaría todas las semanas, me interesa, pero ¿cómo hago?”.
Antonio dijo estar convencido de convertirse en un donante de plasma. Pero, para eso necesita las dos pruebas negativas de laboratorio, requisitos indispensables, y no las tiene.
En el país, la donación de plasma ha permitido salvar la vida de pacientes con coronavirus que llegaron a una situación crítica.
Sin embargo, en la actualidad, incluso los laboratorios colapsaron y las personas recuperadas no pueden acceder a ese documento.
Antonio todavía está en búsqueda de conseguir esos resultados.
“Quiero ser donante. Cada semana podría salvar por lo menos a cuatro personas. Esa es mi misión”.
Falta personal. Las brigadas de salud están reducidas, debido a que también existe personal que está contagiado con el virus.
“El drama ahora no solo es vivir con el virus, también está el querer ayudar a la gente y no poder hacerlo”, lamentó Antonio.