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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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EEUU se prepara para afrontar el mayor desastre natural de su historia

EEUU se prepara para afrontar el mayor desastre natural de su historia

Texas, paralizada por el devastador efecto del huracán Harvey, afronta una batalla que va a ser larga y épica. Como si un remedo de “Dunkerke” se tratara, el filme que relata el acontecimiento bélico en tres fases temporales, el tiempo se despliega también estos días en el estado sureño norteamericano, con un dramatismo no menor. El trabajo contra el reloj se hace crucial para las apuradas operaciones de rescate.
Sólo en Houston, las últimas veinticuatro horas se sumaban varios cientos de personas a las miles que ya han sido puestas a salvo.Los equipos de rescate muestran toda la fatiga por el esfuerzo, cuando el desastre no ha hecho sino comenzar.
Casi 6.000 texanos ya están en albergues, aunque quedan más de 20.000 a la intemperie. El tiempo también muestra la cara de los dos días que restan para que Harvey vuelva con toda su furia desde el Golfo de México para descargar un nuevo diluvio, previsiblemente el viernes. Todo Texas, en el que su ciudad más poblada, Houston, asoma como la gran zona cero de la que los expertos ya califican de mayor catástrofe natural de la historia de Estados Unidos, espera con temor otra nueva arremetida mortal.
Será el largo tiempo que venga después del desastre, los meses y años que se tarde en recuperar y reconstruir las zonas afectadas, el que dictará su última sentencia. Empiezan los momentos de las frases para la historia: «Los texanos actuarán como es parte de su carácter, saliendo adelante con la misma decisión que siempre han actuado», proclamaba ayer su gobernador, Greg Abbott.

Los pronósticos no son buenos

Pero la tragedia aún está por mostrar su peor cara. Después de un inicial recuento, ya no se habla de número de víctimas mortales. Oficialmente, a los diez fallecidos contabilizados hasta ayer, se habían añadido ayer tres más. En medio de la confusión y la espera a momentos peores, la cuenta parece haber dejado de tener sentido por ahora.
Los encargados de las tareas de rescate temen que cuando el agua y el fango bajen, aparezcan muchos cadáveres. Con las lluvias de más de un metro de altura que se esperan para los próximos días, las autoridades sólo piensan en salvar la vida de los que lo pueden contar.
A las primeras adversidades se sumó ayer la rotura de la presa de Brazoria, en el sur de Houston, que abastece a 300.000 personas. La construcción se vino abajo horas después de que las autoridades hubieran avisado para despoblar toda la zona. Canales y puentes de Houston y sus alrededores empiezan a mostrar su fragilidad.
Junto a Texas, no parece que Luisiana, el estado en que se cebó el huracán Katrina en 2005, en Nueva Orleáns y en todo el sureste, vaya a afrontar las mismas calamidades, pero las operaciones de rescate también son necesarias ya en zonas como Lake Charles, donde medio millar de personas salvaron su vida las últimas veinticuatro horas.
Donald Trump constató ayer en primera persona la dimensión de la tragedia en Texas. A diferencia de otras veces, en que las afirmaciones del presidente rebosan hipérboles, su consideración de que «estamos ante algo de proporciones épicas, nunca visto», parece no ser exageradas.
Michael Brown, el director de la Agencia de Gestión de Emergencias Federales, que tuvo que lidiar con el imponente huracán Katrina en 2005, lo confirmó ayer asegurando que «esto va a ser peor y más caro». El experto vino a sentenciar con esta explicación: “Todo el mundo está pensando en hoy, pero yo miro al mañana; no nos damos cuenta de que esas aguas están ya ahí, y ya con lo que hay la tragedia ya es peor”.
Trump desembarcó ayer en Corpus Christi, el principal lugar del suroeste por el que Harvey se introdujo en tierra el pasado día 25 con una fuerza de categoría 4, aunque ni mucho menos de los más afectados. Al igual que Austin, la otra población que el presidente visitó, se trata de dos ciudades lejanas del epicentro que representa Houston. La Casa Blanca informó ayer de que Trump ha preferido eludir las zonas más castigadas para no interferir en las tareas de rescate. Aunque se anuncia su vuelta a Texas para el próximo sábado, al día siguiente del que se espera fatídico viernes.
Pese a su inicial prudencia, el gobernante populista no pudo evitar la tentación de encaramarse a un lado del jeep que le transportaba y ondear con sus manos una bandera de Texas, uno de los estados que más le votaron la pasada elección presidencial. Minutos antes, durante su comparecencia con el gobernador y con los coordinadores de la lucha contra la catástrofe, prometió que "se van a hacer las cosas como nunca antes".
Así tendrá que ser, porque esta vez ni siquiera la ley parece estar del lado de los texanos. Los más de 450.000 que se calcula que reclamarán indemnizaciones a las aseguradoras deberán darse prisa si no quieren verse perjudicados. La nueva norma aprobada por el estado, que entrará en vigor el viernes, reducirá de un 18 por ciento a un 10 por ciento el porcentaje medio de recuperación de daños en reclamaciones de esta naturaleza.