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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Casarse con un boliviano para un trabajo sexual seguro

Casarse con un boliviano para un trabajo sexual seguro

La ´green card boliviana´ se ha convertido en una salida para que las trabajadoras sexuales extranjeras en territorio nacional puedan tener “ciertas libertades” y se sientan, en cierto grado, más seguridad al no tener que huir constantemente de las autoridades de Migración, sobre todo durante sus horas de labor.

Así lo relata la psicóloga Ninoska Flores, quien presta servicios médicos en temas de salud mental a varios grupos de trabajadoras sexuales en Cochabamba, a tiempo de relatar que algunas de estas mujeres recurrieron a esta estrategia ante los elevados costos económicos que tienen los documentos de regularización de estadía de extranjeros en el país.

“Algunas de ellas resolvieron casarse con un boliviano para tener ciertas libertades en el país y dejar de sufrir esa persecución de las autoridades, de la Policía”, indica.

Sin embargo, asegura que muchas otras prefieren quedarse en la ilegalidad, ya que recurrir a esta estrategia del matrimonio arreglado muchas veces implica tener que pagar cierto monto al hombre boliviano al que recurran u otras ocasiones ellos piden ser mantenidos.

SALUD MENTAL Flores lamenta que la crisis y el nivel de sometimiento por el que pasan las trabajadoras sexuales con quienes pudo tener cierta cercanía les producen daños graves en su salud mental, entre ellos el estrés, la ansiedad, episodios severos de pánico.

Estos riesgos para la salud mental de las trabajadoras inciden en muchas muestras físicas del daño, entre ellas el extremo adelgazamiento a causa de la pérdida de apetito.

Estos daños los sufren muchas de las trabajadoras sexuales, pero hay una marcada diferencia entre las bolivianas y las que son extranjeras. 

“El problema de migrar, desde muy lejos para ejercer el trabajo sexual que de por sí ya está estigmatizado es la falta de soporte emocional que te da tu familia o hasta los amigos algunas veces. Estando tan lejos no tienes eso”, explica.

El trabajo sexual es un oficio altamente estigmatizado en la mayoría de los lugares del mundo. Las mujeres que lo ejercen, generalmente, lo hacen bajo el desconocimiento de sus padres, hermanos, otros familiares y amigos. Muchas veces ni sus parejas están enteradas de este trabajo que ellas realizan.

Viajar para ejercer este oficio suele ser impactante para muchas de ellas, porque en varios casos no solían dedicarse a ello en sus países de origen. Eran estudiantes, amas de casa o ejercían sus profesiones; pero diversos factores como la crisis económica o la extrema violencia que se vive en algunas ciudades las obligan a migrar a países vecinos, donde la situación está solo un poco mejor y entre los primeros rubros disponibles está el trabajo sexual.

PRÉSTAMOS Y PELIGRO Gracias a la cercanía que Flores tuvo con muchas de estas mujeres, lograron relatarle algunos de los peligros más críticos por los que atraviesan, entre ellos los grupos criminales que también son internacionales.

“Hay grupos criminales que identifican su necesidad de dinero y las chicas recuren a ellos por préstamos porque les hacen desembolsos rápidos. Pero con el tiempo y los intereses, que a veces son del 25%, ellas no pueden cancelar. Entonces se va generando un mecanismo de interés sobre interés o intereses cascada, hasta que al final llegan al punto de tener que trabajar para la ganancia de ellos”, relata.

Al verse sometidas a estos peligros varias de ellas se ven obligadas a migrar a otras ciudades dentro del mismo país, huyendo de estas bandas criminales.

Las trabajadoras sexuales están expuestas a diversos tipos de crímenes, incluyendo la extorsión y el abuso sexual. Se sabe que también son objeto de trata y tráfico de personas.

CASA COMUNITARIA DE LA AMISTAD “Un punto libre de discriminación”, es el denominativo principal que recibe la Casa Comunitaria de la Amistad, un centro de acogida para las trabajadoras sexuales de Cochabamba, donde son libres de la discriminación que sufren diariamente.

En este centro, las trabajadoras sexuales tienen almuerzo gratuito, guardería y servicio de psicología una vez por semana, aunque en muchas ocasiones la solidaridad y buena voluntad no dan abasto.

La representante de la organización de trabajadoras sexuales Warmi, Verónica Lino, indica que el financiamiento cubre el alquiler del espacio -que está ubicado en una zona céntrica de Cochabamba-, los servicios de guardería y un cupo de 25 almuerzos diarios, mismos que deben rendir hasta para 70 personas, dividiendo platillos o agregando otros ingredientes más económicos.

S e escuchan risas y anécdotas graciosas en el salón del centro, que las mujeres comparten entre sí. Varias consideran que solo entre ellas podrán encontrar comprensión y empatía, cosas que no hallan en otro sitio, ni siquiera en los que algún día fueron sus hogares.

La administración de este centro se realiza de forma rotativa entre las tres organizaciones de este rubro en Cochabamba, que son Warmi, Organización de Trabajadoras Nocturnas (OTN) y Mujeres Trabajadoras Sexuales Independientes (MTS).

Las labores de cocina también rotan entre ellas. Aseguran siempre que el alimento esté listo a diario, a las 12:00.

Lino cuenta que, en la parte superior de la infraestructura, disponen de dos dormitorios destinados a trabajadoras en situaciones de emergencia. “Si hay alguna compañera que viene de otro país y no tiene dónde quedarse, puede estar aquí por un día o dos. Igual, hay amigas que sufren maltrato por parte de sus parejas, entonces también pueden quedarse aquí por algunos días hasta conseguir algo más estable”, asegura.

La Casa Comunitaria de la Amistad se convirtió en un refugio para estas mujeres que, incluso, acuden para tener alguien con quién compartir sus problemas y vivencias diarias.