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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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La odisea de Jhonatan: sobrevivió 31 días en la selva y dijo haber reencontrado a Dios

Para mucha gente es un “milagro” que Jhonatan Luiz Acosta haya sido encontrado con vida en el bosque. Familiares, amigos y pobladores han estado visitándolo y escuchando su historia de vida.

Omar Horacio, Carla, Jhonatan Luiz, Milade y Berno (de izquierda a derecha), los hermanos Acosta Abuid celebran el reencuentro. FAMILIA ACOSTA ABUID
Omar Horacio, Carla, Jhonatan Luiz, Milade y Berno (de izquierda a derecha), los hermanos Acosta Abuid celebran el reencuentro. FAMILIA ACOSTA ABUID
La odisea de Jhonatan: sobrevivió 31 días en la selva y dijo haber reencontrado a Dios

Un rescate “milagro”. Cuando Jhonatan Luiz Acosta Abuid se internó en la selva de Baures, municipio beniano conocido como la capital del chocolate silvestre, nunca imagino que quedaría atrapado durante 31 días. Con agua de lluvia, comiendo gusanos y gargatea y rodeado de jaguares, cerdos salvajes y otros animales, el joven cochabambino sobrevivió en la Amazonía boliviana.

Jhonatan, de 30 años, y sus cuatro amigos salieron a cazar el 25 de enero en la selva de Baures, donde mucha gente vive de la caza. Los jóvenes que se habían situado en distintos sitios para aguardar a sus presas acordaron reencontrarse al atardecer, pero Acosta Abuid no llegó al punto de encuentro. Solo cuatro hombres volvieron al pueblo y alertaron a las autoridades sobre la desaparición. 

CAMINAR DURANTE HORAS

Jhonatan estaba decidido a reencontrarse con sus seres queridos y, para conseguirlo, debía buscar la manera de salir de la selva. Quería orientarse por el sol, pero los días lluviosos y nublados no se lo permitieron. Caminaba muchas horas al día buscando el lago Bolsón de Oro, desde donde asegura hubiese podido encauzar su ruta, pero, después de varios días de caminata, se dio cuenta que estaba dirigiéndose hacia la serranía cruceña y se dio vuelta.

Por las tardes debía construir un refugio para pasar la noche. Pensó en armar uno en lo alto de un árbol, pero su estado de salud no era el más óptimo. Miró a su alrededor y vio algunos árboles caídos, por lo que decidió usar sus troncos, ramas y hojas para refugiarse y esconderse de los animales peligrosos que habitan en la Amazonía. 

Para Acosta Abuid, las noches eran eternas. Entró a la selva con una escopeta y un encendedor; no planeaba pasar un mes allí, en la inmensidad del bosque. Solo la primera noche hizo fogata porque luego su chispero se arruinó. Caminó alrededor de 40 kilómetros durante todo ese tiempo.

COMERSE LA NATURALEZA

Los hermanos y otras personas viajan en canoa para buscar a Jhonatan. FAMILIA ACOSTA ABUID
Los hermanos y otras personas viajan en canoa para buscar a Jhonatan. FAMILIA ACOSTA ABUID

No llevaba alimentos y recurrió a la naturaleza. Jhonatan no solo comió gargatea, una fruta silvestre de aspecto similar a la papaya, pero más pequeña, sino gusanos e insectos. 

Para él, la lluvia era bendición. Colectaba agua de lluvia en los gajos de chonta, una palma de bosque. Ponía las hojas en forma de canoa hacia el cielo. También juntaba agua en sus botas y cuando se acababa todo, no tenía más opción que ingerir su orina.

La falta de alimentos lo debilitó. En 31 días perdió 17 kilos.

EVADIR DEPREDADORES

Jhonatan no solo tenía que buscar la manera de alimentarse para mantenerse con vida, también debía evitar convertirse en el alimento de algún depredador.

En más de una oportunidad, el joven vio al amanecer huellas de jaguares a su alrededor, en el lugar donde se había quedado a dormir.

Pasó por muchas situaciones de riesgo. En otra ocasión, unos cerdos salvajes lo atacaron, mientras estaba durmiendo. Despertó cuando le jalaron una de sus botas puestas. Se levantó rápidamente, se trepó en un árbol y tiró un disparo para ahuyentarlos. No tenía linterna para confirmar que se habían ido, por lo que aguardó al menos una hora y media antes de bajar del árbol. Esa noche marcó su estadía en la selva; no pudo conciliar el sueño y, desde entonces, cualquier ruido le generaba mucho miedo.

Jhonatan se encontró con jaguares, pero para su buena suerte, los mismos no tenían hambre, además, de chanchos de monte, osos hormigueros y caimanes. En incursiones anteriores, vio muchas víboras, pero en esta última no halló ninguna.

Para protegerse de los depredadores, construyó refugios improvisados con ramas y hojas, pero sufrió picaduras de distintos insectos en todo su cuerpo. 

Por otra parte, cree que tribus estaban a su alrededor. Encontró huellas, donde la parte de los dedos no estaban bien marcados, y excremento humano. Y, en distintos momentos, sintió que lo vigilaban, pero nunca fue atacado presuntamente porque no veían que sea una amenaza.

HABLAR CON DIOS

El sobreviviente es ingresado en silla de ruedas al hospital de Baures, Beni. NOTI BAURES TV
El sobreviviente es ingresado en silla de ruedas al hospital de Baures, Beni. NOTI BAURES TV

En medio de la selva, Jhonatan le rezaba y cantaba a Dios. Le concedió lo que pidió; lluvia por 15 días, protección, fuerzas y una nueva oportunidad.

Le prometió a Dios usar su talento para él. “Le hice una promesa a Dios y no pienso dejarla a un lado. Vamos a retomar el camino. Yo canto y toco guitarra, pero todo este tiempo he estado haciendo música mundana. Entonces, le decía allá (en la selva) voy a hacer música para ti”, contó Jhonatan, mientras estaba recostado en una camilla del Hospital Hugo Banzer de Baures.

No era el único que estaba pidiéndole a Dios un “milagro”. Sus padres Omar y Miriam, y sus hermanos Berno José, Omar Horacio, Milade y Carla, al igual que pobladores de Baures y gente que se solidarizó con la familia, le encomendaban a Dios cuidar de Jhonatan.

El joven buscaba cada día salir de la frondosa selva. Rompió su escopeta para abrirse camino puesto que no tenía un machete o cuchillo. Ya estaba muy débil y se le nublaba la vista.

Se lesionó el tobillo, por lo que no pudo caminar unos cuatro días, y luego cayó en una maleza llena de espinas. Todo parecía perdido. Jhonatan ya llevaba 31 días deambulando en la selva cuando vio a un grupo pequeño de personas cerca de él. 

MILAGROSO RESCATE

“¡Ayúdenme, por favor! Les voy a pagar”. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Jhonatan pidió ayuda.

Ese sábado, 25 de febrero, 17 personas “peinaban” el bosque, entre ellos su hermano, quienes hicieron grupos de búsqueda. El equipo que se encontró con él, al promediar las 15:00, estaba conformado por cuatro personas, quienes al principio sintieron miedo porque Jhonatan se veía diferente. Tenía su escopeta en el brazo. Se veía más delgado y su cuerpo estaba lleno de picaduras, incluso su rostro.

“Jhonatan, ¿eres tú?”, preguntó uno de los miembros del equipo. El joven no tardó en confirmarle su identidad y todos corrieron hacia él. Le dieron dulces y agua, mientras uno de ellos emprendió carrera para darles la buena noticia a los otros grupos y a las hermanas Acosta que estaban en el campamento, cerca del lago Bolsón de Oro.

Estaban a unos dos kilómetros del campamento. Jhonatan llegó ahí con dificultad y ayuda de la gente, entre ellos ayoreos. Se alimentó, se dio un baño y se cambió de ropa antes de emprender viaje al pueblo, donde llegó en una camioneta al promediar las 19:15. Ingresó al Hospital en una silla de ruedas, mientras los pobladores aplaudían y mostraban su alegría. Celebraron con petardos y banda de música su vida.

¿SUEÑO O REALIDAD?

Todo lo que estaba viviendo parecía un sueño. Jhonatan confesó que durante esos 31días soñó en tres oportunidades que ya lo habían rescatado. Se veía en su hogar, junto a su familia, compartiendo alimentos, pero cuando abría los ojos, al amanecer, volvía a la realidad. Seguía perdido en ese inmenso bosque.

Uno de los hombres que participó del rescate contó que Jhonatan pegaba gritos, mientras caminaba hacia el campamento. Pensaba que era otro sueño más. 

Después de su rescate, le costó conciliar el sueño, pero, de a poco, volvió a sonreír y vivir. Su familia lo acompaña en todo momento.  

EL FIN

El joven que sobrevivió un mes en la selva es cuidado por su hermana. FAMILIA ACOSTA ABUID
El joven que sobrevivió un mes en la selva es cuidado por su hermana. FAMILIA ACOSTA ABUID

El joven se encuentra sumamente emocionado y agradecido. No sabía que sus hermanos se habían adentrado en el bosque por él. Los cuatro hermanos se reunieron en Baures tras recorrer kilómetros; unos de Trinidad y Cochabamba, Bolivia, y otros de España y Brasil. La gente del pueblo también puso pausa a sus actividades y se sumó a la búsqueda, al igual que grupos de rescate, entre ellos el SAR-FAB Beni, SAR Bolivia filial Cochabamba y Policía. Desde distintas ciudades, hicieron llegar ayuda económica, víveres y oraban por Jhonatan.

Su familia nunca perdió la fe, pese a los rumores que escuchaban. Algunas personas daban por muerto a Jhonatan, pero sus padres y hermanos siguieron las pistas, entre ellas el rosario que perdió en la selva el hermano desaparecido. Estaban más unidos que nunca y decididos a encontrarlo.

Jhonatan quiere volver a las montañas, pero a despedirse de la selva. Ahora, hará música para Dios. Y, al mismo tiempo, prevé seguir con la siembra de cacao en Baures, pueblo que lo acogió hace muchos años, pero antes debe pasar por una etapa de “desintoxicación” debido a las picaduras que sufrió durante el tiempo que vivió en la Amazonía.

Y, después de 31días, llegó el fin de su odisea.